Por Araceli Gutiérrez Cortés
Hoy México vive la tercera alternancia en la presidencia de la República, en un contexto altamente legitimador de quien actualmente detenta el poder; pero al mismo tiempo, frente a una polarización ideológica profundamente marcada tanto en las fuerzas políticas como en la propia sociedad.
El sistema de partidos se ha convertido en la forma más idónea para buscar un estado de derecho a través de un diseño democrático donde la ciudadanía puede elegir una opción de entre varias que se encuentran a su alcance. Sin duda, la clave es tener certeza de las reglas del juego y desde luego, la participación ciudadana. No podemos decir que ya lo logramos, seguimos en ese proceso de transición donde los partidos políticos y las instituciones tienen que apostarle a la trasparencia, a la rendición de cuentas y a los resultados palpables y congruentes, como elementos necesarios para construir confianza.
Contrario a ello, encontramos cifras poco alentadoras. Consulta Mitovsky realiza anualmente una encuesta para medir el nivel de confianza que tiene la ciudadanía en las instituciones, haciendo una medición en relación con 19 instituciones; si vemos los rankings de confianza de los últimos años: los partidos políticos han ocupado el lugar más bajo desde 2014 y ahí se han mantenido hasta la fecha.
Pero esa desconfianza también tiene una razón de ser, si consultamos la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2024, señala que, durante 2023, se denunció o inició carpeta de investigación sólo en el 7.1% del total de delitos cometidos en el país; es decir, en el 92.9% de los delitos no hubo denuncia ni se inició carpeta de investigación; y de aquellos casos en donde sí se inició averiguación previa o carpeta de investigación, en el 47.9% no pasó nada o no se continuo con la investigación. Y si vemos las razones por las que la gente no denunció, según la misma ENVIPE, la primera razón es porque los ciudadanos consideran que es una pérdida de tiempo, y la segunda, por desconfianza en la autoridad, entre otras; lo cierto es que, el 63.2% de las razones para no denunciar los delitos, son causas atribuibles a la autoridad.
Estos datos son contarios al fin último de los partidos políticos y de los gobiernos que construyen a través del sistema de partidos; hay autores que afirman que la propia dinámica de la política es un obstáculo para la consolidación del régimen democrático nacional; y aunado a ello, hay otros factores que dificultan la construcción de un régimen democrático como los altos grados de corrupción, o la propia incapacidad de los partidos políticos para recuperar la confianza ciudadana, quienes los perciben cada vez menos como genuinos representantes de sus intereses.
Hoy la democracia es la forma más deseable en una sociedad. Es la forma que más consensos ha alcanzado a nivel mundial. O como diría Winston Churchill, tal vez la democracia es el menos malo de los sistemas políticos; y los partidos políticos representan una de las más importantes vías, tanto para la consolidación democrática como para el fortalecimiento del estado de derecho.
No obstante, hoy por hoy, encontramos expresiones muy claras en contra del sistema de partidos, como las candidaturas independientes, las expresiones o iniciativas legislativas en favor de regular el voto nulo o el voto en blanco, o la búsqueda de las comunidades Indígenas de nombrar a sus autoridades por el sistema de usos y costumbres; y no señalo estas expresiones como negativas; por el contrario, es importante que existan diversas formas de participación ciudadana, pero el impulso de estas distintas vías se ve motivado por un claro rechazo al sistema de partidos.
Lo más curioso es que tienen todo para hacer grandes cosas por este país, desde estructuras materiales y humanas; y presupuesto ni se diga, ciertamente su discurso es de una importante defensa de los derechos humanos y una alta exigencia hacia afuera, pero hacia adentro, sus estándares de calidad y de congruencia son lamentablemente bajos.
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