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OPINIÓN // Re-conceptualizar la democracia

Humberto Urquiza Martínez

Uno de los anhelos que se han manifestado en los últimos años en las sociedades occidentales contemporáneas, es llegar a condiciones sociales y políticas de democracia, como un modelo de gobierno en el que la sociedad se asuma representada en beneficio de sus intereses y en donde las decisiones sean tomadas por los representantes populares, en tanto son electos por la mayoría de ellos –por lo menos es el idea democrático-.

Sin embargo, los requerimientos de las sociedades políticas actuales, ya no solamente se satisfacen con la garantía del voto igualitario y de sus efectos de gobiernos representativos, producto de procesos electorales competitivos, si no que es indispensable otorgarle otros elementos que se convierten en fundamentales para hablar de una sociedad democrática. Esos aspectos son diversos, pero los de mayor impacto son: la participación de la mujer en la toma de decisiones, y por tanto, su incidencia en todas las estructuras de gobierno -federal, estatal y municipal-, para garantizar no solamente la participación paritaria, sino esencialmente, con nuevos contenidos y formas de tomar las decisiones, el sentido sustantivo de la paridad.

Otro elemento es, el necesario desalojo de la violencia en los procesos políticos y electorales, no solamente a mujeres, sino en general, desterrar la violencia como método de acceso al poder, o de trabajo en las instancias públicas y en las relaciones de poder, a efecto de quitar dicho elemento bélico en el contenido de las decisiones tomadas por las diversas instancias de gobierno.

Así también, será necesario incorporar, como parte de las condiciones mínimas de una nueva democracia, la visión intercultural, que se traduce en la generación de condiciones para la existencia y participación mediante procesos propios, de grupos culturalmente distintos, los cuales asumen una posición diversa a las características de la sociedad en la que participan, transitando a una visión heterogénea para dejar de lado, la perspectiva homogénea, que  ha imposibilitado la contribución de otras visiones de grupos culturales como los indígenas.

Por último, la democracia en la perspectiva moderna requiere de la intervención en las decisiones públicas de grupos minoritarios que hacen posible reenfocar los retos y soluciones de los problemas colectivos.

Es asi, que la existencia de las sociedades modernas enfocadas a perspectiva democrática, ya no basta con condiciones de competitividad electoral y participación directa en las decisiones de las instituciones públicas, ya que las sociedades con nuevas realidades y por tanto, innovadores retos, requieren de aquellas nuevas condiciones en las que la interculturalidad, la participación real y decisiva de las mujeres, así como en la construcción de minorías con intervención real en las políticas públicas y diversas acciones de gobierno, y con ello, lograr que las posturas políticas de impacto público, tengan nuevos contenidos y visiones que, sin duda, beneficiarán a la colectividad y regenerarán las condiciones de la democracia.

El reto no es menor, ya que no solamente es responsabilidad de los gobernantes y de los gobiernos, sino principalmente, de la sociedad que por medio de la presión pública, reinventarán la idea y realidad de la democracia, a partir del cumplimiento de los derechos fundamentales –humanos-.

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