Rigoberto Márquez
La distancia de sentir las necesidades sociales con los representantes populares y funcionarios de gobierno son abismales.
He leído infinidad de discursos en donde la izquierda señala a la derecha y mencionan condiciones económicas adversas a las de la clase baja.
En otros discursos la derecha señala a la izquierda de ser paternalista, populista y de repartir a la clase menos favorecida lo que otros producen.
Lo que no he logrado encontrar, querido lector, es una empatía salarial donde su regidor, su síndico, su diputado local, su diputado federal, su senador, su gobernador, su presidente de la República tenga un salario equivalente al de la clase obrera, al de la clase magisterial, al de los trabajadores independientes, a los emprendedores; es ahí en donde “no encuentro empatía salarial”. ¿Por qué ellos no tabulan salarios que tengan afinidad con los del pueblo? $187.50 es el salario mínimo para un mexicano promedio, podría ganar hasta dos salarios mínimos cuando su presidente municipal puede ganar de $500 hasta $4 000 diarios, cuando su diputado local percibe $80 000 mensuales, cuando su diputado federal percibe $120 000, cuando un senador gana cerca de $240 000, cuando un gobernador excede los $180 000 y en ellos, aclaro, desarrollo es sueldo, y así el presidente de la República que es el que dice ser más honesto y el que más “se cuadra a la empatía salarial” con el pueblo que percibe en promedio $140 000. Fuera de ellos están los que dicen defender y buscar una igualdad.
Estos representantes populares “no tienen afinidad, ni empatía salarial” y son los que supuestamente nos definden.
Ahí es donde no he logrado encontrar un poco de credibilidad y sí la incongruencia de empatía salarial.
Y analiza usted, lector, desde su diputado local y federal hasta su senador federal, ¿tienen ellos empatía con su salario o es sólo un discurso hueco para buscar simpatizantes electorales y una sociedad no igualitaria y sí lectora? Aunque al final sé que la tinta se secará y tal vez algunos reflexionarán, tengo la esperanza de que por lo menos uno tome conciencia el día que haga su elección y voté por congruencia, no por discurso, simpatía y causas sociales.
Recuerdo aquel PRI que duró 70 años en el poder, que dictaba y todos obedecían. ¿Se cambió la dictadura por la dialéctica de convencer sin tener empatía y simpatía? Los sueldos en este país siguen siendo tan abismalmente diferentes a los sueldos de los funcionarios, políticos, representantes populares y terminaron siendo distintos y soberbios comparados con los de los trabajadores. Hoy la empatía salarial terminó siendo un sueño.
Gracias a Metapolítica por darnos el espacio para escribir, y a usted, lector, por estar conmigo cada semana en Café con Márquez. Espero podamos seguir haciendo reflexión y tomarnos un buen café.
Nos leemos la próxima semana.