La confrontación desatada entre la dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática, Alejandra Barrales, y un sector mayoritario de la bancada perredista en el Senado, es apenas síntoma de un problema de fondo que amaga con desmantelar en los hechos la fuerza de esa organización en el país. Estos son los principales ejes de esta crisis:
1.- La fractura en el Senado es irreversible. La llegada de Dolores Padierna como coordinadora de la bancada no apuntalará al PRD en la cámara alta sino al revés, puede reducirlo a su mínima expresión. Y causa de fondo no es el pronunciamiento del ex coordinador, Miguel Barbosa, en favor de Andrés Manuel López Obrador. El tema es que para el PRD, el futuro ya no es lo que era antes. La señora Padierna llega como producto de un manotazo en la mesa implementado por Barrales pero ordenado por Miguel Ángel Mancera para pagarle favores políticos a René Bejarano, pareja de Padierna. La falta de consenso podría hacer esta misma semana haya nuevos desprendimientos, con lo que la señora Padierna podría acabar representando a sólo cinco o seis legisladores.
2.- Los escándalos son por “fuego amigo”. Las revelaciones por un departamento de lujo en Miami propiedad de Barrales fueron nutridas por filtraciones generadas en el equipo de Héctor Serrano, el principal operador político de Miguel Ángel Mancera y hombre obsesionado en liquidar a todo aquel que pueda influir en el jefe de Gobierno. Ese mismo grupo difunde desde la tarde del viernes que dicho departamento no sólo no fue mencionado en la declaración “3de3” de Barrales, lo que tiene un costo político, sino que tampoco aparece en su declaración patrimonial en el gobierno de la ciudad y en el Senado, lo que supondría una falta grave. Serrano atacó a Miguel Barbosa en un artículo periodístico para aparentar apoyo a Barrales, pero es público su distanciamiento. Barbosa generó una réplica en la que llamó “cínico” a Serrano.
3.- El hundimiento de Mancera arrastrará consigo a Barrales. El jefe de Gobierno sabe que sus posibilidades de ganar la Presidencia en 2018 son virtualmente nulas, por lo que se ha enfocado en crear una alianza para impedir que Morena gane la ciudad en las próximas elecciones. Pero para los eventuales integrantes de esa alianza resultará inviable una candidatura de Barrales. Por segunda vez consecutiva, los jefes de Barrales le ofrecieron la postulación pero al final la marginaron.
4.- Barrales conduce un partido esquizofrénico. Ella misma ha declarado en privado diversas ocasiones que la mitad de los militantes del PRD cree tener su futuro en las filas de Morena, de Andrés Manuel López Obrador. Y que la otra mitad prevé que la sucesión presidencial del 2018 la acercará, en los hechos, a una alianza con el Partido Acción Nacional. Salvo un giro por hoy imprevisible, el PRD difícilmente sobrevivirá como opción real de poder más allá de 2018.
5.- Ninguna de las tribus la defenderá. A lo largo de su carrera partidista, la señora Barrales tuvo la capacidad de no ser identificada como parte orgánica de ninguna corriente interna, aunque en algún momento se sumó a “Los Chuchos” para enfrentar una embestida jurídica del equipo de Mancera. Ahora que su causa parece naufragar, nadie se está atravesando para defenderla.
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