Estamos prácticamente en la campaña electoral 2018, y estando en puerta tan importante proceso electoral, en la comunidad LGBTTTIAQ no vemos una sola propuesta que beneficie a nuestro “grupo específico” como nos llaman en estos procesos electoreros.
Todavía no se nos olvida el “conjunto de acciones” que implementaría el gobierno del actual presidente Peña Nieto, para combatir y erradicar la discriminación, así como legalizar el matrimonio igualitario, derecho ya otorgado por la Constitución. A su vez, también nos quedamos esperando la modificación en el Código Civil Federal, que hemos de reconocer que en Michoacán la reforma al artículo 117 del Código Familiar fue finalmente lograda permitiendo una modificación en las actas de nacimiento de personas trans.
Es esto a lo que vamos, independientemente de las posturas claras de Andrés Manuel, donde nos deja en claro que nuestros derechos están sujetos a la opinión pública y que no son temas “tan importantes”, aunado a su alianza con el Partido Encuentro Social, principales impulsores de la Marcha por la Familia y el Frente Nacional por la Familia; Margarita Zavala, que emana de la fracción más conservadora del PAN y que se ha dicho claramente en contra de los matrimonios entre personas del mismo sexo; Alfredo Anaya, no solo encabezando un frente de ya por sí incongruente, sino que no han podido fijar una postura clara respecto al tema, el partido Movimiento Ciudadano y el Partido de la Revolución Democrática han presentado y respaldado políticas en favor de la comunidad LGBTTTIAQ, por su parte el PAN evidentemente conservador, pro-vida y pro-familia natural (lo que sea que eso signifique), han dejado en claro que es un tema en el que no coinciden y todo parece indicar que MC y PRD deberán ceder y dejar fuera la agenda legislativa todo lo referente a la comunidad.
Pero si este panorama no fuera bastante desolador, en Michoacán pocos candidatos a legisladores han fijado una postura, tampoco candidatos a presidentes municipales que se comprometan a capacitar a sus policías, a generar políticas públicas que impacten positivamente en la población LGBTTTIAQ, aunque esto no es nuevo, pues pocos son los candidatos a lo que sea que deciden “pagar el costo político” de apoyar una agenda inclusiva y diversa, también hay algunos que en el análisis de “costo-beneficio” nos es evidente que deciden no apoyar la causa.
Pero candidato, candidata: Quizá no busque mi voto, quizá incluso prefiera que una persona como yo le apoye, quizá no esté de acuerdo en que personas con mi orientación sexual o mi identidad de género nos involucremos en la política, pero en las palabras de Michel Foucault “qué ceguera, qué sordera, qué densidad de ideología debería cargar para evitar el interés por lo que probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia”.
Así que candidato y/0 candidata, permítame decirle que estamos informados, que queremos ver su plataforma política donde seamos incluidos, queremos garantías de nuestros derechos humanos en el espacio en el que se postula, pero también políticas públicas que atiendan nuestras dificultades como cualquier otro “grupo específico”, porque ¿Nosotros no votamos o solo no contamos?