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Revocación de mandato propuesta por AMLO: ¿tentación populista o avance democrático?

La revocación presidencial cobró nueva relevancia esta semana luego que el propio presidente recordara que se someterá voluntariamente a ella. Una idea que a priori parece consolidar la democracia, pero que cuenta con un rechazo general: hasta los opositores al presidente advierten que lo mejor es que termine su mandato sin riesgo de interrupciones. Hoy, Metapolítica aborda un tema cuya temperatura crecerá a medida que se acerque el plazo fatal fijado en 2022.

Metapolítica

Morelia, Michoacán.— “Que no coman ansias. Soy un hombre de principios y no voy a estar en el gobierno si el pueblo no me apoya. Yo no puedo gobernar si no tengo el apoyo de la gente”.

“En 2022 viene la revocación del mandato. Es una reforma que yo promoví para que se le pregunte a la gente si quieren que continúe o que renuncie el presidente, porque el pueblo pone y el pueblo quita”

Las dos frases anteriores son del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y fueron expresadas durante los últimos días. El mandatario respondió de esa manera a las marchas y manifestaciones ocurridas el fin de semana anterior en las cuales algunos mexicanos pedían su salida.

En los hechos, el propio presidente de México se somete por voluntad propia al riesgo de que sus opositores se organicen y lo obliguen a dejar su gobierno antes de tiempo.

Los comentarios de AMLO no solo se quedan en palabras. Desde la aprobación de las reformas promovidas por su sector, y aprobadas en noviembre del año 2019, el Artículo 35 de la Constitución Política establece la posibilidad de que los mexicanos voten para que el presidente salga antes de tiempo.  

A ley dice:

“la revocación de mandato del presidente de la República (podrá) ser convocada por el INE a petición de los ciudadanos y ciudadanas, en un número equivalente, al menos, al 3% de los inscritos en la lista nominal de electores (…) de al menos diecisiete entidades federativas y que representen, como mínimo, el tres por ciento de la lista nominal de electores de cada una de ellas”.

Agrega que “el proceso se realizará mediante votación libre, directa y secreta de ciudadanos y ciudadanas inscritos en la lista nominal”, y que “para que sea válido deberá haber una participación de, por lo menos, el 40% de las personas inscritas en la lista nominal de electores”.

Un ejercicio, aseguran sus adherentes, de verdadera democracia directa en un país dominado por elites que históricamente se han beneficiado a sí mismas en desmedro de la mayoría de los mexicanos.

Y sin embargo, una medida que tiene más detractores que defensores. Incluso entre quienes están en contra del presidente.

Para abordar el tema de la revocación de mandato lo primero es establecer de manera general las directrices sobre las cuales se funda la discusión. En términos estrictos, la revocación de mandato obedece a una fórmula de democracia directa que, como tantos otros conceptos políticos, supone ventajas y desventajas.

¿Cuáles son las razones de quienes, independiente de su tendencia política, se muestran a favor o en contra de la figura de revocación de mandato? Aquí, algunos atisbos.

DEMOCRACIA DIRECTA: VENTAJAS Y DESVENTAJAS

La democracia directa consiste en aquella en los que cualquier decisión de relevancia se consulta directamente a un alto número de personas, y la mayoría expresa su voluntad mediante el voto u otras estructuras.  

Es el caso de los distintos referendos destinados a que la ciudadanía establezca la hoja de ruta de un país; clubes deportivos y asociaciones barriales con poder de decisión comunitario; sindicatos verticalistas; asambleas populares, etc.

Según autores partidarios de fórmulas más cercanas a la democracia directa como Jean Jacques Rousseau, la democracia directa es más fiel a la voluntad de la colectividad, ya que ella misma decide las políticas públicas.

En el caso específico de la revocación de mandato, sus promotores sostienen que constituye una forma de controlar a los representantes popularmente elegidos, dado que es menos probable que tomen decisiones impopulares si pudieran ser sometidos a una revocación. Otro argumento es que involucra de manera más permanente a los electores, quienes no sólo elegirían a sus representantes una cada vez cada varios años.

Todos los teóricos que defienden esta fórmula, desde la antigua Atenas hasta Rousseau, coinciden en que este modelo requiere un alto nivel de involucramiento de los ciudadanos, mucha consciencia política y gran compromiso con los asuntos públicos.

Pero este esquema tiene sus detractores.

En general, teóricos modernos coinciden en que la democracia directa puede ser lenta y costosa dado que referendos constantes implican gran trabajo y gastos.

El alemán Wolfgang Merkel, director del Departamento de Democracia y Democratización del Centro de Investigación de Ciencias Sociales de Berlín y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Humboldt de Berlín, agrega que:

“las observaciones empíricas demuestran que el nivel de participación en las consultas populares suele ser muy inferior a la participación en elecciones parlamentarias nacionales las consultas populares tienden a bajar los impuestos, reducir el gasto público y social y perjudicar a las minorías en cuestiones referidas a la cultura”. 

DEMOCRACIA INDIRECTA: VENTAJAS Y DESVENTAJAS

En tanto, la democracia indirecta utiliza aquellas fórmulas en que la voluntad de la mayoría se expresa en la elección de una serie de representantes políticos, que luego ocuparán cargos públicos y tomarán las decisiones en nombre del pueblo. Es el caso de los congresos estatales, cabildos, partidos políticos, etc.


Según adherentes al modelo como Jeremy Bentham, John Stuart Mill y Giovanni Sartori, este esquema privilegia la operatividad y el pragmatismo, ya que faculta a discutir a un número limitado de representantes políticos en una asamblea abierta al público que no tiene voz directa en ella. De esta manera, a través de la delegación de la soberanía las decisiones se realizan de manera más eficaz.

Sin embargo, los propios defensores del modelo admiten que generalmente convierte a los representantes políticos en una casta privilegiada, que goza de beneficios no compartidos con sus electores, que permite a los electores apenas unas elecciones cada ciertos años y que posibilita la corrupción y la utilización de los mecanismos públicos para el beneficio particular. Finalmente, aceptan que tiende a convertir a los ciudadanos en entes pasivos y alejados de los temas de verdadero interés público.

Respecto de la revocación de mandato, quienes prefieren la democracia participativa afirman que erosiona el gobierno representativo al inhibir a los representantes elegidos de tomar medidas necesarias peor impopulares. Argumentan que la revocación de mandato puede ser usada de manera irresponsable y como un arma política contra los contendientes.

QUÉ SE DICE EN MÉXICO

La figura de la revocación presidencial cobró nueva relevancia esta semana una vez que el propio presidente recordara que se someterá voluntariamente a ella.

La revocación presidencial ya es norma en el país. Respecto de las revocaciones internas de gobernadores, cinco estados cuentan con esa figura dentro de su legislación: Baja California, Guerrero, Oaxaca, Sinaloa y Zacatecas. Otros estados la contemplan como una facultad del Congreso pero aplicable solo a los ayuntamientos: Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Hidalgo, Jalisco, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán.

Sin embargo, en el caso del presidente un repaso por la prensa indica que en general la visión es en contra de la medida.

Federico Berruero, licenciado en Derecho y con maestría y estudios de Doctorado en Gobierno por la Universidad de Essex, afirma que “el presidente López Obrador debe continuar en el ejercicio del gobierno por el periodo por el que fue electo. No importa si pocos, muchos o todos ya no le quieren en el poder. Es un cargo irrenunciable y es una definición de certeza política fundamental.

“Precisamente por esta consideración”, agrega, “no debe haber revocación de mandato. Menos mal que la reforma constitucional aprobada hace optativo el revocar mandato. (…) En la revocación de mandato se sabe a quién se echa del poder, pero no a quién se eleva”.

Similar visión tiene el periodista, novelista e historiador Héctor Aguilar Camín.

“La posibilidad de revocar el mandato a la mitad del camino le quita la mitad del valor a la elección primera, puesto que todo mandatario electo entra al cargo bajo la sombra de su posible remoción antes de cumplir su encargo (…) La semilla de incertidumbre y de legitimidad disminuida que siembra la figura apenas puede exagerarse”.

José Woldenberg, ex Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral, sostiene que “no se debe legislar ad hominem (en referencia de que es una ley a la medida de López Obrador). Si la o las oposiciones logran estimular un movimiento lo suficiente amplio para reducirlo, sería un aguijoneo perfecto para el conflicto, la no colaboración, la disputa perpetua… Es una fabulosa inyección de inestabilidad”.

Pero hasta el momento López Obrador se mantiene firme.

“No comparto la idea de que si un gobernante tiene baja aceptación, tiene que seguir en el cargo solo porque lo eligieron por 6 años. Un gobernante sin respaldo popular no sirve para nada”.  

Un debate cuya temperatura crecerá a medida que se acerque el plazo fatal, el año 2022, y que sin duda crispará aún más las aguas de políticos, teóricos y académicos de relevancia nacional. Una historia que apenas inicia.

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