Raúl López Téllez
Un promedio de 800 mil mujeres laboran como trabajadoras sexuales en el país, con ingresos que alcanzan y representan el 2 por ciento del Producto Interno Bruto, situación que va aparejada por el rechazo, la condena y la estigmatización hacia este sector al negarles la protección legal, por lo que la apuesta del libro “Putas, activistas y periodistas”, busca generar una conciencia acerca de un fenómeno que oculta corrupción e impunidad en el país.
A juicio de su coautora, Elvira Madrid Romero, la sociedad debe saber “como es el trabajo sexual tanto de una mujer como de trans; en este momento son muy criminalizados, pero no se ve que quieran hacer algo para que se reconozca su trabajo como un oficio más, ya que a nivel internacional hemos estado luchando para que sí se reconozca”. Enfatiza en que “una cosa es trata de personas, que existe y que hay que combatirla, y otra es el trabajo sexual de quien por su propia voluntad o decisión o circunstancias, está ahí”, señaló en entrevista momentos antes de la presentación del texto este mediodía en el Archivo Municipal.
En la Ciudad de México, apunta quien también encabeza la Brigada Callejera, organización editora también del libro, ya se reconoce a los servicios sexuales como un trabajo no asalariado por la sentencia 112/2013 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, única entidad en el país que le asigna tal reconocimiento y que debe alcanzarse en otras entidades. Mientras haya un vacío jurídico, “todo mundo abusa de ellas, principalmente la policía, en cuanto a extorsión, algunos funcionarios que algunas veces recaudan recursos económicos a base de las compañeras”.
Elaborar este libro le llevó siete años, con 16 entrevistas de trabajadoras sexuales que ellas mismas reportearon y escribieron, afirma con un gesto de satisfacción. “Se tuvieron que capacitar para ser periodistas comunitarias, se capacitaron en cómo hacer una entrevista, cómo escribirla y sobre todo, como ellas querían, hacer un periodismo diferente, con respeto y que escucharan sus propias voces; esto creo que es la parte más importante, explican un poquito como fue su niñez, como entraron al trabajo y como ha sido la lucha de cada quien, la parte que hay que rescatar de este libro porque a veces la violencia empieza desde la casa”.
Los testimonios en el texto son voces de varios estados del país, Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, Chiapas, Michoacán, Veracruz, Jalisco, entidades afirma “donde más trabajo sexual hay, que más expulsa por la pobreza extrema”. Otros testimonios son de entrevistados de Honduras, Guatemala y Nicaragua, por las condiciones fronterizas en los límites del sureste mexicano con Centroamérica donde “muchas de las mujeres que migran van a dar al trabajo sexual”.
De acuerdo con la sentencia de la SCJN, el trabajo sexual “es tan digno y legal como cualquier otro, tienen derecho a formar su sindicato”, rescata — de la experiencia para lograr el reconocimiento. “Es un gran triunfo que otros estados ya están retomando”.
-¿La estigmatización sin embargo rebasa los esfuerzos?
“Sí, todavía. La discriminación, el estigma y lo que tiene que ver con una doble moral, vivimos en una sociedad tan hipócrita, porque si realmente se indignaran de ver personas que tienen que hacer el trabajo (sexual) para sobrevivir, les daríamos más bien oportunidades; vemos niños vendiendo servicios sexuales por comer o por un pantalón, eso tendría que indignarnos como sociedad y hacer cosas y no estar nada más criminalizando y etiquetando”.
Después de la Ciudad de México, anticipa que hay procesos en marcha en Chihuahua y otras entidades, en lo que prevé será un efecto “en cascada” para que en el país se reconozcan los derechos humanos de las trabajadoras sexuales.
Del libro, señala, “muchos quieren tenerlo porque viene desde las propias compañeras”, donde los testimonios refieren a causas estructurales que no se combaten y en las que ubica tanto a las mujeres trans que se les niega su derecho al trabajo sexual, “tal vez es su única opción”, como los fenómenos donde “por una botella de vino los padres venden a su hija” o la delincuencia secuestra jóvenes para ser víctimas de la prostitución o bien prácticas que “por costumbre” y a conveniencia de los padres, casan a niñas de 12 años con hombres de más de 60 años de edad.
Corrupción e impunidad, señaló, son factores que acompañan al proceso de denuncias por abusos y violaciones de derechos, situación que “debe ir acabando”, a lo que sumó los feminicidios que ocurren en el ámbito del trabajo sexual y que afecta a mujeres y trans.
A nivel nacional, dijo, “son 800 mil mujeres” las que se dedican al trabajo sexual, “cuyos ingresos generados representan el 2 por ciento del Producto Interno Bruto del país, no estamos hablando de cualquier cosa, ya es hora que lo reconozcamos como tal y que pongamos los ojos en atención y si, para combatir la trata