Este jueves 11 de enero estaremos a un mes del cierre de las precampañas y habrá que ver si esta nueva etapa de la campaña del neo priísta José Antonio Meade verdaderamente rescata la precampaña del candidato oficial, porque en el fondo -aunque, prácticamente, a partir del 14 de diciembre a la fecha ha transcurrido un mes-, no se ve que verdaderamente la precandidatura tricolor adquiera la fuerza que requiere para reposicionarse como un competidor auténtico en la contienda electoral.
Meade ya se convirtió a esta altura de la contienda en el famoso ‘no levanta’, tal y como le pasó a Madrazo allá en el 2006. Muchos son los escenarios que se configuran para que el candidato oficial no despunte, como lo preveían sus demiurgos.
Uno de ellos es la crisis inflacionaria de este arranque de año: La inflación 6.77 es, verdaderamente, un impuesto a los pobres y al final – aun cuando se dice que vendrá a la baja -cuando menos por el carácter estacional de este mes-, no será en enero y, prácticamente, alcanzará hasta el cierre de la precampaña.
La volatilidad del peso se mantiene y eso también es un problema y, de alguna manera, se mantiene la incertidumbre sobre el destino del Tratado de Libre Comercio Exterior -que no acaban de mandar señales claras de que este se sostenga o no- y me parece que esos factores -fuera, absolutamente, del control de la precampaña tricolor- están afectando a la misma campaña tricolor.
En el ámbito político, la situación todavía es más compleja: Me parece que -cuando menos- cuatro factores ‘le están pegando’ a José Antonio Meade y, en particular, el primero es el presunto desvío de recursos públicos hacia el PRI, donde se ven involucrados la Secretaría de Hacienda y el exgobierno de Chihuahua.
Si la Secretaría de Hacienda no logra transparentar su “no” involucramiento o participación, va a ser muy delicado que a los arietes o herramientas políticas se sume la dependencia encargada de los recursos públicos.
Tiene que acreditar de manera fehaciente el hoy Gobierno de Chihuahua que, efectivamente, se dio esa estrangulación; si prospera o no esa ‘semilla’, habrá que ver, pero lo que sí es grave es que el órgano que maneja las finanzas públicas pudiera, finalmente, formar parte de la orquesta encargada de la situación político-electoral. Habrá que ver.
Segundo, el asunto que lastima la campaña de José Antonio Meade es la constante denuncia o el ‘destape’ de la corrupción de la parentela de gobernadores y ex gobernadores priístas.
Estábamos el fin de semana en la extradición de Roberto Borge, pasamos a principios de la semana al exgobernador prófugo César Duarte y nos falta por ver otro asunto en curso, que es el relativo al de Odebrecht, es ‘un campo minado’ donde si José Antonio Meade no logra que su partido tenga una acción proactiva en de reactiva, lo puede terminar arrastrando la campaña.
El tercero, se advierte una cierta falta de comunicación entre el partido oficial, la administración federal y el equipo de campaña de José Antonio Meade, a veces uno no acaba de entender si ‘la operación cicatriz terminó o no de cerrar las heridas’.
Y, cuarto, la criminalidad. La criminalidad -tan sólo en los primeros ocho días del año- costó 240 vidas.
En ese sentido, me parece que, por un lado, lo que es la impunidad criminal, la pusilanimidad política, la inseguridad pública y, desde luego, la corrupción, pueden afectar esa campaña; y, creo que eso se tiene que resolver en las próximas cuatro semanas, para ver si el concurso es de tres o de dos. Por donde se vea, el candidato del PRI va cuesta arriba.
@gaaelico