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OPINIÓN // El desgaste político en Latinoamérica

Por Óscar Carbajal Pérez

Había escrito sobre cómo en Latinoamérica vivimos una serie de movimientos sociales que nos demuestran la inconformidad que se tiene hacia la clase política, la democracia se empieza a debilitar en muchos lugares y el diálogo es un factor importante que se está haciendo a un lado por parte de los manifestantes.

Sin lugar a dudas, la renuncia de Evo Morales el día 10 de noviembre de 2019 a la presidencia de Bolivia, se ha vuelto uno de los temas más relevantes en la agenda internacional, ya que dicha renuncia,  no solamente provoca que se quede sin mandatario federal el país; sino que esto viene a marcar un problema social de ideologías de manera extrema en dicho país, ya que el buscar quién será el nuevo presidente o presidenta que arribe al cargo de manera legítima, es el asunto de mayor relevancia en el lugar.

Hablo de legitimidad, debido a que fue lo que menos le faltó a la democracia Boliviana; de acuerdo al dictamen de auditoría hecho por la OEA en el análisis preliminar de las elecciones presidenciales de Bolivia, se encontraron:

  • Falsificación de firmas y alteración de actas, esto evaluado pericialmente por la OEA, en las que 333 actas cuestionadas, el 23% mostraron irregularidades, esto además de tener en cuenta que muchas más fueron incendiadas.
  • Los sistemas de transmisión de resultados y computo definitivo, fueron viciados, es decir, operados por un servidor ajeno al planeado por las autoridades, el cual los actores omitieron su existencia.
  • No existieron los controles necesarios de cadena de custodia del material electoral.

Lo anterior, dio en conjunto a conocer que, efectivamente hubo fraude en las elecciones de Bolivia, lo que a recomendación de la Organización de los Estados Americanos, debía reponer el proceso electoral y celebrarse las elecciones correspondientes a la presidencia.

Los países con sistemas electorales democráticos, lo principal que deben buscar es, el darle certeza a la ciudadanía que los representantes populares están ahí gracias a contiendas efectivas y bien ejecutadas, equitativas y garantes de los derechos de cada uno de los involucrados en ellas; con el fin principal de establecer que la misma ciudadanía es quien tiene el poder de decisión.

Nunca he estado a favor de los autoritarismos o perpetuarse en el poder, es en lo que jamás he comulgado con los sistemas políticos, si vivimos en sistemas democráticos, es para que todas las ideas, mayorías y minorías tengan representación en los órganos de gobierno, no para solo unos cuantos; en esto se puede hacer énfasis en que no necesariamente los gobiernos tienen que ser de derecha o izquierda por siempre, la democracia es también poder demostrar que los gobiernos pueden cambiar de ideologías y que se debe respetar (Argentina es el caso más fresco que tenemos).

En Bolivia, el problema a mi punto de vista, radicó en que no se escuchó a la ciudadanía desde 2016, cuando se preguntó sobre la reelección de Evo y la misma dijo que no, pidiendo una renovación en el gobierno (no estoy diciendo que lo hizo bien o mal), a lo que no se atendió y Evo Morales de nuevo se postuló para la presidencia de Bolivia, ganando en medio de controversias, las cuales ya fueron expuestas; por tal razón se convocó a nuevas elecciones, con vigilancia de la OEA, claro está.

Evo renunció debido a las protestas y presión, sin fijar fecha para las nuevas elecciones presidenciales y dejando un país colapsado con las inconformidades. Para quienes estaban inconformes con las elecciones, se cumplió, las tendrán de nuevo, pero a mi particular punto de vista, el utilizar el ejército, involucrar a la religión para justificar actos, el rechazar el diálogo y seguir con protestas que inciten el descontrol dentro de los estados, no es la manera de reconstruir, desestabilizando el mismo sistema en el que se ha confiado.

Soy alguien que cree en la democracia y que ha estado analizando lo que pasa en los países que se rigen bajo este sistema, alguien que cree que el poder efectivamente está en el voto de cada uno de nosotros y que esto se debe respetar siempre.

Así mismo, creo en el respeto a las ideologías, pero lo que sucede ahora en Bolivia, es de cuidado, un país que pedía elecciones confiables, podría ser gobernado ahora por un extremista derechista, religioso y que con biblia en mano justifica sus actos, Luis Fernando Camacho es quien dirige estos movimientos y que me recuerda mucho en estos momentos a Fujimori, en Perú.

¿Por qué menciono esto? Porque si algo nos ha dejado como enseñanza el ver gobiernos con ideologías extremistas o populistas (sean de izquierda o derecha), es que terminan por acabar con la democracia, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt lo explican perfecto en su obra “Cómo mueren las democracias”, así como también explican el efecto que sucede cuando la sociedad abandona a sus gobernantes, por más acciones buenas que hayan tenido; el desgaste político es fatal, lleva al desencanto y la única manera de recuperar la legitimidad, es respetando los procesos, eso pasó en Bolivia.

Los movimientos sociales han sido parte fundamental de la historia, así mismo, las acciones que se tomen después de ellas; en Bolivia, no se pidió que se llevaran a cabo las elecciones de nuevo porque Evo fuera indígena, porque el país creció o porque no hubiera acabado con la pobreza. Se pidieron porque no se respetó a las instituciones y porque la ciudadanía no quería más a la misma persona, siendo que se vive en un país democrático.

Lo que describo aquí, no es más que una opinión muy personal, de preocupación en cuanto a la funcionalidad de la democracia en Latinoamérica, misma que pareciera estar en riesgo si las decisiones de la ciudadanía no se respetan y la desigualdad aumenta, ya que es el factor principal del malestar social en contra de la clase política, lo que me lleva a señalar que, el mismo malestar está acabando con el diálogo y pareciera más fácil tomar violencia, que confiar en el depositar un voto en las urnas.

Cierro diciendo que, la democracia debe ser legítima, la certeza y respeto a la ciudadanía debe ser permanente y ninguna ideología vale más que la paz y la estabilidad de una sociedad, sólo así podremos ver cómo no muere una democracia, sea la ideología que sea.

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