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Morelia, la oportunidad para la izquierda | Por Hugo Rangel Vargas

En 1989 el Ingeniero Samuel Maldonado se convirtió en candidato del naciente Partido de la Revolución Democrática a la alcaldía de Morelia, alzándose con un histórico triunfo para las fuerzas progresistas, siendo esta una de las primeras ciudades importantes en el país gobernada por la izquierda. Lo que ocurrió después es bien sabido: la antigua Valladolid ha sido gobernada por una casta de políticos que se ha alternado en el poder, en un juego de componendas que trascienden a los partidos políticos.
El resultado para la ciudadanía de esta alternancia priista y panista en la ciudad capital de Michoacán es nefasto. Existe un descontento ciudadano hacia el funcionamiento de los servicios básicos, obligación elemental de la autoridad municipal; la ciudad ha crecido de forma desordenada atentando contra la viabilidad ambiental de la misma, a lo cual se suma el hecho de que casi un 10 por ciento de la población en el municipio se encuentra en condiciones de pobreza extrema.
Subido en esta cresta de descontento, el actual alcalde alcanzó la mayoría electoral en el proceso del 2015, sin embargo es sabido entre corrillos que Alfonso Martínez Alcázar, munícipe independiente, conquistó este triunfo apuntalado por acuerdos con escisiones de los grupos de poder que tradicionalmente estaban al frente de los destinos de Morelia. Ahora, esos sectores parece que se han alejado del presidente moreliano quien pretende la reelección.
A esta coyuntura se agrega la debilidad estructural que acusa el Partido Revolucionario Institucional. Con una candidata a la que algunos de sus opositores internos acusan de haber sido impuesta, abandonado del acaudillamiento de Fausto Vallejo y cargando a cuestas el desprestigio del gobierno federal así como el peso de la campaña presidencial de un candidato que no despega; se antoja que el tricolor es la opción política con menores posibilidades electorales en la capital michoacana.
En el frente de Acción Nacional y sus aliados putativos (el PRD, Movimiento Ciudadano y el Partido Verde) el jaloneo y la disputa interna están a la orden del día. Con el reparto de candidaturas como único elemento en su agenda de definiciones; estos partidos han hecho de lo que los une, el factor que los dividirá al punto tal de poner en riesgo la continuidad de la alianza a nivel estatal. 
Un factor adicional que contribuye a la pulverización de las opciones políticas en Morelia es la emergencia de Fausto Vallejo como posible candidato del PES y el PT, dos partidos pequeños que seguramente calculan que la rentabilidad electoral del ex gobernador podría darles los votos suficientes para sostener el registro estatal y una representación en el congreso local. Pese a que el capital político de Vallejo no es despreciable, su desgaste podría pasar factura a su posibilidad real de triunfo.
En este entorno, el Movimiento de Regeneración Nacional como aglutinador político del voto antisistémico tendría la posibilidad real de capitalizar las debilidades de sus contrincantes en el proceso electoral de este año en el que se elegirá al Presidente de Morelia.
Para que esto pueda concretarse, podrían contribuir algunas variables adicionales. La primera de ellas es que este partido logre aglutinar un programa político de avanzada, con amplia participación ciudadana y que sintetice añejas demandas y rezagos con banderas y derechos que las grandes urbes del mundo tienen en sus agendas.
Finalmente, MORENA tendrá que sortear la definición de un abanderado en el que se refleje el relevo generacional que está viviendo la ciudad y los liderazgos que toman las decisiones en los diferentes aspectos de la vida de la misma. Aquí quizá la mejor decisión podría ser la de fortalecer el trabajo y las aspiraciones que se han sumado en torno al joven pero experimentado regidor capitalino, Osvaldo Ruiz.
Twitter: @hrangel_v

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