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Todo cambia por Héctor Tenorio

Ciudad de México, a 06 de diciembre de 2016.-  Después de cumplirse cuatro años de que Enrique Peña Nieto asumiera la presidencia de la República quedó claro que México ya no es el mismo. Ha cambiado la correlación de fuerzas entre el Gobierno Federal y la oposición, que en el invierno del 2012 se encontraba en shock. Los panistas no digerían la pérdida de Los Pinos, ahora luchan para ver quien será su candidato en 2018. Los perredistas minimizaban la disidencia interna, meditaban la manera de acoplarse a la nueva administración, años después están a un paso del abismo. Martí Batres, entonces presidente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), declaraba que “el primero de diciembre era el debut y la despedida del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong”. Aunque la predicción fue fallida, este instituto político tiene casi en sus manos la posibilidad de gobernar la Ciudad de México y Andrés Manuel López Obrador resultará un abanderado presidencial difícil de vencer.

Si bien es cierto que Peña Nieto arribó al poder cuestionado por la oposición sobre la compra de votos, se consolidó a través del Pacto por México, logrando construir un andamiaje legal para aplicar las reformas estructurales (su mayor triunfo, claro desde su perspectiva), sin desgastarse consiguió el apoyo de los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), quienes se resquebrajaron en su interior. La coyuntura provocó una crisis de identidad que favoreció a López Obrador y al actual dirigente nacional del blanquiazul Ricardo Anaya Cortés.

Sin embargo, la buena estrella del mandatario quedó eclipsada con la desaparición de los 43 normalistas el 26 y 27 de septiembre del 2014, los estudiantes fueron víctimas de políticos que se involucraron con el crimen organizado. A este hecho sangriento que no se ha resuelto deberá sumarse que la economía se estancó, los bajos precios del precio del petróleo, la promesa de que creceríamos solo ha sido una ilusión. La gobernabilidad en muchas entidades es cuestionada por grupos del crimen organizado. La corrupción corroe la credibilidad de las instituciones, ahí están a la vista de la sociedad los casos de saqueo al erario publico de los ex gobernadores Javier Duarte de Ochoa de Veracruz, Roberto Borge Angulo de Quintana Roo y César Horacio Duarte Jáquez de Chihuahua. El malestar social se multiplicó y el PRI terminó sufriendo un descalabro mayúsculo el 5 de junio de este año. Ahora todo es incierto rumbo al 2018, las encuestas dejaron de ser positivas y se han convertido en una fuente de preocupación.

En este complejo panorama, el presidente de la República enfrentará el mayor reto de su carrera política cuando Donald Trump tome las riendas de Estados Unidos, él ha postulado a Wilbur Ross y Steven Mnuchin como secretarios de Comercio y del Tesoro. Los nombramientos generaron nerviosismo en la derecha mexicana, Ross es un conocido detractor de los pactos comerciales, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) lo modificará a conveniencia de ellos. Expertos consideran probable que se detengan las inversiones, sobre todo entre empresas de telecomunicación, el objetivo es reindustrializar la economía estadounidense. A esto debe añadirse que continuará la construcción del muro fronterizo y la posible expulsión de tres millones de mexicanos que al regresar a su país encontrarán pocas oportunidades que les permitan sobrevivir. Peña Nieto no tiene otra opción que la de abrir las fronteras a América Latina, es la hora de pactar con los latinoamericanos dejando a un lado las diferencias ideológicas y aunque sea de manera accidental, alcanzar el sueño de Simón Bolívar.Todo cambia

Héctor Tenorio

Después de cumplirse cuatro años de que Enrique Peña Nieto asumiera la presidencia de la República quedó claro que México ya no es el mismo. Ha cambiado la correlación de fuerzas entre el Gobierno Federal y la oposición, que en el invierno del 2012 se encontraba en shock. Los panistas no digerían la pérdida de Los Pinos, ahora luchan para ver quien será su candidato en 2018. Los perredistas minimizaban la disidencia interna, meditaban la manera de acoplarse a la nueva administración, años después están a un paso del abismo. Martí Batres, entonces presidente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), declaraba que “el primero de diciembre era el debut y la despedida del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong”. Aunque la predicción fue fallida, este instituto político tiene casi en sus manos la posibilidad de gobernar la Ciudad de México y Andrés Manuel López Obrador resultará un abanderado presidencial difícil de vencer.

Si bien es cierto que Peña Nieto arribó al poder cuestionado por la oposición sobre la compra de votos, se consolidó a través del Pacto por México, logrando construir un andamiaje legal para aplicar las reformas estructurales (su mayor triunfo, claro desde su perspectiva), sin desgastarse consiguió el apoyo de los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), quienes se resquebrajaron en su interior. La coyuntura provocó una crisis de identidad que favoreció a López Obrador y al actual dirigente nacional del blanquiazul Ricardo Anaya Cortés.

Sin embargo, la buena estrella del mandatario quedó eclipsada con la desaparición de los 43 normalistas el 26 y 27 de septiembre del 2014, los estudiantes fueron víctimas de políticos que se involucraron con el crimen organizado. A este hecho sangriento que no se ha resuelto deberá sumarse que la economía se estancó, los bajos precios del precio del petróleo, la promesa de que creceríamos solo ha sido una ilusión. La gobernabilidad en muchas entidades es cuestionada por grupos del crimen organizado. La corrupción corroe la credibilidad de las instituciones, ahí están a la vista de la sociedad los casos de saqueo al erario publico de los ex gobernadores Javier Duarte de Ochoa de Veracruz, Roberto Borge Angulo de Quintana Roo y César Horacio Duarte Jáquez de Chihuahua. El malestar social se multiplicó y el PRI terminó sufriendo un descalabro mayúsculo el 5 de junio de este año. Ahora todo es incierto rumbo al 2018, las encuestas dejaron de ser positivas y se han convertido en una fuente de preocupación.

En este complejo panorama, el presidente de la República enfrentará el mayor reto de su carrera política cuando Donald Trump tome las riendas de Estados Unidos, él ha postulado a Wilbur Ross y Steven Mnuchin como secretarios de Comercio y del Tesoro. Los nombramientos generaron nerviosismo en la derecha mexicana, Ross es un conocido detractor de los pactos comerciales, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) lo modificará a conveniencia de ellos. Expertos consideran probable que se detengan las inversiones, sobre todo entre empresas de telecomunicación, el objetivo es reindustrializar la economía estadounidense. A esto debe añadirse que continuará la construcción del muro fronterizo y la posible expulsión de tres millones de mexicanos que al regresar a su país encontrarán pocas oportunidades que les permitan sobrevivir. Peña Nieto no tiene otra opción que la de abrir las fronteras a América Latina, es la hora de pactar con los latinoamericanos dejando a un lado las diferencias ideológicas y aunque sea de manera accidental, alcanzar el sueño de Simón Bolívar.




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