Por: Roberto Pantoja Arzola*
La ley de ingresos y el presupuesto de egresos del próximo año propuestos por el ejecutivo federal y aprobado sin cambios sustantivos por la cámara de diputados, no debieran de llamar a extrañeza a nadie. Durante el proceso electoral de 2018, el hoy Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, fue consistente y reiterativo en los grandes ejes que delinearían su gobierno en materia económica y que hoy se están traduciendo en decisiones de política pública y presupuestales.
Desde el inicio de la 4T se han instrumentado programas sociales universales y directos que buscan revertir la desigualdad entre la población, obras de infraestructura focalizadas en regiones atrasadas del país, un rediseño del presupuesto público que evite dispendios y reordene el gasto en base a su efectividad social, un cambio en la lógica recaudatoria evitando dar más carga tributaria y haciendo más eficiente el cobro de impuestos, pero sobre todo, hemos sido testigos de lo que el presidente ha denominado un cambio de régimen; mismo que esta reordenando las prioridades de forma sustantiva en las determinaciones tomadas por el nuevo gobierno.
En este sentido, la reforma al Artículo 3 de la Constitución de mayo de 2019 que hace obligatoria la educación pública desde preescolar hasta el nivel superior, así como la que reformó el Artículo 4 constitucional en marzo del año pasado y que dotó del derecho a recibir ayuda del estado a los grupos vulnerables; hoy están traducidas en un ejercicio presupuestal que garantiza su cumplimiento. Por solo citar, el derecho a la educación está garantizado por más de 12 mil millones de pesos que se traducen en diversas partidas destinadas al fortalecimiento de la infraestructura educativa, becas a estudiantes, entre otros.
En lo que hace al combate a la desigualdad regional, resultaba imperativo que el gobierno tomara decisiones de fondo para buscar revertirla. De 2013 a 2017, los estados de las regiones centro, occidente y norte del país, crecieron al triple de lo que lo hicieron los de la sur y sureste, hecho que se traduce en una diferencia en el acceso de oportunidades para sus habitantes quienes padecían una balcanización silenciosa. En este sentido, el Tren Maya, obra emblemática que busca reconectar cultural y económicamente al sureste con el resto del país, tendrá un incremento de más de 10 veces su presupuesto asignado, toda vez que se acercan las etapas críticas de su construcción.
Pero el cambio más sustantivo del que somos testigos es el reordenamiento del conjunto del paquete económico. Vivimos un cambio histórico que se asemeja al viraje de un gran buque que se dirigía a una enorme colisión y que revierte su tendencia trágica hacia otro rumbo: un verdadero golpe de timón.
Un dato que da cuenta de ello es el que no se cobrarán nuevos impuestos, y que con los recursos existentes se reordena el conjunto del gasto hacia nuevos objetivos impuestos por la pandemia: la reactivación de la economía y el fortalecimiento del sistema de salud. Las economías que servirán para ello saldrán de un mayor esfuerzo recaudatorio que provendrá de cobrar impuestos a quienes no pagan. Por ejemplo, el SAT ha incrementado en 143 por ciento el monto de la recaudación vía auditorias, dato que por sí solo habla del fin de una era de privilegios para los grandes consorcios.
Finalmente, el crecimiento de la inversión pública significa un punto y aparte en la caída tendencial que venía mostrando. Es en momentos de crisis, cuando el estado debe invertir para reactivar la economía y derivado de ello es que este presupuesto contempla un incremento real de 5.3 por ciento en los recursos destinados a inversión.
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Roberto Pantoja Arzola es Maestro en Docencia e Investigación por la Universidad Santander y Licenciado en Derecho por la UMSNH. Fue fundador de Morena en Michoacán y dirigente en el estado del mismo, actualmente se desempeña como Delegado Estatal de Programas para el Bienestar del Gobierno de México.