Por Héctor Tapia
La protesta, la toma de las oficinas centrales del PRD en Michoacán, pasó con más pena que gloria, y sin el efecto que los perredistas inconformes deseaban; sólo reafirmó una cosa, el peso y liderazgo que decían tener Silvano Aureoles Conejo y Antonio García Conejo, en Michoacán, ha quedado doblegado, no está, ya no existe.
De los gritos y exigencias de la renuncia tanto de Jesús Zambrano, líder nacional, como de Octavio Ocampo, dirigente estatal, producto del desacuerdo con la designación de Araceli Saucedo como candidata al Senado, como de Francisco Huacus, como candidato a diputado por el Distrito Federal de Apatzingán, pasaron a exigir sólo un proceso transparente de designación de las siguientes candidaturas por definir, que son las locales, ayuntamientos y diputaciones.
Silvano Aureoles y Antonio García fueron doblegados, y han guardado silencio; mientras algunos de los liderazgos que les acompañaron en sus exigencias recularon ante lo que ellos mismos constataron: estaban frente a una batalla que estaba perdida.
El movimiento quedó, pues, en un berrinche de un par de liderazgos que arrastró a otro grupo de perredistas.
Los perredistas afines al ex mandatario, cuando las cosas no comenzaron a salirle como él exigía, se intranquilizaron, y en lugar de buscar a sus liderazgos de expresión, comenzaron a ver o buscar a otros actores que no sólo les explicaran lo que sucedía en el partido en Michoacán, si no también -con ello- a abandonar de facto a quienes lejos de representar alguna posibilidad de salvarse les estaban significando la exclusión, por las decisiones que han venido tomando tanto Silvano Aureoles como Antonio García.
El movimiento de inconformes, liderado por éstos dos perfiles, tenía de fondo colocar a varios actores allegados en diversas candidaturas; de entrada, en las plurinominales federales de su partido fueron excluidos, no sólo ellos sino también los michoacanos.
Quedan tres diputaciones federales por definir, y serán designación directa por la dirigencia nacional. Se trata de las candidaturas de Zacapu, Pátzcuaro y Zitácuaro, en ésta última se registró el propio Silvano Aureoles como aspirante y no se la dieron en el primer momento, lo que reflejó la clara ruptura con la mayoría del Consejo de su partido a nivel nacional.
Frente a todo esto, y la pérdida de fuerza de los Conejo en Michoacán, muchos de sus afines también paulatinamente han venido dándoles la espalda. Faltan por definir todavía las candidaturas locales, y las plurinominales locales; de seguir esta tendencia, estaríamos frente a la exclusión del exgobernador en el PRD.
Los afines al ex mandatario bajaron el tono de sus inconformidades y cedieron y pactaron la paz frente a la definición de las candidaturas locales, soltaron las instalaciones; por otro lado, tanto Silvano Aureoles como Antonio García Conejo han guardado silencio. Sus últimas comunicaciones oficiales, en sus redes sociales, siguen haciendo alusión a que en su lucha “no hay marcha atrás”, y que siguen desconociendo a las dirigencias del partido, pero sus afines ya dialogan y negocian con ellos.