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Al grito de “saque a Los Viagras” encaran a Secretario de Seguridad; éste abandona el Foro para la Pacificación

América Juárez Navarro
Morelia, Mich., Bastó la voz de un hombre que al parecer era Sacerdote, pues tenía colocado el “cuello clerical”, para que en el foro de Pacificación y Reconciliación convocado por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, salieran todos los demonios. En lo que para unos fue un acto orquestado, a la vista de los que observábamos el momento, era una catarsis contenida de familias que lo perdieron todo lo que se puede perder un hijo, un esposo, una hija, una madre, un hermano.
“Justicia, justicia”, “vivos se los llevaron vivos los queremos”, “asesinaron a mi esposo”, señalaba una mujer con la voz contenida, “mi hijo está desaparecido” se gritó en el lado de las víctimas, mientras en el templete se colocaron dos jóvenes con la leyenda “justicia para Arantepacua”, en tanto en el micrófono el secretario de Seguridad en Michoacán Juan Bernardo Corona intentaba tomar la palabra, continuamente era interrumpido.
El momento más difícil para el funcionario estatal fue cuando el sacerdote, llegó a reclamarle, le gritaba “saque a Los Viagras y a Los Templarios”, mientras las víctimas, cuestionaban la ausencia del Gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, “saque a Los Viagras y Los Templarios, dejé los acuerdos, sea honesto. Para que haya paz tiene que haber honestidad, rompa los acuerdos, saque a Los Viagras y Los Templarios, sea honesto y dígaselos en la cara”, mientras gritaba con una biblia en la mano y los jerarcas de mayor cargo, miraban callados la escena.
A un costado donde se ubicaron algunos de los diputados electos de Morena, había una mujer “enjoyada”, de rayos en el cabello, y bolso que imitaba a los de Louis Vuitton, alzaba la voz y sin entender lo que ocurría- pedía se callaran-.
“¡Shsss!, cállense, dejen escuchar”, decía la mujer de aretes grandes y accesorios en el cuello, y cabellos rubios, sin entender que había madres, hermanos e hijos, que no pensaban en apariencias, exigían justicia.
Minutos antes, Raquel González presidenta de la Asociación de Viudas de Apatzingán, había dejado un público conmovido, el discurso que fue fuerte y emotivo y relataba, con voz entrecortada: “En el 2012 desaparece mi esposo, aunque han pasado los años, sigo sufriendo, es muy difícil para nosotras las mujeres, no encontramos respuestas, aunque hemos tomado terapias, no podemos superar esto”.
“Ya basta queremos un México en paz”, insistía Raquel González, al referir que en diciembre su hija de 16 años se va al panteón, a llorar a la tumba de su abuelo, “no tenemos una tumba donde llorarle, porque no aparecido su cuerpo”.
Nadie era ajeno a lo que se vivía, Alfonso Durazo candidato a ocupar la Secretaría de Seguridad Pública en el nuevo Gobierno morenista, al tomar la voz, y en un intento de calmar los ánimos, señaló: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, la reacción levanto aplausos, así como la repetición de las promesas hechas por Andrés Manuel López Obrador en campaña, educación para todos los jóvenes, becarios si, sicarios no, y la promesa de entregar un México en paz en el 2024.
El rector de la Universidad Michoacana, en su intervención inicial y como anfitrión del evento, ofreció el acompañamiento de la casa de estudios en este proceso, y afirmó: “hay ceguera, indiferencia y apatía para matar este cáncer que está rompiendo la cohesión social, hemos perdido de vista que nos necesitamos, ese bien tan adorado y querido, ignoramos actuar ante este cáncer que está azotando a la sociedad mexicana”.
Pero no todo es podredumbre, refutó el cardenal, Alberto Suárez Inda, al señalar que hay esperanza, la nobleza del pueblo debe inspirar siempre viendo al futuro, los políticos no han de prometer el paraíso, continuó, lo que si deben asegurar es que no vivamos en un infierno, y exista una patria habitable, donde todos nos reconozcamos.

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