Ingreso básico universal para los mexicanos, más impuestos a los más ricos y hacer que el discurso izquierdista del gobierno se refleje en medidas y acciones concretas, son algunas de las propuestas del doctor en Economía de la UNAM, Luis Quintana. En exclusiva con Metapolítica, el experto aporta su visión de lo que ocurre hoy en el país.
Por Eduardo Pérez Arroyo
Morelia, Michoacán.— “Después de la crisis, ¿qué viene para este país? México no puede seguir siendo igual al que es hoy”.
Entre las secuelas no deseadas del coronavirus, la discusión sobre el paradigma económico que debe regir al mundo es uno de los más candentes. Y en esta conversación, Luis Quintana Romero entra de lleno al debate.
La pandemia de COVID-19 ha implicado el colapso de los sistemas de salud a lo largo del mundo cono hoy los conocemos. Ante esa realidad, muchas voces se aventuran a hablar incluso del fin de la era neoliberal y regresar sectores estratégicos, como la salud, a manos del estado. El ejemplo —contrario— es Estados Unidos. El país aún es el más rico del mundo, pero también uno de los que tiene una infraestructura de salud pública más débil y, coincidentemente, el que más ha sufrido los estragos del coronavirus.
El doctor Quintana prefiere ser más discreto. No habla explícitamente de regresar al estatismo, aunque sí reclama directamente aumentar las transferencias monetarias a los pobres y los impuestos a los ricos. Su diagnóstico, basado en los análisis de datos y cifras que le otorga su calidad de coordinador del Seminario de Análisis Regional y Estudios Espaciales de la UNAM, es mucho más concreto.
Quintana advierte que es muy difícil realizar pronósticos “porque la economía cambia a diario”. Sí se atreve, sin embargo, a aventurar un escenario concreto para México en lo que resta del 2020.
Y ese escenario no es alentador. Según el análisis de su equipo, el PIB retrocederá en al menos 5.7% este año.
¿El detalle? La mayor parte de ese retroceso no tiene relación con los efectos del coronavirus.
Para él la dificultad mayor estriba en un escenario internacional desfavorable, y en un modelo de desarrollo que hoy no alcanza para cubrir las necesidades de los mexicanos. Su premisa, simple pero contundente, se resume en una frase: Andrés Manuel López Obrador tiene una oportunidad histórica de cambiar los cimientos del modelo de desarrollo en México.
Desde la Ciudad de México, Luis Quintana Romero nos entrega luces de lo que se viene para el país.
—¿Cuáles son las perspectivas económicas para 2020 en México ante esta contingencia?
—Hemos construido un escenario de perspectivas económicas utilizando un modelo que hemos utilizado durante varios años. Con base en este modelo hemos identificado tres elementos que nos permiten prever lo que ocurrirá en el 2020.
“El primer elemento es una caída de alrededor del 3.3% en la actividad económica en los Estados Unidos. Es importante, porque es nuestro principal socio comercial. El 80% de nuestras exportaciones depende de ese país, y además es el origen del principal ingreso de divisas, que son las remesas, por alrededor de 36 mil millones de dólares que entran a la economía mexicana e inyectan liquidez. Nuestro primer escenario es que a Estados Unidos le está yendo muy mal”.
“El segundo elemento que prevemos es la caída de ingresos petroleros. Hubo una disminución debido a la sobreoferta que se generó por no llegar a acuerdos entre Arabia, Estados Unidos y Rusia. Sobre esa base, suponemos una caída del precio del petróleo en alrededor de un 20%”.
“Y el tercer elemento es la disminución de la actividad económica en el mercado interno en México, debido al cierre de comercios, de la industria, del turismo, de servicios como transporte, etc., por la cuarentena establecida en el país”.
“Si juntamos estos tres elementos, estimamos una caída del 5.7% en el PIB de México para el 2020. Proyectamos un escenario en el cual durante los dos primeros trimestres del año la actividad económica disminuirá, y se recuperará en parte en los dos últimos trimestres del año. Y el otro efecto importante es una caída en la ocupación. Calculamos la pérdida de 1 millón 672 mil empleos”.
—De los tres elementos que planteas, el tercero sería el único que tiene relación directa con el coronavirus…
—Así es. Sin embargo, en nuestro análisis este tercer elemento es el que menos impacto tiene en la economía mexicana. Consideramos que el elemento interno solo representaría una mínima parte, cerca del 1.4%, de la caída del PIB. El impacto fundamental se deberá a un efecto externo, en este caso la economía internacional, que implicará el restante 4.3% en la caída del PIB.
“En resumen, este 5.7% de caída está muy determinado por el impacto económico de Estados Unidos y por el modelo de desarrollo que se ha elegido para México, fundamentado en un sector exportador muy fuerte”.
—¿Cuál es tu opinión sobre las acciones de López Obrador para hacer frente a esta crisis estructural?
—En principio, el planteamiento del presidente es adecuado al priorizar el factor social. Eso es incuestionable. Hay una preocupación por mantener las transferencias monetarias a sectores que ya estaban afectados antes de esta crisis: adultos mayores, jóvenes. El planteamiento del presidente es mantener esas transferencias, pero esa propuesta es limitada. Hoy más que nunca, López Obrador tiene la posibilidad de dar una reorientación a la política económica, pensando que en estas crisis solo se puede salir rápido si se tiene un estado fuerte. Y para eso hay que romper ataduras, que el propio presidente llama neoliberales pero que siguen siendo ataduras para su gobierno.
—¿Cuáles son estas ataduras?
—Principalmente dos: el candado mantener un presupuesto equilibrado, y el candado a mantener finanzas públicas sanas.
“Estos candados se refieren estrictamente a un manejo muy conservador de la economía. La Secretaría de Hacienda y el Banco de México consideran que gastar más allá de los ingresos es malo para el país, y esa es una perspectiva económica que se han mantenido desde los gobiernos anteriores. Esa visión la puede cambiar este gobierno”.
“En México tenemos una economía muy sui generis: la mitad de la economía está sustentada en el sector informal, en el cual hay gran precariedad. Se trata de empresas pequeñas que suman alrededor de 4 millones. La realidad de esas empresas es que no son capaces de sobrevivir más de un mes y medio sin abrir. Y eso podría resultar crítico, porque ahí está el 70% del empleo en México”.
“Este panorama requiere ir más allá de lo que está planteando el presidente: primero, una reforma fiscal con la que hacerse de ingresos. Debemos tener en cuenta que somos uno de los países con las tasas fiscales más bajas de América Latina; el promedio del continente es del 23% del PIB; en México tenemos una captación fiscal de apenas 17%. Y en los países más ricos OCDE la tasa fiscal es del 34%. Entonces tenemos una tasa fiscal muy baja, sobre todo la que tiene que ver con los impuestos al capital, la riqueza, las propiedades. Tenemos ahí una tasa de 0.3%, muy baja incluso comparada con Estados Unidos que supera el 4%. La idea es buscar fórmulas para generar más recursos para solventar la parte social e impulsar a las medianas y microempresas”.
“El presidente sí ha considerado un programa de créditos para pequeñas empresas, pero ese programa sigue siendo muy limitado. De cuatro millones de microempresas, este programa de créditos no llegará a más de 1 millón”.
“También es importante aumentar las transferencias monetarias. El presidente mantiene los programas sociales existentes, pero no hay un programa nuevo. Y se requieren esos programas nuevos. Debiera haber un ingreso mínimo para todos los mexicanos en periodos de contingencia, un ingreso que durara uno o dos meses y garantizara transferencias económicas a los más pobres para sobrevivir adecuadamente a la pandemia”.
“Finalmente, es deseable lograr que los empresarios que se han beneficiado durante muchos años esta vez cumplan con lo que les corresponde, que es pagar sus impuestos y hacer nuevas inversiones”.
Para Quintana, el discurso político del presidente puede allanarle el camino para hacer esos cambios.
“Al situarse a la izquierda, el gobierno tiene la posibilidad de tomar una medida propia de la izquierda: hacer del estado un ente económico activo, devolverle su capacidad de intervenir en la economía. Pero para ello es necesario ir más allá que solo administrar la crisis”.
¿Qué otras medidas concretas se debieran tomar para hacer frente a este escenario de crisis estructural?
“Instaurar una política contracíclica. Es decir, si el ciclo está cayendo, buscar la manera de reactivar la economía. ¿Qué medidas son esas? Hay al menos cuatro”.
“Primero, establecer ingreso básico universal para los mexicanos. En México más del 60% de los mexicanos está en la pobreza, y se les debería garantizar ese ingreso básico. Otorgar ese ingreso, de 1 o 2 salarios mínimos por un mes o mes y medio, no tendría un gran impacto en la deuda pública ni en la producción”.
“Segundo, garantizar apoyos para los pequeños negocios que sufren liquidez. La falta de liquidez genera dos problemas: falta de pago del salario de trabajadores, y falta de pago de rentas. Hay que establecer créditos a tasa cero, con periodos de recuperación largos, para que estas pequeñas empresas tengan liquidez suficiente para hacer frente al cierre de la actividad económica”.
“En tercer lugar, sería importante impulsar una reforma fiscal. Al término del periodo de cierre de la actividad económica, debiera lanzarse un fuerte programa de reforma fiscal para fiscalizar la riqueza de este país con nuevos impuestos, y se elevara la captación de ingresos fiscales para el sector público para tener recursos frescos en el gobierno y emprender proyectos se inversión”.
“Y cuarto, el país no puede crecer solo con megaproyectos. El presidente ha priorizado la inversión en dos o tres megaproyectos, cuando lo que se requiere es un nuevo marco de inversiones para que se beneficien distintos sectores y zonas del país. Todas son medidas alcanzables para el gobierno actual”.