Por: Humberto Urquiza Martínez
Quizá una de las acciones que las personas más se han desvirtuado en las sociedades modernas, son las relativas al ejercicio del poder político mediante las instituciones previamente establecidas, como son los Gobiernos Federales, Estatales y Municipales, así como la participación mediante los partidos políticos.
Las razones por las cuales se ha llegado a esas condiciones de incredulidad política de la sociedad, tiene que ver con diversas circunstancias, entre las que destaca la falta de interés por parte de las personas, para intervenir en las actividades de los gobiernos, bajo el prejuicio (con mucha razón) de la enajenación que la clase política (integrantes de la función de gobernar) llevan a cabo de la participación y objetivos que se tienen dentro de las instituciones públicas, por lo que, motivo por el cual, el ciudadano se aleja de las acciones de gobierno que afectan a su vida diaria y las cuales, siempre estarán presente, influyendo de forma permanente en las condiciones que la sociedad tiene y que directa o indirectamente afectan a las personas.
Desde los aspectos básicos de agua potable, limpia de calles, alumbrado público, servicios de salud, educación, así como generar condiciones para el empleo, el desarrollo social, relaciones con otras sociedades, y quizá una de las más importantes, la seguridad pública. Todas esas actividades, entre muchas otras, responsabilidad de los gobiernos federal, estatal y municipales, las cuales, sin la observación, crítica y aceptación social o ciudadana, será muy difícil que se implementen en beneficio de la población, corriendo el riesgo de que sean los intereses particulares, o los de los partidos políticos, los que se apoderen de los objetivos y sentido de las actividades gubernamentales.
Es por ello, que existen diversas formas en las que la sociedad se puede relacionar y vincular con la función pública: 1. En la elección de sus autoridades (cada 3 o 6 años, dependiendo del cargo) tiempo en el cual, producto de una revisión de las acciones de las personas que fueron electas para gobernar, se puede mantener un voto en su favor (ello con la posibilidad de la reelección en los Congresos Federales y Locales, así como en los Municipios) o bien, la calificación respecto del partido político que postuló a cada candidato que ganó; 2. Por conducto de los mecanismos de participación ciudadana como son plebiscito, referéndum, consulta ciudadana, presupuesto participativo municipal, observatorio ciudadano (para el caso de Michoacán) o consulta popular (en lo federal), con los cuales, la sociedad puede decirle qué hacer y cómo hacerlo, a los diversos gobiernos más allá de su visión partidista, o peor aún, personal.
Sin duda que el ejercicio de los derechos políticos de votar y de participar en mecanismos de consulta ciudadana, permiten que los actos de los gobiernos se acerquen más a las verdaderas necesidades de la sociedad y no que sean producto del interés de unos pocos que en determinado momento están gobernando.
Es así, que la calidad de los servicios públicos de todos los gobiernos y el destino que tendrán actividades como la economía, el trabajo, la seguridad pública, salud y educación, entre muchos otros, dependen de la participación ciudadana, por lo que, lo mejor es la activación social, mediante los mecanismos que la propia ley reconoce, aunado a otros mecanismos políticos y sociales que se pueden usar, para lograr igual fin. Participar deberá significar: calidad en los servicios.