Irán Moreno Santos
A lo largo de estos primeros días del año hemos visto los titulares de los diversos medios de comunicación impresos y también de diversos portales a nivel estatal y a nivel nacional, todos dan cuenta de que la economía en nuestro país se encuentra mal. Se informa que tenemos una inflación por arriba del 7%, un déficit fiscal que tiene atorada la economía, mayor deuda, se informa del aumento de los precios en los energéticos, particularmente la gasolina, y seguramente como vayamos transitando el año se hablara también del aumento en la electricidad y tal vez del gas, se ha escrito que el país crecerá al 2% y que la tasa del desempleo sigue aumentando así como el número de pobres, resultado todo ello, según sus críticos, de un mal manejo de la economía y de las finanzas del estado mexicano.
El problema no es la economía, el problema es la democracia, y voy a profundizar en ello. Los partidos que ganan las elecciones, como es el caso de Morena y el presidente López Obrador, llegaron al gobierno con un discurso de que había que barrer con el pasado, cambiar el modelo económico neoliberal, combatir la corrupción y generar nueva relación entre los hombres del dinero nacional y extranjeros de manera transparente, democrática y que todos pagarán sus impuestos y no hubiera evasión y tener recursos para los proyectos y programas de la administración.
De igual manera llegó Vicente Fox con el discurso del cambio, apertura democrática, transparencia, rendición de cuentas y de combatir la corrupción que durante más de 80 años tenía sometido al estado mexicano por parte del PRI y prometió hacer grandes transformaciones políticas, económicas y sociales para el desarrollo de un México moderno.
Pasó su administración y esos cambios prometidos nunca llegaron. Se fortaleció el sistema presidencialista que venía sido heredado del viejo régimen. Llega a la presidencia de la República Felipe Calderón con la intención también de generar cambios importantes en nuestro país, poniendo énfasis particularmente en el combate al crimen organizado, el cual resultó ser un gobierno del PAN que más decepcionaron y en las siguientes elecciones gana otra vez el Partido Revolucionario Institucional en la persona de Enrique Peña Nieto, según habían aprendido del pasado, que este nuevo gobierno de un nuevo PRI generarían rendición de cuentas, transparencia, desarrollo y crecimiento económico y terminó siendo una administración corrupta.
Cada partido y cada gobierno desde el nivel municipal, estatal y nacional imponen su visión, imponen su criterio, hacen las reformas que consideran desde su punto de vista que generan mejores condiciones de vida, pero sin embargo el país sigue siendo el mismo.
Cada partido y cada gobierno barre con las políticas anteriores y se comienza de nuevo, no hay propuestas a corto, mediano y largo plazo en el que coinciden todos los actores políticos, y esto se debe a que no son demócratas no tienen una visión conjunta del gobierno y son profundamente excluyentes.
Esta situación se reproduce hoy en día con la actual administración, y no les cabe la menor duda que repetirán en el gobierno, y los actores hombres y mujeres que pueden suceder al actual presidente de la República no son demócratas.
Morena juega y elige a sus candidatos a gobiernos estatales y nacional por encuesta, ¡vaya democráticos! El principal partido de la derecha va a hacer exactamente lo mismo, en lugar de abrir su definición a la participación de sus militantes o a primarias, y así podemos hablar del PRD, del Partido Verde, Partido del Trabajo y de Movimiento Ciudadano, porque la disputa es por el botín que representa los gobiernos estatales y la presidencia de la República.
Se requiere que todos los actores se sienten a diseñar un proyecto de corto y mediano plazo, que sienten un piso de derechos políticos, económicos y sociales y qué quién llegue al gobierno no pueda modificar, ignorar o cambiar esas políticas y que si así fuera, sea sólo para ampliar los beneficios.
Se requiere un gran acuerdo por un nuevo modelo económico coincidente entre todos los actores y un acuerdo de cambio de régimen político, porque está claro que este excesivo presidencialismo no beneficia a nadie ya lo demostraron los gobiernos de Fox, Calderón, Peña Nieto y ahora el de López Obrador.
Los ciudadanos tenemos derecho a vivir mejor y en mejores condiciones con más derechos y mejores oportunidades, más seguros y con certidumbre del futuro
Insisto: el problema no es la economía, es la democracia, y al parecer todos lo saben y nadie quiere impulsar estos cambio porque pierden sus clientelas políticas, sus direcciones partidarias y la oportunidad de gobernar un municipio, estado o el país aunque no lo haga bien, porque al final quien paga estas malas políticas y políticos son los ciudadanos, esos mismos que le brindaron con su voto esa posibilidad y decepcionan al salir del cargo con más dinero con el que llegaron en sus cuentas personales.