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Estrategias de campañas | Héctor Tenorio

Las precampañas presidenciales han consolidado a Andrés Manuel López Obrador en el primer lugar de las encuestas. Atrás viene Ricardo Anaya Cortés que desde diciembre creció unos cuantos puntos en la preferencia del electorado. En contraste José Antonio Meade Kuribreña perdió terreno y se estancó en el tercer puesto. Hizo las paces con el priísmo tradicional ya que se especula una posible declinación, es difícil que suceda pero no puede descartarse. Ahora bien, en el sistema político mexicano no se establece la segunda vuelta en las elecciones, sin embargo, esta podría darse tácitamente a principios de junio. Por esas fechas se sabrá si hay o no una coalición “anti López Obrador” además se definirá quien la encabezará. En este sentido resulta necesario tomar en cuenta otros factores. ¿Con quien se moverán los independientes? ¿Estados Unidos y los mercados permitirán la llegada de un gobierno de izquierda aunque este sea light?
No olvidemos que las campañas en México están diseñadas para que los contendientes se descalifiquen mutuamente, incluso el electorado es lo que espera ver, las propuestas quedan en segundo plano. Vale la pena preguntarse ¿Cuál es la mejor estrategia en este contexto? A Meade Kuribreña no le queda de otra que atacar a López Obrador y a Anaya Cortés, a éste deberá tratar de no golpearlo en exceso, evitando así abrir demasiadas heridas que luego sean imposibles de sanar. Si en junio el abanderado tricolor logra apoderarse del segundo lugar sería lógico que capitaneara la alianza contra López Obrador, además con la ventaja de que algunos independientes como Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón se sumarían a su proyecto de ser presidente de la República.
En el caso de Anaya Cortés, tiene que concentrarse en AMLO, no le conviene hundir demasiado a Meade ya que en junio posiblemente necesitará los votos de los priístas. El inconveniente que presenta su candidatura es que los independientes difícilmente lo respaldarán. Se ve complejo que pueda impedir que López Obrador sea el próximo mandatario.
Curiosamente quien tiene que tomar la decisión más difícil es López Obrador, si ataca a Meade lo colocaría en segundo lugar a un mes de la elección. Si decide desbarrancarlo generaría una sed de venganza. En ambos casos pone en peligro su hipotética victoria. La situación menos desfavorable para el tabasqueño es cuestionar a Anaya en todas  sus acciones, asegurándose de que llegue a la recta final de la contienda en el segundo sitio y esperando que no lo rebase.
Ahí no terminan las dificultades del dos veces candidato presidencial, si el presidente venezolano Nicolás Maduro se reelige en el mes de abril, la presión de Washington aumentaría en contra de México, el objetivo sería evitar un corredor de gobiernos de izquierda. También deberá poner atención acerca del crecimiento de los independientes, porque eso irá en detrimento de sus intereses.
El dueño de Morena debe tener presente lo que sucedió en el 2006 cuando iba arriba de las encuestas y decidió denigrar al entonces presidente de la República Vicente Fox diciéndole “ya cállate chachalaca”. Las consecuencias no se hicieron esperar el guanajuatense intervino en la contienda y Felipe Calderón repuntó. Si bien es cierto que las circunstancias son distintas, AMLO no puede olvidar que hace 12 años él mismo contribuyó con sus errores a la derrota, claro sin pasar por alto que hubo fraude.
Esto es lo que deberían hacer los candidatos, el problema es que al fragor de las campañas los involucrados dejan de lado lo que les conviene y terminan actuando con el hígado.

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