Daniel Márquez Melgoza
De una vieja lectura sobre la historia de Venezuela, rescato el recuerdo de algo que en aquel momento me llamó la atención; se trataba de la época de los gobiernos anteriores a la aparición de Hugo Chávez, con su política bolivariana a partir de 1999.
En aquellos tiempos era una escena común y corriente en los estacionamientos de las súpertiendas, ver a militares llevándole el carrito del súper a señoras encopetadas de la “mejor sociedad” venezolana. Por supuesto que con Hugo Chávez en el poder, el estatus de los militares cambió: adquirieron dignidad.
Por eso, 20 años después, las fuerzas armadas venezolanas siguen cerrando los oídos a los cantos de la sirenas golpistas. Para confirmar la idea, comparto con el lector de estas líneas, un párrafo del artículo de Leopoldo Sánchez Ramírez: Venezuela, entre la paz y la guerra (La Jornada, 14/02/2019):
“… Desde su inicio, la revolución bolivariana planteó el cambio democrático sin violencia. Pero por lo que puede verse y han declarado, los estadunidenses apuestan al desmoronamiento del ejército venezolano, pero ese es un objetivo viejo desde el comienzo de los 20 años transcurridos de chavismo. Una y otra vez la oposición y Estados Unidos maniobraron para lograr una rebelión de las fuerzas armadas y en esos 20 años no ha ocurrido nada trascendente en la disciplina militar. A pesar de las críticas justificadas a la conducta de algunos militares de alto rango es también necesario reconocer al ejército chavista sui géneris dentro del panorama de ejércitos en la geografía latinoamericana. Hay una mayor politización en ellos (entendida como concientización sobre los intereses de su patria, y compromiso con su pueblo y gobierno)…”
OPINIÓN // Una cierta nostalgia venezolana
