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OPINIÓN// El ABC del Poder, por Elba Esther

Por Jorge Luis Hernández
Como Generala triunfante, arropada por los suyos, en un escenario elegante, presumiendo un estado físico mucho más optimista del que sus abogados describieron durante meses para pugnar por la gracia de la prisión domiciliaria y con un gran manejo de la expectativa, que le permitió ser cubierta por todos los medios, reapareció la vitalicia dirigente magisterial Elba Esther Gordillo.
Su retorno coincidió la conferencia de prensa empatada con el inicio del ciclo escolar y la primera reunión oficial de transición, y aún así concentró reflectores. La absuelta, a juicio del impartidor de justicia, por la debilidad de las pruebas presentadas por la PGR, sentenció: “recuperé la libertad y la reforma educativa se ha derrumbado”.
Y minutos más tarde, la muerte anunciada de la reforma educativa se confirmó en boca del presidente electo y en pleno Palacio Nacional: “se va a cancelar la actual reforma educativa”. Lo que, finalmente, puso fin a una serie de especulaciones alimentadas desde la campaña y, después de la elección, desde la oficina del virtual secretario de educación sobre el fin, o no, de la reforma.
Pero más allá del presunto arreglo entre la nueva clase en el poder y las fuerzas magisteriales aún comandadas por la Maestra, del que muchos analistas, opinólogos y conspiradores ya se han hecho cargo, el caso de Elba Esther muestra dos cosas muy claras sobre el poder en México.
Lo primero, la incapacidad de la actual administración en muchos niveles: habla mal de las pocas habilidades para diseñar una política pública, consolidar apoyos y vencer resistencias en su administración, aún más para comunicar beneficios y conseguir apoyo popular.
En ese mismo orden de ideas, muestra el uso político de la justicia. Principalmente, porque parece increíble que la PGR fuera incapaz de armar un caso sólido en contra de la líder sindical exhibida, desde hace tiempo, en el dispendio de los recursos del gremio al que encabeza, incluso considerando las limitaciones de los integrantes de la fiscalía; también, porque da la sensación de que la intención del gobierno federal con Elba Esther era ser duro, pero no tanto; calculando que la prisión la anularía como factor de oposición y que, con su desaparición, la resistencia sería controlable.
La libertad de Elba Esther y, sobretodo, el mensaje contundente de que buscará regresar a la cúpula magisterial, que siempre le ha pertenecido, son el resumen perfecto de la administración 2012-2018. Un grupo de funcionarios que quiso aplicar reformas sin precedentes con las mismas fórmulas políticas de hace décadas. El resultado no podría ser más desastroso, mataron la credibilidad de la agenda reformista, al pegarla a sus prácticas de corrupción y sus actitudes patrimonialistas que escandalizaron a los mexicanos.
Por otro lado, la presunta fuerza con la que Elba Esther parece regresar también dice mucho sobre el tablero político en México. Mucho se especuló sobre cómo la operación política del SNTE ayudó a la victoria del PAN en 2006, se le atribuyeron poderes míticos que, si bien son exagerados, permitieron conservar el registro del PANAL durante lustros.
En 2018, los 30 millones de votos de la opción política ganadora dan la sensación de que detrás de ese éxito sólo estuvo la movilización orgánica movida por el hartazgo generalizado. No obstante, sería ingenuo, por decir lo menos, ignorar que hay actores políticos que, por su peso y su ascendiente, siguen pesando e importó mucho para dónde fueron sus votos.
El acto de gobernar implica considerar a todos los actores impactados por las decisiones de gobierno, es preciso escuchar a todos y, en la medida de lo posible, atender sus demandas. Pero, la cesión siempre tiene límites y en el acto de concertar las buenas ideas de política pública estás pueden quedar descafeinadas e inoperantes.
El fracaso de Niño deja una lección: no se puede hacer una reforma educativa sin los profesores, pero la vida de Elba y su empoderamiento dejan otra más importante, renunciar a los poderes del Estado es entregar intereses nacionales a cálculos grupales. La educación no está para definirse con base en cálculos políticos.
Al tiempo.
 
 

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