Por Juan Adolfo Montiel Hernández
El antepasado domingo (28 de julio) se llevaron a cabo elecciones para renovar la Presidencia en un país más de América Latina: Venezuela.
Días posteriores a las elecciones, se dio un anuncio por parte del gobierno en turno de que le había sido otorgada una mayoría de preferencia electoral, un poco más del 50 por ciento, para reelegirse por un tercer período.
Sin embargo, la oposición manifestó su inconformidad y exigió transparencia en el resultado; esto, mediante la publicación de las actas de escrutinio y cómputo de los centros de votación para que al realizar la sumatoria de cada una de ellas se confirmara ese resultado.
El asunto es que siete días después de la elección, ni la autoridad electoral ni el gobierno han transparentado y presentado dichas actas; por su parte, la oposición obtuvo las actas y las ha publicado, incluso las ha difundido en medios electrónicos, señalando que el resultado correcto de la votación es que la oposición ganó esa elección.
Aquí podemos ver claramente, que es necesario para la legitimidad de una autoridad electa contar con una institución electoral independiente y autónoma del gobierno en turno para que los diferentes mecanismos como son: El Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), actas de escrutinio y cómputo, se tenga la certeza de cual es el resultado.
Hay organismos internacionales que han manifestado que no les es factible avalar el triunfo a el gobierno en turno o incluso a la oposición por falta de transparencia.
Así han pasado varios días y la situación en Venezuela se complica porque también se habla de manifestaciones sociales en contra del resultado de la fuente oficial y represión de estas manifestaciones. Esperemos que Venezuela encuentre una salida a esta situación y esta incertidumbre que se dio por los resultados de la Presidencia de la República de aquel país.