Por Patricia Padrón
Y si, una vez más, ¡lo hicimos!, en un esfuerzo titánico por hacer precisamente todo lo contrario a las recomendaciones sanitarias, otra vez tuvimos un repunte de movilidad en los festejos del Día del Padre en Michoacán.
Perfectas quedaron las filas para llenar los restaurantes, aglomeraciones al exterior de los establecimientos sin cubrebocas y menos sana distancia con familias completas que no resistieron quedarse en casa.
Hermosas, todas sus selfies familiares sin observar el distanciamiento necesario para evitar contagiarse en caso de que haya un positivo asintomático de COVID-19, mínimo de metro y medio.
En un hipotético caso que dijeran “es que no sabían”, no nos engañemos, en los registros de las redes sociales hay testigos de todo tipo, licenciados, comunicadores, contadores, personas con un grado académico que no les quitó la irresponsabilidad.
Y serán los mismos que en 15 días culpen al Gobierno de sus malas decisiones, cuando quede atrás el “a mí no me va a pasar”, exigiendo atención pronta y expedita para sus familiares desesperados por sentir que se ahogan por la falta de oxígeno.
Sin quejaderas, que, si vemos escenas de pacientes inconscientes afuera de las unidades médicas colapsadas, será por la inconsciencia de quienes este fin de semana departieron sin la más mínima medida preventiva.
En un universo paralelo, quienes combaten al COVID-19 frente a frente en la línea de batalla, llevan meses sin tocar a su familia, muchos sin ni siquiera verlos, sobreviven la epidemia con la cara marcada, exhaustos de tanto sudar con los equipos de protección, pero dándolo todo, esperando ya el peor escenario gracias a la irresponsabilidad de los actores.
La enfermedad es como el embarazo, si te cuidas no te toca aún y cuando realices el procedimiento de concepción; pero sin precaución, no esperemos una lavadora de regalo, toca COVID-19.
Ojalá todos los inconscientes hayan disfrutado lo suficiente, la moneda está en el aire, quien sabe si se repita el ejercicio de este domingo en el 2021, para el 5 de julio lo sabremos.
Si les parece dura la advertencia y el regaño, no saben lo que los doctores ven a diario con cada fallecimiento, un paciente sin familia a un lado, muchas veces ya sin estado de alerta, con sus seres queridos desesperados por no poderlo ver ni despedirse, eso es lo realmente duro, pero aún no lo entendemos.