Por Hugo Gama Coria
Michoacán, junto con Chiapas y Oaxaca, son las entidades federativas que cuentan con mayor cantidad y variedad de artesanías, muchas de ellas ancestrales, otras no tanto, pero todas derivan de saberes propios de las personas que se conjugan con las condiciones geográficas y naturales, ello es lo que permite tener únicos y excepcionales productos, que diversos estudiosos califican como parte del patrimonio cultural intangible y que, sin duda alguna, es también patrimonio intelectual.
En nuestro estado hay comunidades que su economía está cimentada en la elaboración y comercialización de las artesanías, colocándose el turismo, las ferias locales y las exposiciones como los escaparates habituales para la venta, así mismo, el Instituto del Artesano (Casa de las Artesanías de Michoacán), es factor fundamental para la compra y venta de los productos; sin embargo, se requiere un impulso adicional para apoyar a poco más de veinte mil talleres artesanales que existen en Michoacán.
Los mecanismos y estrategias de comercialización deben ir cambiando, la pandemia fortaleció las ventas en línea, lo cual se debe aprovechar, sin embargo, un gran número de personas que gustan del turismo, la cultura o las artesanías optan por hacer sus compras de manera presencial, máxime porque las artesanías se deben apreciar físicamente, lo que obliga a establecer más puntos para el acceso a dichos productos.
Las franquicias son un modelo de negocio y una estrategia de comercialización que durante las últimas décadas ha permitido llevar productos de un lugar determinado a cientos de lugares en el mundo, mismas que funcionan con reglas, modelos, manuales, regulación de precios y se establecen contratos, lo que permite una alta posibilidad de éxito y de rentabilidad por la disciplina establecida, aunado que se aprovecha principalmente la fama de una marca registrada.
En el caso de las artesanías, debe analizarse la posibilidad de establecer una franquicia social, cuyo objetivo sea establecer más puntos de comercialización en México y en el extranjero, aprovechando la fama y reputación de la marca “Casa de las Artesanías de Michoacán”, la cual debe ser operada y administrada por el propio estado, siendo garante de la proveeduría a quienes adquieran una franquicia y la adquisición puntual y a buenos precios a los artesanos.
Esta franquicia permitiría colocar piezas de más talleres artesanales, ampliando el espectro de apoyo al sector, tendiendo nuevas vías de comercialización, permitiendo cerrar la brecha de desigualdad y oportunidades entre los propios artesanos, además que se provocaría la reactivación económica de decenas o cientos de comunidades, aunque ello también implique que los artesanos deban estandarizar la calidad de los productos.
La franquicia para las artesanías debe ser una oportunidad, la cual ya se ha planteado en proyectos de investigación académica. La franquicia es un modelo de negocio que se debe aprovechar en beneficio de la sociedad, por eso se debe concebir como una franquicia enteramente social.