Por Roberto Pantoja Arzola
La elección presidencial del próximo año enfrentará a dos grandes bloques de partidos políticos y también a dos proyectos de nación que históricamente han disputado la hegemonía de la agenda pública. De un lado estarán las fuerzas progresistas encabezadas por la candidata o el candidato obradorista, y del otro se encontrará el bloque de las derechas que ya perfila claramente como su abanderada a la senadora Xóchitl Gálvez. Pero hay una tercera fuerza que al menos en su narrativa ha buscado presentarse como un punto intermedio, como una alternativa de poder que no gravita en ninguno de los dos bloques, se trata de Movimiento Ciudadano.
La retórica del eterno dirigente de este partido, el veracruzano Dante Delgado, apuesta por el agotamiento que tienen los partidos políticos tradicionales y también por el natural desgaste que implica el ejercicio del poder al que ha estado expuesto MORENA. Sin embargo, contradictoriamente Movimiento Ciudadano se ha alimentado de cuadros provenientes de estos partidos tradicionales mismos que no han tenido cobijo en coyunturas electorales y que le han representado dividendos interesantes al partido naranja.
Imbuido de un pragmatismo puro y del total cálculo de rentabilidad electoral, Movimiento Ciudadano no tiene una agenda clara de prioridades o una oferta política bien definida para la sociedad mexicana. Esa ausencia claramente le expone a una contradicción que hoy por hoy tiene en vilo la unidad de dicho instituto político. Pensando en sostener sus cotos de poder, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, amaga con una ruptura y con pactar con el bloque de las derechas haciendo a un lado el proyecto de la tercera fuerza política que ha delineado el dirigente nacional de MC.
Si la agenda del grupo Jalisco logra cuajar al interior del partido naranja, éste sin duda alguna se estaría dando un balazo en el pie, disolviendo su postura de crítica a la política tradicional que por años ha hecho PAN, PRI y PRD. Por el contrario, si MC no pacta, sus bonos electorales podrían diluirse en una confrontación que arrastrará votos útiles para cualquiera de los dos bloques, dejando de ser atractivo para cualquier ciudadano el desperdiciar su voto en favor de una tercera vía. La presencia de este partido podría quedarse en un carácter meramente testimonial y acotado a ciertas regiones del país.
La encrucijada a la que se someterá esta organización sin duda se encuentra como parte del proceso histórico de redefinición del espectro político que vive el país. Se asoma la jubilación y el retiro de toda una generación de políticos cuyo legado para el país merece estar en el basurero de la historia. Veremos en dónde para Movimiento Ciudadano después de las definiciones que tome la sociedad mexicana.
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