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Tenemos miedo que otra vez se olviden de nosotros: pueblos indígenas afectados por el terremoto

Rodrigo Caballero / Metapolítica

Chinicuila, Michoacán.- Esta es una de esas historias en las que todos conocen el inicio, pero pocos saben lo que pasó después, empezó el 19 de septiembre de 2022 con un terremoto de 7.7 grados en la escala Richter que removió los peores recuerdos de los mexicanos.

En la misma fecha que en 1985 y en 2017, el sismo sacudió al país provocando pánico en las calles de las ciudades, al menos cinco personas murieron y se produjeron daños materiales en estados como Jalisco, Michoacán y Colima que salieron a la luz gracias a la inmediatez de las redes sociales

El derrumbe del hospital de Maruata, la caída de fachadas de comercios en Manzanillo y la destrucción de negocios en Coalcomán, epicentro del fenómeno, colmaron Twitter, Facebook, Whatsapp y medios de comunicación por varios días.

La alerta sísmica en la Ciudad de México sonó dos veces, la primera para un simulacro en conmemoración de los dos sismos anteriores y la segunda minutos después atrayendo una marea de teorías sobre septiembre y los terremotos que alimentó las conversaciones casuales por semanas.

Esa es la parte que la mayoría conoce, lo que pasó después es la historia de las comunidades indígenas de la Sierra-Costa del estado de Michoacán, una que se repite una y otra vez cada vez que la tragedia las acecha: una mezcla de indiferencia y abandono.

La casa de la Virgen

En algunas localidades del municipio de Aquila sólo cuatro vigas de madera clavadas en el suelo y coronadas con un techo de lámina es lo que algunas familias ahora llaman hogar, decenas de viviendas cayeron durante el terremoto dejando sin refugio a cientos de personas.

Comunidades indígenas como Santa María Ostula en la región de la Sierra-Costa de Michoacán hicieron sus propios recuentos de los daños debido a la ineficacia de los conteos oficiales y registraron más de 800 viviendas con daños totales o parciales sobre todo en la parte alta del municipio de Aquila.

En esta localidad ubicada a 400 kilómetros de la ciudad de Morelia el movimiento tectónico derrumbó decenas de casas en las 23 encargaturas que la conforman, algunas tenían más de 50 o hasta 100 años, hechos de adobe en su mayoría y habían sido habitados por varias generaciones de comuneros.

“Aquí muchas casas fueron pérdida total, tenemos personas que se fueron a vivir con sus familiares o les están prestando un cuartito para que la lleven ahí, pero eventualmente sabemos que necesitan volver a hacer sus casas o sus cuartos que perdieron”, dijo Ezequiel Celestino Grajeda.

Esta comunidad de alrededor de 800 habitantes tomó las riendas del censo de afectados que inició el Gobierno Federal a través del Programa para el Bienestar para personas en emergencia social o natural haciendo un recuento de los daños de domicilio en domicilio, donde encontraron que casi el 90 por ciento de las viviendas resultaron afectadas.

Además, la comunidad nahua puso a disposición una cuenta bancaria en HSBC a nombre de Sergio Cirino Flores con número 6224900664 y CLABE 021097066524900664 donde se pueden hacer donaciones para ayudar a la reconstrucción.

Hasta el momento una parte de la comunidad recibió hasta 60 mil pesos por la pérdida total de su hogar o 30 mil pesos por pérdida parcial pero todavía faltan familias a las que no les han llegado recursos.

Pasaron más de dos meses desde que el terremoto del 19 de septiembre ocurrió en la sierra de Michoacán y el miedo a las réplicas fue reemplazado por el temor de que el resto del país y las autoridades se olviden de los damnificados.

“Si una casa se cae en la ciudad de México luego luego van a ayudar, si una casa se cae en la sierra nadie se da cuenta”, dijo Basilia Santos Robles, una de las afectadas del terremoto, que provocó la caída de su cuarto.

Además de los hogares, la iglesia principal de la comunidad, dedicada a la Virgen de Guadalupe sufrió tantos daños que los habitantes la vaciaron en caso de que se derrumbara pudieran salvar por lo menos el mobiliario.

“Tenemos muchos daños, algunos a la iglesia del pueblo y eso nos preocupa porque ya se viene el 12 de diciembre, el día de la peregrinación y la fiesta patronal, no sabemos qué vamos a hacer para ese día que es el más importante para nosotros”, dijo Ezequiel Celestino.

La iglesia es tan importante para este pueblo indígena nahua que apenas unas semanas antes del terremoto habían invertido en un nuevo piso para el edificio, una inversión de cientos de miles de pesos que está a punto de irse por la borda.

“Es la casa de la Virgen, que para nosotros representa un lugar no sólo sagrado, sino que representa también la imagen de todas las personas que perdieron sus casas en este temblor, tenemos que volver a levantarnos, pero para eso también hace falta el apoyo”, aseguró el comisariado de Bienes Comunales.

El pan nuestro

35 kilómetros al norte de Ostula, ya en el municipio de Chinicuila se ubica la comunidad de Huitzontla, donde otro grupo de afectados se organizó para hacer su propio recuento de los daños luego del sismo de 7.7 grados escala Richter.

Esta localidad indígena de alrededor de 500 habitantes registró unas 100 viviendas afectadas por una falla que cruza el pueblo entero que provocó que decenas de personas se quedaran sin hogar y también afectó la iglesia del pueblo y la chancha pública.

“Aquí nunca habíamos sentido un movimiento así de fuerte, nunca, a lo más que habíamos sentido era que se moviera tantito en el 85 pero nunca tan fuerte y tan largo como ahora, la verdad que sentimos que se abría la tierra”, narró Eustolia Reyna Cázares.

La mujer cuenta que muchas personas salieron corriendo de sus cuartos esperando que cayeran en cualquier momento y durante las siguientes semanas todos estaban tan asustados por las réplicas que nadie se atrevió a dormir adentro de ellos.

Varias calles del pueblo están pintadas de rojo debido a que sus habitantes decidieron pavimentarlas con las miles de tejas de barro que se cayeron durante el sismo y se hicieron añicos en el suelo.

Afuera de la casa de Eustolia Reyna, los niños esperan comprar pan mientras se sientan el suelo junto a los pedazos de teja que antes cubrían su techo y que ahora cubren toda la entrada y la rampa donde su marido estaciona su camioneta.

La mujer es la única panadera del pueblo, pero casi pierde su negocio porque el horno de barro colapsó durante el terremoto, ahora una montaña de tierra colorada se posa donde antes horneaba conchas blancas.

“Lo bueno es que tenía este horno de gas que compramos y por eso sigo con el pan, pero sale caro el gas, la leña pues no te cuesta nomás hay que ir por ella, pero el gas cuesta mucho, además a mí me gusta más el sabor de la leña y a la gente de aquí también”, dijo la señora.

Ahora ella junto a los cientos de habitantes de Huitzontla esperan que lleguen apoyos por parte del Gobierno Federal y del Gobierno del Estado de Michoacán y, aunque la primera parte se entregó el 27 de octubre de 2022, no todos los afectados los recibieron.

Sin intermediarios

A un mes de la primera y única entrega de apoyos por parte de autoridades, los habitantes de la Sierra-Costa de Michoacán esperan que los gobiernos no se olviden de seguir apoyando a las familias faltantes.

“Nos faltan personas que no alcanzaron oficio para registrarse en el censo y también las que se registraron pero que todavía no les entregan apoyo, ahora pues no queda más que esperar”, dijeron habitantes de Huitzontla.

Hasta el momento se han entregado apoyos económicos a 5 mil 267 damnificados por los sismos de la región de Sierra-Costa, según cifras del gobernador, Alfredo Ramírez Bedolla, y la secretaria de Bienestar federal, Ariadna Montiel Reyes.

Las autoridades federales anunciaron en octubre pasado la entrega de 200 millones de pesos a cada familia censada por pérdida parcial o total de sus viviendas en los municipios de Aquila, Coahuayana, Coalcomán y Chinicuila.

“Somos, por mucho, más eficientes que los gobiernos anteriores corruptos, que tardaban hasta seis meses en entregar los apoyos a través de intermediarios”, enfatizó el gobernador Ramírez Bedolla.

Además, el gobierno del estado anunció apoyos por 25 millones de pesos para negocios, 26 mil láminas para techos, así como despensas, colchonetas y cobijas que han sido repartidas entre los damnificados.

Ante el bombo y platillo de las autoridades que hicieron un evento público en el municipio de Coahuayana donde entregaron los primeros apoyos, habitantes de la Sierra-Costa aseguraron que esperan que no sea solamente debut y despedida. “Ojalá que alcancen a llegar apoyos para todos, hicieron falta hojas para anotar a los afectados, hicieron falta muchas personas que todavía tienen afectaciones y ya antes nos ha pasado con los huracanes que no dejan solos, tenemos miedo que otra vez se olviden de nosotros”, aseguró un comunero de Ostula.

Este reportaje se hizo en colaboración con personas defensoras de la Red Solidaria de DH




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