Por Héctor Tapia
Quedan casi tres meses para registrar oficialmente las coaliciones electorales que habrán de participar en este proceso electoral, y lo que requieren es dar claridad certeza a la ruta que seguirán. Aspecto que, a cada vez menos semanas, no hay todavía. No existe.
Esto para las bases, los militantes, de cada partido político sepa lo que van a enfrentar, si están o no de acuerdo, para dirimir diferencias.
La fecha o plazo límite para acudir ante las autoridades electorales a registrar estos convenios (reglas de juego interno entre coaligados) es el 13 de diciembre próximo, fecha que no hay que perder de vista.
Para algunos las coaliciones son mecanismos que tienen que madurar en su construcción, y si bien es cierto, que tienen que desahogarse mesas de diálogo, también es cierto que queda poco tiempo para arrojar luz sobre quienes sí están dispuestos a ello y quiénes no.
Como hemos referido en esta contienda habrá dos bloques fundamentales, uno pro Cuarta Transformación y uno contra; lo que en primera instancia facilita la decisión del electorado en cierta medida. Aunque también ya se han apuntado quienes buscarán ir solos, como alternativas políticas que buscarán sobrevivir con un discurso más crítico hacia ambos lados, el oficialismo a ultranza y la oposición sorda. Otros más no tienen de otra, los dos nuevos partidos políticos nacionales están obligados a competir solos, elemento que abona a la pulverización del voto y a favorecer a los bloques que tienen mayor capital político y sus estructuras más sólidas.
En el bloque promotor de la Cuarta Transformación están más enfocados en ver qué perfiles pueden, quienes no, los negativos de quienes podrían ser o no quienes abanderen a este proyecto; están más enfocados en los rompimientos internos que en la construcción de una plataforma o proyecto que los unifique.
Y, en esta ala están particularmente Morena y el Partido del Trabajo. Morena está, eso parece, más distraído en pugnas internas, producto de la falta de dirigencia, tanto nacional como estatal, aspecto que está en vías de resolverse, y que algunos esperan que esto sirva como punto de quiebre para reorganizar y disciplinar a un partido que no es partido.
Y, dos, está el bloque opositor, donde si bien se ha manejado la posibilidad que sea entre el PRD (que gobierna el estado), el PRI (que fue el segundo con mayor votación en el proceso pasado, de manera individual como partido) y el PAN (que es el que tiene la segunda posición en intención del voto en las encuestas a partir del papel opositor que ha granjeado a nivel nacional).
En este segundo bloque no hay claridad del todo, los discursos, las líneas son confusas; por un lado unos dicen que hay voluntad de los tres partidos, otros se resisten a ir con alguno de ellos. Se maneja que serán en algunos municipios y distritos, otros manejan que será para la gubernatura, y otros lo ponen en duda.
Es importante no perder de contexto el tiempo que resta para que comiencen a dar señales claras sobre para qué cargos de elección popular irán juntos, entre más se acorte el tiempo entonces sí tomarán decisiones más apresuradas e impulsarían a perfiles que no convenzan del todo, más si no tienen una agenda sólida conjunta.
Entre más rápido definan, entre ambos bloques, con quiénes irán y con quienes no, les permitirá construir una narrativa aliancista, o un discurso único e individual. Brindarán certeza a sus cuadros, a sus militancias y a sus actores, los anticipa para ir definiendo a su vez perfiles en los municipios y distritos, aceleraría el diálogo.
Son menos de tres meses que será de intenso diálogo, encuentros y desencuentros, entre los partidos políticos, donde advierten que si no se ponen atentos podrían ser avasallados por sus eventuales aliados, donde podrían salir perdiendo, pero también si ponen atención y se ponen de acuerdo, podrían consolidar agendas y proyectos para lo que está por venir desde una perspectiva local frente a una visión federal que tiene una tendencia a la concentración y centralización del poder.
