Por Lucero Circe López Riofrio
Despierta diversas emociones, sentimientos y pensamientos el hecho que nuestro país tenga una presidenta. Mientras que las expectativas son muy altas, lo preocupante es la sobre exigencia que ya se empieza a desplegarse en diversos comentarios que muchos de ellos que escuche son por demás ofensivos y misóginos, profundamente denigrantes y violentos.
Las mujeres, casi todas sino es que todas, en diversos momentos de nuestras vidas hemos enfrentado innumerables críticas, censura y silenciamiento. Nuestra voz al levantarse, al exigir, al criticar, al evidenciar, ante el desacuerdo, pero también en la coincidencia, en la disidencia y en la discordia, es reinterpretada, confrontada, cuestionada.
A las mujeres se nos exige un sinfín de virtudes, no se nos perdona el equívoco, debemos ser en el imaginario colectivo una mezcla de heroína, virginal, guerrera, sabia, etc. con hartos arquetipos míticos y estereotipos de género, de liderazgo, de bondad, de pulcritud y muchas otras características que cada quien construye en su imaginación y expectativa la idealización de una primera mujer Presidenta, con a.
Que pesada loza, espero que la Presidenta logre desprenderse de todas esas representaciones sociales idealizadas y sacralizantes que desean y anhelan, expectantes, colocar y demandar a la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. Me parece que el verdadero techo de cristal aun no se ha roto, ante la evidente sociedad y sistema patriarcal en el que vivimos.
Un techo de cristal que mucha veces impide tomar decisiones autónomas y unilaterales, con sus respectivas consecuencias en las que siempre te dejan sola, y es que permítanme diferir, porque no se si llegamos todas, esperaría que las que no militamos en partidos políticos tengamos la posibilidad de encontrar coincidencias y espacios para dialogar, criticar, sumar, construir y fortalecer desde formas menos denigrantes que en ocasiones quienes representan al “pueblo” o forman parte de las instituciones, se niegan a entender que hay mucho más allá de lo que creen y piensan.
Hay techos de cristal internalizados, esos que nos sabotean, nos limitan e impiden ejercer una autonomía e independencia fuera de los márgenes de la discriminación y la violencia, de los intereses económicos e ideológicos que también se construyen alrededor de los liderazgos de las mujeres, donde quedan muchas veces en las sombras los intereses más perversos y egoístas que son los que tienen la fuerza para operar adjuntando grandes capitales.
No es nada sencillo encabezar la Presidencia de la República de nuestro país, me siento muy feliz de poder ver este momento, pero no puedo dejar de reconocer que hay divergencias entre los pragmatismos y las ideologías, unas gobiernan y otras hacemos otras cosas.
Deseo con todas mis fuerzas que la Presidenta tenga la fortaleza necesaria, el dominio de sí misma, el egoísmo más sigiloso, la paciencia más efectiva, la palabra más tranquila y pausada, los limites bien delineados y las mujeres más preparadas para arropar y acompañar este gran desafío.
Conozco a la hoy Presidenta cuando luchamos por una UNAM libre de cuotas, la libertad y la conciencia social muchas veces inicia con la lucha por el derecho a una educación gratuita, caminamos por distintas brechas del feminismo, pero como mujer me alegra mucho y llena mi corazón de esperanza y alegría.