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OPINIÓN | Violencia fraternal: omisión y evasión presidencial

Por Kali Tapia Martínez

Los datos, duros

Durante el primer trimestre de 2020, el número único 9-1-1 recibió 170 mil 214 llamadas telefónicas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia familiar. En enero, 52 mil 498; en febrero, 52 mil 858; y, en marzo, ya con la pandemia de COVID-19, 64 mil 858.

Adicionalmente, atendió 57 mil 990 llamadas telefónicas relacionadas con incidentes de violencia de pareja. En enero, 17 mil 009; en febrero, 18 mil 353; luego, en marzo, 22 mil 628.

Así lo registró Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, con base en información reportada por las 32 entidades federativas de México.

Las llamadas telefónicas de emergencia “no son denuncias ante una autoridad” y tienen su origen en la percepción de las personas que las realizan.

Sin embargo, la oscura realidad, la de las cifras negras que están perdidas en la inmensidad de la penumbra, se estima mucho peor…

Las cifras, negras

Organizaciones feministas del país calculan que, del total de las mujeres víctimas de violencia de género, 94 por ciento no denuncia.

En promedio, 10 mexicanas son asesinadas por día; antes, dos de ellas habrían pedido ayuda… sin éxito, claro.

La postura, lánguida

El seis de mayo, durante su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que su gobierno no ha advertido un incremento en la violencia general y contra las mujeres, respecto al confinamiento derivado de la contingencia por COVID-19 y con base en las denuncias registradas.

“Se partía del supuesto de que, si se estaba más tiempo en las casas, podría experimentarse, podría darse más violencia familiar. Esto no necesariamente está sucediendo, porque no se puede medir con los mismos parámetros a todo el mundo. En México tenemos una cultura de mucha fraternidad en la familia”, dijo.

A pesar de reconocer que también predomina el machismo, siguió: “La familia en México, es excepcional. Es el núcleo humano más fraterno, esto no se da en otras partes, lo digo con todo respeto”.

El presidente, omiso y evasivo

La hemos visto y escuchado: entre gritos, amenazas, cicatrices, confesiones, chimes y malas noticias. Así se manifiesta la violencia doméstica en la vida cotidiana de México, en mi afortunado caso, ajena… no así para personas cercanas.

Quien, al parecer, creció y habita en una realidad paralela, ideal e irreal, es el presidente. Inmerso en una entrañable, conveniente y conformista burbuja de evasión.

Podría ser una buena noticia que no haya incremento en los pedidos de auxilio institucional, si a los que ya existen se les brindara atención y resolución. Sin embargo, permanecen relegados en la omisión.

¿Con qué confianza se acercarán las víctimas a denunciar, a pedir ayuda? Relegadas con sus agresores, en cuarentena, sin encontrar aliento o ejemplo en las palabras de quien debe representarlas y permanece en el lugar común, carente de estrategia, del trillado “condenamos cualquier tipo de violencia contra las mujeres”.

Será el 25 de mayo cuando podremos conocer los datos correspondientes al mes de abril. Ojalá mi predicción sea errada… y López Obrador acierte esta vez.

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