Por: Óscar Carbajal Pérez
Sin sacrificio no hay evolución, eso es claro; lo recordé ahora que me detuve a leer lo publicado en el diario Reforma, escrito por el Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello en conmemoración de los 29 años de la reforma político electoral que dio vida al entonces Instituto Federal Electoral, lo que me dejó con ganas de hacer algunos apuntes adicionales al mismo o también, considerarlo como una contestación a lo que escribió.
Si bien el Consejero Presidente menciona que no debemos olvidar las reformas electorales que se han dado para poder llegar a este punto de la historia en el cual se celebra que la alternancia cada vez es más frecuente, al grado de que se han alternado 26 gubernaturas en los últimos 5 años, no debemos dejar de lado que aún hay muchas cuestiones que no se deben dejar de lado, empezando con el trabajo que debe seguir la autoridad administrativa electoral, para poder generar espacios de participación con más confianza, y no digo que no los tenga, pero muchas veces las acciones que se emanan desde el consejo general, dejan mucho a pensar, iniciando con la falta de sensibilidad con muchos de los sucesos el país, hasta llegar en algunos casos, a la descalificación de los órganos estatales.
A lo largo de 29 años, han pasado por los pasillos de ahora INE, grandes académicos, estadistas, políticos y filósofos, que nos han dado muestra de cómo poder poner a prueba a un sistema que se mantiene de política, de cómo poder establecer mecanismos y dejarlos dentro de un margen del cual no puedan salir y legalmente estar cumpliendo con lo que se exige, es de reconocerse, siempre.
Lo decían los teóricos del Derecho Electoral, que este es la fuente de todo, además de establecer que el sistema político es consecuencia del sistema electoral y viceversa. No tenemos ninguna duda que las elecciones del 2018, fueron las más votadas en la historia, que la organización de las mismas fue una labor titánica por la cantidad de cuestiones que se tenían que mantener en orden, casillas, observadores, registro de candidatos, fiscalización, etc, pero no podemos decir que es la victoria de la democracia.
Como lo mencionó Lorenzo Córdova, la democracia no comenzó el 1 de julio de 2018, esta evolución lleva demasiadas décadas tratando de consolidarse, es como también cierto decir que no se consolidó ese mismo día, ya que hablar de la consolidación de un sistema electoral, se da desde el momento en el que sus fines son celebrados y en teoría, la democracia es el poder que tiene la sociedad de poder decidir a sus gobernantes, a las personas que representaran sus necesidades ante los órganos de gobierno, eso es democracia en un aspecto general.
Es interesante ver como se habla del inicio de la democracia desde el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial del año pasado, cuando hemos tenido como ejemplo lo sucedido en 1997, cuando se dio el voto a la alternancia y se dividió la fuerza de la Cámara de Diputados entre tres fuerzas políticas casi con una similitud, no de escaños pero si de simpatía con la ciudadanía, y esas elecciones fueron celebradas por el IFE, su primer gran reto.
De esto, la alternancia tiene un gran juego que dar, cual si fuera partido de futbol, las elecciones del 2000 fueron el gol en el minuto 90 que significó acabar con el régimen de 70 años del partido oficial, para dar oportunidad a que las expresiones políticas de oposición comenzaran a demostrar que también ellos podían ganar elecciones presidenciales, esto a base de insumos y la coordinación con la ciudadanía, quienes buscaban dos fines: la oposición, el acceso a escaños y carteras en gobierno, la ciudadanía, ser representada de manera justa a pesar de la ideología política que tenían.
Todo es causa y efecto de algo, el sistema electoral mixto, que se compone de mayoría simple y acceso a la representación proporcional con el que se ha manejado la democracia en México ha sido blindada muchas veces por mecanismos pesados, pero también necesarios con el fin de dar certeza a la sociedad de las elecciones en las cuales participa; y es qué, culturalmente, hemos sido un país con mucha desconfianza y tristemente siempre en búsqueda de alguna manera para sacar ventaja ante las ocasiones que se presentan, como ejemplo de ello, es que la desconfianza nos ha llevado a tener que votar sobre papel “billete”.
Lo que nos puede llevar a reflexionar sobre la necesidad de seguir confiando y consolidando a las estructuras electorales que se tienen actualmente y no jugar al laboratorio electoral, modificando cuestiones que han funcionado, a cambio de otras que en papel suenan bien.
Más allá de recordar solamente de donde es que viene nuestro sistema electoral, es momento de sentarnos un poco y ver a donde vamos, ya que tristemente, el sistema electoral siempre será el que reciba los golpes cada vez que algo falle, razón que dará pauta que se busquen llevar a cabo reformas, que nos llevan a primero recuperar un sistema, para después consolidarlo; cuestión que para nada estoy de acuerdo, ya que a mi punto de vista, los Órganos Electorales Locales, están consolidados, administrativamente y jurisdiccionalmente, pero también los federales lo están, hechos que son de celebrar.
Este aniversario es un buen pretexto para recordar, una vez más, que podemos catalogar al sistema electoral en lo bueno, lo malo y lo que está por venir:
Lo bueno: Estamos frente a un sistema electoral en el cual la participación ciudadana aumentó considerablemente en las pasadas elecciones, además de contar con mecanismos que nos ayudan a garantizar que la decisión de la ciudadanía se hace respetar.
Lo malo: La polarización de las fuerzas políticas han comenzado a generar una inestabilidad en el sistema electoral, las decisiones que se toman en torno a las estructuras de los órganos electorales y con la latente amenaza de desaparecer a los Institutos Locales, es un tema de preocupación que pone en juego la “paulatina pero profunda democratización del país” como lo menciona el Consejero Presidente del INE.
Lo que está por venir: El trabajar sobre una ley que pueda ayudar de manera electoral a mantener en apego total los derechos de los pueblos originarios, los cuales han estado en constante conflicto contra el sistema político; además de conseguir la confianza total de la ciudadanía al momento de llevar a cabo elecciones, las cuales cada vez son más rígidas.
Más allá de celebrar la evolución de la democracia en los últimos 29 años, tenemos que analizar el andar del sistema político desde la creación de un instituto en el cual el gobierno de manera legal, dejó de influir en la organización y calificación de elecciones, además de estar al pendiente de cómo se debe trabajar para convertir votos en escaños y esto a su vez, traducirlo en la manera de gobernar.
Sí, la democracia es una obra que ha costado mucho tiempo, no lo discuto, pero si es discutible, el cómo se ha opacado muchas veces por no cumplir ciertas expectativas, lo que genera el desencanto democrático que permea, pero no detiene la evolución del Derecho Electoral, que es el sentido de esto, misma evolución que es diaria, ya que la misma sociedad ha encaminado a que la ejecución de las normas, reglas y acciones, sean rápidas, ingeniosas, para reafirmar que no solamente tenemos derechos políticos durante las elecciones, sino todo el tiempo.
A los apuntes de Córdova, le agregaría:¿Si recordáramos día a día que la ciudadanía es quien pone y quita a los gobernantes? Evaluaríamos sus acciones siempre, no solamente en pláticas de café, sino con demandas que se hagan cumplir exigiendo la representatividad que les dimos, claro, sin distorsionar el sentido de la misma democracia.