Por: Gerardo A. Herrera Pérez
A 70 años de aprobada la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre de 1948) y uno de los libros más conocido en el mundo, nos preguntamos los que hemos estado de manera permanente trabajando el tema de los derechos y las libertades, si este documento sustantivo universal representa las aspiraciones de más de siete mil quinientos millones de humanos.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el piso mínimo, de un derecho universal positivo para la humanidad; los principios de la Declaración son de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad, pero no han llegado a la población por muchas causas, entre ellas y en lo que toca a nuestro país, el auge del narcotráfico y el crimen organizado, así como la descomposición del tejido social y el debilitamiento del Estado de derecho, han puesto en crisis, no la validez, pero sí la vigencia de conceptos y valores que dan sentido a un Estado democrático y social sustentado en la vigencia de las leyes y hoy también de sus tratados internacionales.
El contexto en que se formuló la Declaración es el resultado, entre otros, de la toma de conciencia de las dolorosas lecciones aprendidas tras los horrores y la devastación de los cuerpos y del medio ambiente, durante la Segunda Guerra Mundial, aquellos momentos orientaron el diseño de los marcos normativos y de las políticas públicas, y como exprese al parecer no han sido aún superadas, continua vigente la violación a los derechos humanos.
A 70 años, los más de siete mil quinientos millones de humanos, requieren con urgencia hacer una minuciosa revisión de la misma para dar contenido, en las circunstancias actuales, a valores tales como la libertad, la justicia y la paz, el libre desarrollo de la personalidad, todos ellos, elementos necesarios e indispensables para el reconocimiento de la dignidad de toda persona y del respeto irrestricto a sus derechos inherentes e inalienables; no se requiere transformar, es solo aplicar y hacer vigente su contenido.
Hoy, países violadores de los derechos humanos como: Estados Unidos, China, Rusia, Siria, Irak, entre otros Cuba, incluso México, quien tiene deudas pendientes con temas como Ayotzinapa, Tlatlaya, y un largo etcétera, plantean en sus discurso negación, desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos; lo que en muchos de los países miembros de la ONU, se hayan originado actos de barbarie que deshonran nuestra condición y merman la conciencia ética de esta humanidad.
Ante ello, plantear que es importante seguir trabajando para lograr el pleno respeto y reconocimiento de los derechos humanos y libertades continuará siendo una asignatura pendiente en México y en el mundo; el gobierno electo que tomará las responsabilidades de México el 1 de diciembre, tiene un gran compromiso con los Derechos Humanos y las libertades, de todos, de todas en el marco de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Considero que más allá de la conmemoración, que para mí es un compromiso moral hablar de ello, por ser el primer recipiendario de la Presea al Mérito Michoacán de los Derechos Humanos en 2012, es indispensable hacer un repaso crítico de lo que ha brindado la Declaración para promover los valores de la igualdad y la libertad y, sobre todo, de los avances y retrocesos que ha tenido en su cumplimiento y de todo aquello que continua siendo letra muerta para muchos países miembros de la ONU.
De forma personal o bien colectiva, un número muy importante de personas ven trasgredidos sus derechos de forma sistemática; en este mismo momento que escribo el artículo, cientos de mujeres están siendo violentadas en su dignidad humana, así como personas con discapacidad, adultos mayores, indígenas, personas de talla baja, afro-descendientes, personas en condición de calle, huérfanos, desplazados, minorías religiosas, migrantes, minorías sexuales, y un largo etcétera; en donde podemos ubicar la desigualdad, la inequidad, la exclusión y la injusticia.
A 70 años, ¿la Declaración Universal de los Derechos Humanos es letra muerta?, yo respondo la pregunta expresando que no, que no lo es, la Declaración Universal conserva intacta la fuerza moral y jurídica con la que fue aprobada hace ya 70 años. Es la fuente jurídico-filosófica de la que emanan todos los demás documentos jurídicos internacionales de protección a los derechos de las personas.
Hoy, como lo vengo haciendo desde hace años, en el día a día, promoviendo y desarrollando la conciencia social, como lo hice este sábado y domingo en Apatzingán ante más de doscientos alumnos de la Universidad Tecnológica Mexiquense, y el Domingo, ante población civil en la plaza de la Ranita en Uruapan Michoacán, como lo haré mañana con trabajadores del Gobierno del Estado de Michoacán. A 70 años, la sociedad y el gobierno en gobernanza construyendo para un mundo mejor.