Por Juan Adolfo Montiel Hernández
El martes 5 de noviembre en los Estados Unidos de América (EUA) tiene una jornada electoral de suma importancia. No sólo esta en juego la decisión de quien será la o el titular de la Presidencia de la República, también habrá elección en sus órganos de representación, que son los órganos legislativos.
Las encuestas establecen que la competencia esta sumamente cerrada por los dos partidos políticos de relevancia en ese país.
EUA cuentan con una trayectoria muy amplia como sistema democrático, está considerada como las democracias más antiguas de nuestro planeta. Ha sufrido algunos embates o cuestionamientos de quien no resulta ser electo en la Presidencia, pero ha sabido sortearlos dentro de su complejo, y nada sencillo, sistema electoral estadounidense; pero la elección de este martes 5 de noviembre, definirá quien estará en la Presidencia de la República por un siguiente periodo, sin embargo, como suele ocurrir en todo juego democrático, la estabilidad dependerá de quien quede en la segunda posición conforme a los resultados, esto es que opte de manera democrática por aceptar el resultado que no le favoreció.
Los cuestionamientos de Donald Trump durante el pasado proceso electoral de que hubo fraude y le robaron la Presidencia, que nuevamente afirme que va a haber fraude, han marcado el cierre de las campañas y con ello el retumbar la palabra: FRAUDE.
Lo anterior, es una amenaza al no reconocimiento de los resultados en los Estados Unidos. Esa amenaza por sí mismo pone en riesgo a todo el sistema democrático, porque, como algunos autores politólogos dicen, el sistema democrático está basado en la aceptación de la derrota por parte de los contendientes, ya que al momento de participar debe quedar claro que una persona gana y los demás que compitieron no obtendrán ese triunfo. Veamos que ocurre después de la jornada electoral.