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Francisco Martínez, el clérigo que vive por la defensa de comunidades indígenas

América Juárez Navarro
Morelia, Mich., El sacerdote José Francisco Martínez Gracián se ve como un hombre sencillo, sin mayores atavíos, con suéter verde, camisa que muestra algunos hilos deshilachados y pantalón de mezclilla, se dispuso hacer uso de la Tribuna del Pleno del Congreso del Estado ante su cuestionado galardón por algunos diputados, que poco o nada han hecho por las comunidades indígenas como el mismo clérigo lo reconoce.
No se asume como del “Alto Clero” como se expresa de este sector, incluso ningún miembro de la iglesia católica estuvo presente durante la entrega de la presea Melchor Ocampo en el Congreso del Estado, a un hombre que en 1968 participó en el movimiento estudiantil fue preso por defender sus ideas, que lleva dedicando 45 años de su vida al servicio de la iglesia, pero principalmente en la defensa de las comunidades indígenas.
Su discurso abrió con una lengua purépecha fluida y vasta, y concluyó con una lengua española en la que exigió a diputados que después se tomaron fotos para presumir en sus redes sociales, sepan “escuchar”, y es que, a decir del clérigo, de esto adolecen los diferentes órdenes de Gobierno y los Poderes del Estado, no saben escuchar y tratan a las comunidades indígenas como “ciudadanos de segunda”.
Antes de ser abordado por medios de comunicación, diputados de todos los colores, partidos que son lejanos, muy lejanos de comunidades indígenas y sus necesidades, lo abordan, toman su celular, mientras él con un gesto de cortesía los abraza y arropa, afuera los esperan los suyos, su gente que tiene listo un gaban, flores y moños para ponerlos en el sacerdote como muestra de agradecimiento.
El presbítero no pierde en ningún momento suelo, pese a las adulaciones propias de la clase política que asume como suyos los logros, cuando se trata de premios y reconocimientos, sin embargo, en entrevista Martínez Gracián no duda, es fuerte y asertivo al señalar, que no hay política de atención a las comunidades indígenas, por parte de este Gobierno, ni ningún poder.
“Han padecido hasta la fecha una política de apaga fuegos, hasta que surgen los problemas esta la presencia del Gobierno, y generalmente llega y se retira, se requiere una permanencia permanente y un diálogo de carácter horizontal, digno, donde las comunidades conforme a su cultura y escala de valores tengan el derecho de ser ciudadanos no de segunda, sino ciudadanos con derechos y deberes”.
Y prosigue: “Yo pienso que el problema es que la política ha sido de goteo, primeramente en el ámbito electoral y después cuando surgen problemas, pero no hay una acción contundente y permanente para atender la diversidad de problemas, pero apuntalar las necesidades que tiene el pueblo purépecha, que dota de agua al 47 por ciento del estado, y no recibe nada a cambio, hay una enorme desigualdad en este sentido, aunque los discursos dicen lo contrario”.
A decir del padre Martínez Gracián no hay una política pública, mientras las ciudades tienen mayor atención, los pueblos purépechas tienen algunas acciones de carácter subsidiario, apoyos o algún tipo de ayuda, las cuales aseguró no quieren las comunidades indígenas, se busca una relación horizontal, con derecho a educación propia, territorio propio.
Tras dejar claro que no son víctimas, son la gran oportunidad para arrancar en Michoacán un gran desarrollo, habló sobre su designación a esta presea, ante voces encontradas, se dijo encantado de que haya divergencias, se tiene que sumar, y se dijo conocedor de la vida de Melchor Ocampo, que sabía cinco lenguas, y aclaró que Ocampo se refirió a los del Alto Clero, no al que andaba en la “talacha”.

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