Por Héctor Tapia
En toda la novela político electoral que vive México actualmente, entre el Plan B y la renovación de cuatro consejerías electorales del Instituto Nacional Electoral (INE), hay aspectos que con justa razón resaltan una preocupación latente.
Y cómo no cuestionar el avance de uno de estos perfiles, por poner un ejemplo, en una de las posiciones que más ha estado en la discusión en los últimos años: la presidencia del INE.
En la quinteta que se ha seleccionado para la presidencia del INE destaca el perfil de Bertha María Alcalde Luján, quien no sólo destaca por haber quedado en la primera posición de las evaluaciones, no.
Ella destaca por otros aspetos que por obvias razones genera serios cuestionamientos porque se advierte que, efectivamente, el INE sería seriamente vulnerado.
Bertha Alcalde Luján, la aspirante, es hija de la ex presidenta del Consejo Nacional del partido Morena, Bertha Luján, y hermana de la actual secretaria del Trabajo y Previsión Social del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si bien es cierto que está en primer lugar en calificaciones, lo que podría reflejar en un primer momento que tiene el conocimiento, concediendo que tiene la formación requerida, su cercanía con el actual gobierno federal y el partido en el gobierno por supuesto que pone en duda la imparcialidad en el papel que le tocaría jugar, de ser electa por la Cámara de Diputados.
En este punto ya no es si conoce o no el derecho electoral para asumir una posición de este tipo, sino que es el evidente conflicto de intereses al ser completamente afín al actual régimen, lo que restaría certeza a la conducción de los procesos electorales venideros, porque en un primer momento le tocará asumir o enfrentar las elecciones en Coahuila y Estado de México, pero posteriormente vendrá el proceso electoral del 2024, con la sucesión presidencial.
Ante esta situación actores diversos de Morena han señalado de la preparación de Bertha Alcalde Luján, y se anticipan frente a los señalamientos “no somos como ustedes”, encaran a quienes critican a este perfil.
Sin embargo, y con esto cierro el análisis: ¿Y si fuera al revés?.
Si algún allegado, con tanta evidencia, a Marko Cortés, o a Alejandro Moreno, o algún expresidente de la república, fuera el perfil a la cabeza, ¿qué posición asumiría Morena?