Redacción
Morelia, Michoacán.- Desde hoy México regresó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) en calidad de miembro no permanente. Esta tarde el país consiguió 187 votos de 192 para ser el representante de América Latina y el Caribe durante 2021 y 2022.
Se trata de la quinta ocasión en que México es miembro con derecho a voto, desde la fundación del Consejo en 1945. En este caso, con la votación más alta de su historia.
La permanencia en el Consejo de Seguridad, cuya función es determinar cuándo y dónde se debe desplegar una operación de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas, se considera un triunfo político transcendental para los países.
La participación permite liderar análisis geoestratégicos fundamentales e interactuar directamente con las potencias principales que son miembros permanentes: China, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Estados Unidos.
Para obtener un cupo el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador impulsó desde el año pasado la candidatura para ocupar el asiento, y la promovió entre los países de América.
El logro fue destacado por el gobierno de López Obrador.
“Tengo el honor de informar que México ha sido electo por 187 votos miembro del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Gran reconocimiento a nuestro país en todo el mundo. Enhorabuena!!!!”, exresó en su cuenta de twitter el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard.
Los desafíos
El representante de México ante Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente, explicó que México buscará una reforma del Consejo de Seguridad, principalmente de sus mecanismos de participación y votación.
En específico, México propone aumentar el número de naciones con un asiento permanente, y restringir el uso del veto por parte de estos países en las resoluciones de manera de lograr un mayor equilibrio geopolítico.
En su momento, De la Fuente indicó que los ejes de la política mexicana serán fortalecer la tradición diplomática de resolver pacíficamente los conflictos, consolidar la autodeterminación de los pueblos y la no intervención, y como nuevos ejes, la lucha contra la desigualdad y la regulación de las armas.
