Por Patricia Padrón
Veo y leo lo que a nivel nacional ocurre y ya no sé si reír, llorar, o pedir el rembolso de las entradas al circo en el que se ha convertido la política mexicana a nivel gubernamental, desde las gotitas protectoras contra el COVID-19, el Tren Maya que servirá “hasta para que los indígenas pidan limosnas” y la cereza del pastel, el “no mentir, no robar, no traicionar: eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus” del jamás acertado presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador.
Habrá que revisar qué precepto del Gobierno de México emanado de Morena no acató Zoé Robledo, director general del IMSS quien apenas este fin de semana dio positivo al COVID-19 y que el viernes estuvo en la mañanera con AMLO, quien se rehúsa a utilizar el cubrebocas ya que maneja lo que viene siendo el “deténte”, las estampitas y escapularios que, según él, lo mantendrá inmune de contagio a la enfermedad.
Nunca antes, el Estado había sido objeto de la burla mundial al tener como líder nacional a alguien que no sólo dice una sarta de barbaridades, sino que se las cree y lo peor de todo, sus seguidores también.
Los “engañados” que vieron en él al mesías que afirma que un mexicano con un par de zapatos tiene, que no se necesita más, cuando toda su familia, incluido él, ahora usan zapatos de diseñador de los más costosos y no un solo par.
Los arrepentidos, de los que pagan impuestos y votaron –o no por él—ya salieron a manifestarse en contra de su mandato y se prevé que, este tipo de acciones se repliquen después de que endeudó al país con mil millones de dólares que le prestó el Banco Mundial para atender la epidemia por COVID-19 en el país, acumulando 2 mil 130 millones de dólares en un año y medio, tan solo 201 millones de dólares menos de lo que Enrique Peña Nieto solicitó en todo su sexenio.
De lo que AMLO prometió nada ha cumplido, hay más pobres, –12 millones de empleos perdidos en lo que va del año–, más muertos, más inseguridad, cero estrategias y todas las ocurrencias del mundo, con vidas y el destino de un país en manos de quien solo piensa permanecer en el poder, haciendo campaña política todos los días.
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