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#TAN CERCA, TAN LEJOS // Desde algún lugar común de América

Por José Irán Moreno Santos

Hace algunos años podríamos decir hace aproximadamente 25 años, mujeres y hombres que se auto definían revolucionarios decidieron disputar el poder por la vía electoral y se enfrentaron a los partidos de derecha que gobernaban sus países.

Muchos de ellos y ellas provenían de grupos armados, otros de la clandestinidad y el exilio que tuvieron que vivir producto de golpes de estado, dictaduras militares y partido de estado.

Cuando decidieron caminar por la senda de lo electoral, nunca se convencieron de que la democracia era un elemento esencial para la convivencia política de sus países, consideraron que la lucha armada y la toma del poder tenía que hacerse con instrumentos electorales para transformar el estado y convertirlo en un estado revolucionario para enfrentar a las oligarquías, a los imperialismos que han sometido y siguen sometiendo desde su perspectiva a su país y a su continente.

Podríamos asegurar que la mayoría ha logrado tener el poder, ganar elecciones y gobernar.

Pero se les olvidó tal vez intencionalmente pensar en democracia y reflexionar sobre el poder y que llegar al gobierno son temas totalmente distintos, con concepciones totalmente distintas y con interpretaciones totalmente distintas. Algunos de esos hombres y mujeres lograron desde el gobierno más no desde el poder, transformaciones en la desigualdad económica de sus países, lograron sacar a millones de ciudadanos de sus países de nuestro continente de la pobreza extrema y de la pobreza.

Otros y otras lograron desde su condición indígena generar movimientos que los llevaron al gobierno que confunden con poder y desde ahí hacer transformaciones; como crear una nueva constitución, cambiarle el nombre a su país, denominar revolución ciudadana en otro y así sucesivamente se fue dando esos avances de estos hombres y mujeres que desde la izquierda llegaron al poder y algunos se perpetúan en el gobierno confundiendo siempre ambos conceptos.

Sin embargo, muchos de esos que llegaron al gobierno en sus países y haber logrado disminuir la brecha entre ricos y pobres, disminuir el poder del capital y de los empresarios en sus países, cuando optaron por jugar a la democracia esa con la cual no se comprometieron, pero buscaban seguir ganando elecciones para que su proyecto, ese que solamente entendían ellos y que tenía como finalidad sacar a los pobres de los pobres de sus países perdieron elecciones, y su discurso clasista y polarizante los llevo a perder esas elecciones, a pesar de que hubo cambios en las leyes, nuevas constituciones, nuevos órganos de gobierno que desde su concepción entendían que podían controlar.

Perdieron elecciones y los que llegaron, llegaron a borrar lo anteriormente realizado, llegaron a desaparecer, aniquilar todo lo que su antecesor de izquierda había logrado y los perdedores no fue el nuevo grupo gobernante o el grupo gobernante anterior sino la población.

Llegaron al gobierno, se esforzaron en resolver los problemas a las clases más necesitadas según su discurso y según sus políticas, se pelearon y en algunos casos se aliaron con las oligarquías de sus países, cambiaron su constitución, se apoderaron de las cortes de justicia, de los órganos electorales, borraron las instancias de derechos humanos y transparencia y se escudaron en la soberanía nacional y demagógicamente llamaban a la unidad del continente, todo eso hicieron pero no construyen democracia o eso se les olvidó intencionalmente.

Desde que llegaron al gobierno que ellos entienden como poder, los han destituido, les han ganado elecciones, les han dado golpes de estado y no han entendido que las políticas de estado son considerando al otro y llegando a consensos.

Esos otros que llegaron ubicados en la derecha, en la oligarquía y en el imperialismo tampoco han entendido de democracia y de políticas de estado, se han dedicado a destruir, excluir y aniquilar y llevamos 25 años ininterrumpidos de ese círculo vicioso que se reproduce en varios países de nuestro continente.

Esos hombres y mujeres clandestinos, exiliados y exguerrilleros siguen creyendo que son revolucionarios y que llegar al poder por la vía electoral es imponer una visión de país y un proyecto de nación que solo beneficie a un sector de la población y no al conjunto de los ciudadanos de sus países.

Esa derecha dictatorial, intervencionista, oligárquica y antiimperialista y pseudo democrática cree que enfrentar, aniquilar. desaparecer y denostar a esa izquierda sin apellidos genera beneficios para sus sociedades, pero en realidad solo le genera beneficios a su poder económico, a su influyentísimo, a su corrupción y a la explotación.

Estamos desde algún lugar común de América, aquí y ahora, reproduciendo procesos e historias que ya vivimos, que no hemos estudiado y no hemos querido aprender, ni desde la izquierda y mucho menos desde la derecha, todos dicen tener el mejor proyecto de país, pero ambos excluyen, señalan, denostan, expulsan y denigran al de enfrente.  Dialogar no es claudicar, coincidir no es ceder valores y principios, si se entendiese que la disputa no es por el poder, sino por el gobierno, si tuviéramos claridad, si hubiera acuerdos, consensos y diálogo en beneficio de la sociedad tendríamos otras perspectivas y otras realidades.

Sin embargo, hoy tenemos dictaduras de izquierda y de derecha, autoritarismos, gobiernos unipersonales, la denostación del de enfrente, disminución de instituciones de control ciudadano y así podemos seguir describiendo lo que vivimos en nuestra América, al final los que terminan perdiendo son las y los ciudadanos de nuestra región.

Debemos hacer un pacto con la democracia, con las elecciones, con el fortalecimiento de instituciones, con la verdadera integración y defensa de los derechos de las personas, pero para que eso se logre tenemos que convencer y si no es posible convencer, extirpar a esa vieja clase política de izquierda, nacionalista revolucionaria y de igual manera con esa derecha oligárquica, intervencionista e imperialista  y recuperar los valores y principios de la socialdemocracia y del liberalismo y de la extrema derecha si se quiere, pero en democracia en dónde todas y todos participemos desde los sindicatos, los partidos, los sectores sociales y no solo creyendo que porque se tiene el gobierno se tiene el poder y se pueden hacer cosas por encima de la voluntad de la sociedad.

Desde algún lugar común de nuestra América, no hemos aprendido porque no leemos, no estudiamos, no reflexionamos y es una lástima porque repetimos la historia y estamos condenados a repetirla.

Tenemos un gran país y continente que no aguanta más y estamos llamados a engrandecerlo.

Las opiniones emitidas por los colaboradores de Metapolítica son responsabilidad de quien las escribe y no representan una posición editorial de este medio.

Presidente Fundación de Estudios Políticos Económicos y Sociales Progresista. iran_moreno@fepesp.org




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