Por: Javier Lozano.
Resulta necesario insistir que el arrastre y la ola que ha construido MORENA, no ha sido obra de la casualidad. El 2018, tan solo fue la punta del iceberg y el inicio evidente y expresivo de una sociedad que había llegado al límite por el desprendimiento del viejo régimen que edifico el PRI y pocos años el PAN; la cual produjo diversos matices, donde la incertidumbre por obtener una verdadera democracia, pereciera estar en un terreno fértil.
Este pasado 2 de Junio, se llevaron a cabo elecciones en distintos estados; pero la atención se centró principalmente en los estados de: Puebla y Baja California, por ser dos de los principales epicentros del panismo en los últimos años, y se consolidaron, como una fuerza política muy importante estructuralmente. Las distintas encuestas ya comenzaban a mostrar un posible escenario de transición de partido; la lógica indicaba un arrastre por la popularidad y liderazgo que sigue gozando Andrés Manuel López Obrador; pero también, por el desprecio que representan los partidos que en los últimos años, han ofrecido un demagogo abanico en sus instituciones gubernamentales de la función pública.
El florecimiento que ha tenido MORENA, lo coloca como uno de los favoritos para arrasar nuevamente las disputas intermedias del 2021; que incluyen por supuesto a nuestro estado de Michoacán.
La versión que ha ofrecido el PAN, no ha logrado permear en la sociedad; se ha desvirtuado lo que había consolidado a partir del año 2000. Es cierto, ganaron alcaldías y distritos locales en muchos estados, sin embargo, perdieron dos epicentros claves que han jugado un papel decisivo en las contiendas pasadas como una estructura operativa. Pero el otrora, tuvo una fragilidad evidente desde su principal dirigencia nacional que encabeza: Marko Cortés. Un perfil, con un inestable discurso y narrativa, que han impedido incluso, incursionar en las temas de la agenda pública; tiene un partido aun dividido de la elección pasada del 2018, y durante su gestión: no ha podido construir una verdadera oposición que haga contrapeso a la aplanadora de MORENA.
A pesar de que prevaleció el abstencionismo en gran parte de los estados, no termino por ser tan crucial, y al final el tema de las alianzas: terminaron por definir una elección; hablo en específico del Estado de Puebla.
La lectura de esta contienda nos arroga muchos matices; sigue prevaleciendo el desánimo por los partidos del PAN y PRI, este último, con la posibilidad de tener las horas contadas para perder muchos estados en las elecciones futuras. Aquella aplanadora del PRI ha mostrado una inmadurez; una desorganización que los ha llevado a no poder resolver sus problemas internos, ni mucho menos el desliz aplastante que sufrieron en las elecciones pasadas. Este contexto responsabiliza a la pobre administración de EPN, pero también, al abanico extenso de irregularidades que vienen cargando gobernadores y exgobernadores que han trastocado la irresponsabilidad de sus funciones.
Gano MORENA; es cierto, bajo un proceso distinto; bajo un esquema diferente al 2018, donde el ánimo que expresaba y liberaba la sociedad por un cambio, desencadenaba el escenario de transformación; sin embargo, MORENA sigue ganando terreno, o mejor dicho Estados: lo que constituye una fuerza social más sólida para el presidente.
MORENA sigue desplazando el efecto de López Obrador.
El PAN con una dirigencia gris y opaca, no transmite conexión ni empatía con el electorado, más que una megalomanía exagerada por desacreditar el gobierno de AMLO.
Y por último, el panorama que nos ofrece el PRI, parece más incierto y no logran recomponer el tropiezo y el profundo vacío que edificaron en el 2018. Valla enjambre, aturdimiento y decadencia están teniendo; esto, es solo el resultado de una cuasi democracia que vivimos por más de 70 años, y que fue la característica del conservadurismo del viejo régimen.
Por encima de todo esto, ya se visualiza la elección en la antesala de un variopinto escenario que protagonizarán las coaliciones emergentes que se constituyan al diseño que edifique el partido que administra el poder y morena; resulta paradójico que dos fuerzas que se identifican con la izquierda, serán los principales actores electorales con miras al 2021 en Michoacán; las posturas son distintas a tal grado, que se intensifica el intercambio abierto, ante la indudable disputa que jugarán en las elecciones intermedias del 2021. El panorama abre una contienda de viejos amigos partidistas; el resultado me atrevo a decir que va cargado para el movimiento regeneración nacional, que vive un curso con tendencia al crecimiento en el Estado.
Nos vemos la siguiente semana.