Por: Ricardo López
Dos días después de la elección más concurrida de la historia mexicana y vemos ya los resultados de ella. Un pueblo cansado de un gobierno oligarca ha dado voto de castigo en las urnas. Las mentiras de siempre, las traiciones al pueblo así como la osadía de burlarse de él, cobraron el pasado 2 de julio la factura a un sistema decadente.
El efecto Andrés Manuel fue como un huracán, arrasando con todo lo que encontró a su paso, muy pocos cargos y una gubernatura, se salvaron de ser “morenos” ante la fuerza (o furia) del electorado nacional.
Las poblaciones historicas conservadoras fueron los pocos muchos donde la derecha logró conservar el control, ciudades como La Piedad, Jiquilpan, en Michoacán, siguen siendo de derecha, a pesar de que Zamora dio la sorpresa al ganar MORENA esa localidad, Jacona es tricolor con amplia ventaja.
En Guanajuato, tierra cristera por excelencia, gana el PAN, en la gubernatura y gran cantidad de presidencias municipales.
El efecto AMLO se dejó sentir fuerte, de igual manera, el discurso dado la noche después de las elecciones por el ahora Presidente Electo, fue fuerte, lleno de equilibrio y ecuanimidad, quedó atrás el rispido discurso.
Habrá que abonar como ciudadanos, nos guste o no, a una reestructura sociopolítica que tanto urge al país, era lógico de esperarse, que ganara el artazgo, el dolor las mentiras hechas, para dar la espalda al gremio político más corrupto que ha habido en la historia.
A partir del mes de diciembre, cuando inicien los nuevos tiempos de gobierno social progresista, los mexicanos tendremos que redoblar esfuerzos, el cambio se logró en las urnas, en nuestras poblaciones se logrará con esfuerzo conjunto, población y autoridades, es momento de cerrar filas a la unidad, queríamos cambio, ya lo tenemos, hagamos ahora lo que como ciudadanos nos corresponde. Seamos respetuosos de los que piensan diferente, queremos tiempos distintos, hagamos pues actos y acciones diferentes.
Es cuánto.