Por: Mario Ensástiga Santiago
Desde la creación de la Unión de Colonias Populares del Valle de México (UCP) en julio de 1979, empecé a escuchar cada vez más la información de la lucha de la Sra. Rosario Ibarra de Piedra, recientemente fallecida, su lucha es sobradamente conocida y reconocida, por la izquierda y no sé que tan auténticamente la derecha que se ha manifestado, por lo que sólo comentaré con gusto, tristeza y respeto, algunos pasajes de vida que cientos y miles de luchadores sociales del valle de México y del país que tuvimos la oportunidad y el honor de compartir con esa gran mujer, “La Doña” como solíamos decirle.
Aun siendo estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), con un grupo de compañeros y compañeras estudiantes del taller de investigación de colonias populares (Ticopo) asistimos en solidaridad a la primera huelga de hambre de Doña Rosario, donde acompañada de familiares y amigos se instalaron a las afueras de la Catedral de México en agosto de 1978; ahí en el corazón mismo de nuestra gran capital la vi y salude por primera vez en persona, mujer menudita e hiperactiva, de fácil sonrisa y una sencillez a flor de piel, agradecía afectuosamente la presencia de estudiantes, colonos, obreros y campesinos en apoyo a su justa y maternal demanda, la aparición de su hijo Jesús, reprimido y desaparecido por la feroz represión de los gobiernos priístas de aquellos años, fue su gran motivación de vida para convertirse en una de las mujeres de la lucha de la izquierda social y política de México de las más respetables y queridas.
Fue hasta octubre de 1978 cuando varias organizaciones sociales y políticas, decidimos crear el Frente Nacional contra la Represión (FNCR), a partir de ahí la agenda política de la UCP por las demandas reivindicativas de suelo, vivienda, servicios urbanos y la regularización de la tenencia de la tierra, se ampliaba y enriquecía con la incorporación de la justas demandas de no a la represión al movimiento popular y el apoyo de la lucha de decenas de madres por la aparición de sus hijos e hijas.
En 1981 impulsamos la organización política Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), decidimos participar en los procesos electorales constitucionales, cuestión que ya veníamos considerando años atrás, la decisión trajo fuertes discusiones y divisiones en el movimiento popular revolucionario, fuimos acusados de reformistas y electoreros; empezamos a construir alianzas electorales en febrero de 1982 con la Unidad Obrero, Campesina y Popular, integrada principalmente por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y la Unión de Lucha Revolucionaria (ULR), ello nos posibilito postular candidaturas a diputados y senadores, y lo más importante, la propuesta de que Doña Rosario Ibarra de Piedra fuera candidata a la presidencia de la República en las elecciones de 1982.
Rosario Ibarra se convirtió en nuestra candidata y primera mujer propuesta en México a la presidencia de la república, nunca olvidaré que fue tanta nuestra alegría y motivación, que mi mujer y yo junto con otra pareja de entrañables compañeros de la UCP y del MRP, decidimos con nuestro propios recursos apoyar la candidatura en sus jiras por el país, así fue que durante unos 15 días viajamos de apoyo a la avanzada de los mítines y reuniones de la campaña electoral por el estado de Chiapas, en esos días recuerdo acababa de hacer explosión el volcán Chichonal, con sus claros impactos sociales y afectaciones a las vías de comunicación, por otra parte nos teníamos que cuidar en extremo porque constantemente éramos perseguidos y vigilados por los agentes de gobernación, hacíamos el engrudo con sosa cáustica y pegamos los carteles de propaganda y ¡vámonos!, en fin, son historias inolvidables de vida. Lamentablemente la campaña se tuvo que suspender como a la mitad de lo programado, Doña Rosario sufrió una caída en el baño y se lastimo fuertemente un brazo que tuvo que ser trasladada a la Ciudad de México.
Por falta de recursos para quedarnos en hoteles, decidimos en en una playa, que por ahora no recuerdo, en la madrugada se soltó una fuerte lluvia que nuestra casa de campaña se inundo y se convirtió en una hoja arrugada por los fuertes vientos, años de lucha, de mística por la revolución democrática popular; en esos andares Doña Rosario hacia presencia en los eventos de las organizaciones sectoriales de masas que crearon en la década de los 70´s, como la Coordinadora del Movimiento Urbano Popular (CONAMUP), la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y muchas otras organizaciones coyunturales contra la carestía de la vida, la represión y las políticas antipopulares del régimen capitalista neoliberal.
No fueron pocas las ocasiones en que nos reuníamos, discutimos, marchamos en colonias, ejidos y ciudades del país donde difundíamos nuestras exigencias y reclamos al PRI-Gobierno, cuando la Doña hacia uso del micrófono, nos estremecía y nos seducía políticamente, debo decir con toda franqueza que pocas veces he visto mujeres con tal facilidad de palabra, con tanta pasión y vehemencia; alguna vez tuve oportunidad de visitarla en su domicilio de la CDMX al acompañar a una compañera para hacerle la atenta invitación para que nos acompañara a nuestro tercer aniversario de la UCP.
Ya de casado con mi compañera Cony embarazada de nuestro primer hijo Edén, acudimos a la segunda huelga de hambre de Doña Rosario, en el atrio de la Catedral de la CDMX en 1983, las rejas de tan majestuosa y legendaria iglesia, estaban literalmente tapizadas con las fotografías de los y las desaparecidas políticas, ahí recuerdo a mi mujer caminado embarazada cada vez más lenta con bote en mano pidiendo cooperación y explicando a la transeúntes los motivos de la lucha, así fue también en varias ocasiones ante la puertas de la Secretaria de Gobernación en la calle Bucareli.
Total, lamento mucho en verdad la partida de Doña Rosario, que perdió un hijo, y que decidió como muchos jóvenes de los años 70´s emprender la lucha contra el capitalismo y los vendepatrias, pero que encontró en su largo camino a muchos hijos de otras madres como ella y muchos compañeros y compañeras que la admiramos y siempre la recordaremos como una gran mujer, descanse en paz “La Doña”.
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