Lo advirtieron especialistas: obesos, hipertensos y diabéticos son quienes más se contagian de COVID-19 en la entidad. Pero Michoacán sigue engordando a sus habitantes, y el llamado “ambiente obesogénico” parece ser la explicación. Un problema que no tiene que ver con algún gobierno o período en particular, sino con décadas de malas costumbres. Contingencias como la actual demuestran que en Michoacán ser sano es caro, y en cambio muy fácil padecer sobrepeso u obesidad. Y en consecuencia, sufrir por enfermedades como la que hoy ataca al mundo.
Por Eduardo Pérez Arroyo
Morelia, Michoacán.— Michoacán es una máquina de enfermar a la gente. Con o sin contingencia.
En el estado más de la mitad de los afectados por COVID-19 padece de obesidad, hipertensión o diabetes. El último reporte del Departamento de Epidemiología de la Secretaría de Salud indica que un total de 432 personas se han contagiado de coronavirus. De ellas 89 padecen obesidad, 82 hipertensión y 63 diabetes.
Es decir, el 54 % corresponde a personas con estos tres padecimientos.
La afirmación de que Michoacán enferma a la gente no es gratuita. Tampoco pretende apuntar a algún gobierno, administración o período en particular. Ni tampoco es distinta a la que viven todos los demás estados del país.
Y sin embargo, vale la pena detenerse en ella.
El ambiente obesogénico —cuya definición se detallará más adelante y al que los médicos consideran la verdadera explicación sobre los alarmantes índices de sobrepeso y obesidad en el estado— responde a malas costumbres adquiridas durante varias décadas. De hecho, los tres niveles de gobierno han llamado permanentemente a la población a alimentarse sanamente, e incluso han dispuesto numerosas campañas al respecto.
A nivel nacional la tasa de letalidad promedio del coronavirus es de 9.1 %. Hoy 19 entidades, incluido Michoacán, superan esa cifra (13.5 %). A ello, hay que agregar que todo apunta a que las cifras oficiales están lejos de la realidad.
El hecho es que aun si solo tomáramos en cuenta los datos oficiales, el 70% de personas con sobrepeso y obesidad hacen a Michoacán un lugar ideal para que males nuevos o antiguos encuentren terreno fértil.
EL AMBIENTE OBESOGÉNICO
Michoacán es tierra de contrastes. Según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, sus 120 tipos de cultivos consolidan al estado en el primer lugar de producción agrícola en el país.
Pero si Michoacán es el estado más rico en diversidad de verduras sanas, ¿por qué la gente se enferma por no comerlas?
La respuesta es el ambiente obesogénico.
En rigor, un ambiente obesogénico a aquel que favorece el desarrollo de obesidad o que estimula hábitos y comportamientos que conducen al exceso de peso. Es decir, el conjunto de factores externos que puede conducir al sobrepeso u obesidad.
En la práctica, puede ir desde la dificultad para encontrar una ensalada a precio accesible hasta la arraigada costumbre de preferir sentarnos a ver Netflix antes que salir a hacer deporte.
“El desarrollo de la industria alimentaria encajó perfectamente, por la publicidad y disponibilidad de las mercancías y por la oportunidad que dio al consumidor doméstico de participar de las mercancías que circulan en el mercado global”, indica el informe “La consolidación del ambiente obesogénico en México”, elaborado por Alejandro Martínez Espinosa con el apoyo del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD).
El especialista asegura que en el país se reprodujeron los consumos estandarizados que se difundían de forma masiva en los medios de comunicación, con un alcance cada vez mayor.
“Las personas evaluaban los alimentos que se ponían a su alcance no sólo por sus propiedades alimentarias o su practicidad para la ajetreada vida moderna, sino que también atribuyeron propiedades sociales a los alimentos, como muestras de modernización o mejora en el estatus social”.
Es decir, en muchos casos se prefiere comer mal por una cuestión de estatus. Y el hecho de comer mal, añade, en muchos casos fue avalado por los gobiernos.
“Si bien las acciones gubernamentales son de crucial importancia para prevenir riesgos de salud, aún existen aspectos que quedan por atenderse y que forman parte de un cuerpo bien fundamentado de evidencias. El fuerte vínculo que existe entre la industria alimentaria, particularmente de las refresqueras, con diversas instituciones del Estado, es motivo de alerta”.
El resultado: sencillamente, en México hoy es más accesible comer chatarra que comida de calidad.
Lo confirma el “Índice de Paridad Poder de Compra Nutricional”, del Centro de Investigación e Inteligencia Económica de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Si bien el estudio data del 2010, entrega varias luces.
“México ocupa el segundo lugar en sobrepeso y el primer lugar en obesidad en adultos. Este problema es multifactorial, pero los precios de los alimentos pueden jugar un papel determinante al estar detrás del crecimiento de esta epidemia nacional en los últimos años” indica.
Además, Michoacán se sitúa en un lugar de honor en la lista elaborada por ese mismo estudio. Ante la pregunta directa: “¿En qué ciudad de México es más barato ser obeso?”, Jacona aparece en el lugar 15 a nivel nacional.
“El estilo de vida con el que convivimos a diario no está diseñado para que la gente sea sana”, sentencia la experta en Psicología Alimentaria Mariana Naranjo.
Y da ejemplos.
“Hay un círculo vicioso donde una persona con escasos recursos económicos sólo tiene acceso a alimentos baratos y de escasa calidad nutricional (…) Y Michoacán es un estado de recursos escasos”, señala.
Sucede que ser sano es caro. La alternativa saludable, la que no necesariamente se relaciona con el éxito social, resulta para muchos inaccesible. Los especialistas agregan que esta pretendida modernidad implica descuidar la calidad de los alimentos consumidos, sin contar que los niños actualmente están solos la mayor parte del tiempo.
“La televisión y el Internet están más cercanos al niño que la propia familia. Y son estos medios de comunicación los que promueven el consumo de alimentos, ligado a prototipos y exigencias sociales que cumplir”, agrega la psicóloga.
Otros expertos avalan completamente lo dicho por Mariana Naranjo.
“En economías emergentes, tales como Brasil, China, Corea y México los precios de frutas y verduras han ido en aumento más que la mayoría de los otros alimentos, incluyendo alimentos procesados” señala un informe del Overseas Development Institute (ODI).
En Michoacán, como en todo el país, es más fácil comer chatarra.
CORONAVIRUS Y OBESIDAD EN MICHOACÁN
La situación continúa siendo preocupante en un estado en el cual, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 70% de la población padece de sobrepeso u obesidad.
Según los reportes de hace un mes en este mismo medio, al menos un 40% de la población michoacana está en alta vulnerabilidad ante el COVID-19. La última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición ENSANUT, efectuada en el 2018, indicó que el 37.4 % de población michoacana sufría de obesidad. Y la Secretaría de Salud federal estableció ocho parámetros que implican un mayor riesgo ante la pandemia: adultos mayores, diabéticos, obesos, embarazada, enfermos del corazón, hipertensos, personas con VIH, personas con cáncer y personas inmunosuprimidas.
El hecho es que, hasta el momento, la obesidad es claramente el principal factor de riesgo en la entidad. Las cifras exhibidas al principio de este reportaje lo comprueban.
Pero no es todo.
“Las cifras reales son mucho mayores a las oficiales” indica en exclusiva para este reportaje un médico nutricionista que trabaja en el sistema estatal de salud, y que pide su anonimato. “Los datos que tiene la Secretaría de Salud (SSM) corresponden a los casos registrados, es decir, pacientes que acudieron a alguna de las unidades especializadas para hacer la prueba, que no se hace en cualquier lugar”.
El profesional explica que por cada caso registrado de coronavirus hay otros más de neumonía atípica, bronquitis crónica, faringitis, faringiamigdalitis, amigdalitis aguda, etc., “que posiblemente también se tratan de coronavirus. Sin embargo, por el temor de hacer el diagnóstico oficial y de lo intenso que es hacerse la prueba, los pacientes no se registran como tales y quedan fuera del conteo.
“En resumen: son muchos más los contagiados a los que se tienen en las cifras de los gobiernos”.
Es decir, la relación directa entre obesidad y coronavirus en Michoacán es, casi con toda seguridad, mucho mayor que la reportada por las autoridades federales y estatales.
UN PROBLEMA ANUNCIADO
La relación entre males como la obesidad y las afectaciones por distintos tipos de virus largamente documentada. La razón, arguyen, es simple: el sistema inmune de una persona obesa está más debilitado que el de quien tiene un peso saludable.
Y los gobiernos de todo nivel conocen bien las implicancias para la salud.
“La Secretaría de Salud exhortó a la población a mantener hábitos de vida saludables durante esta contingencia por COVID-19, para evitar incremento de enfermedades crónico degenerativas, Lo anterior será posible a través de una dieta sana, realizar ejercicio y fijar una meta de pérdida de peso para el cuidado de su salud”, indicó apenas el primero de mayo pasado la SSM.
En tanto, en un comunicado emitió el 3 de mayo el presidente Andrés Manuel López Obrador expresó:
“quizá la indiferencia o irresponsabilidad mayor de los gobiernos que ha dejado al descubierto el coronavirus es la desatención, por décadas de las enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes, la obesidad y los padecimientos renales, acrecentadas como consecuencia del consumo de productos alimenticios industrializados denominados “chatarra”, y a la ausencia de educación nutricional y de fomento al ejercicio fisco y a las actividades deportivas”.
Finalmente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Panamericana de la Salud han alertado en semana anteriores que los altos índices de diabetes y obesidad ponen a México en situación de amplia desventaja frente a la epidemia por el nuevo coronavirus. Prueba de ello, indicaron, es que cuatro de los cinco primeros pacientes mexicanos fallecidos por COVID-19 tenían la primera enfermedad.
Hoy la realidad no es alentadora. La realidad es que ante una pandemia que por ahora no da señales de querer desaparecer, lo más probable es que en Michoacán muchos más obesos e hipertensos continúen contagiándose de coronavirus, y las autoridades desconociendo la realidad en sus cifras oficiales. Las previsiones son complejas ante una pandemia que se caracteriza precisamente por su incertidumbre.
Por lo pronto, en el papel la entidad ofrece todas las condiciones para asegurar una larga vida al coronavirus.
La historia del COVID-19 en Michoacán apenas empieza.
Consulta el estudio de la UAPEP aquí: https://bit.ly/3c622Zj
Consulta el informe de la ODI (en inglés) aquí: https://bit.ly/2L7PmFm
Consulta el informe del CIAD aquí: https://bit.ly/3fANhQu