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☞ OPINIÓN | La instrumentalización ideológica de la ultraderecha en las redes sociales hacia las adolescencias

Por Lucero Circe López Riofrio

Diversas redes sociales muestran a mujeres, adolescentes y jóvenas diciendo que son muy “felices atendiendo a su marido”, mujeres esterotipadas dóciles, enfatizando la domesticidad con recetas y realizando labores de limpieza del hogar. Cuerpos femenizados tradicionales, pasivas e incondicionales son imágenes idealizadas teniendo como referente las mujeres de los años 50´s, que son parte de una campaña denominada tradwives (esposas tradicionales) del llamado estilo de vida americano. En el caso de los hombres están los denominados incels (célibe involuntario) que en un inicio sólo representaban a este tipo de adolescentes y jóvenes, y que ahora integra a chicos resentidos que optan por la violencia extrema, el odio y la imposición de conductas destructivas que manifiestan la reivindicación de la masculinidad tradicional profundamente machista y enajenante.

Esto es parte de uno de los objetivos de la ultraderecha, que busca restablecer los valores morales que desde su ideología refrendan a la familia “natural”, que sólo reconoce la unión entre un hombre y una mujer, bajo una definición biológica, y que tiene como fin único la reproducción.

Lo que ha derivado en la implementación de una estrategia que incluye diversas campañas orientadas a “reincorporar” estos valores morales a través de mensajes en los que se destaca la posición tradicional de los roles de género donde el dominio y la subordinación, de hombres hacia mujeres, está asociada a la supuesta felicidad y plenitud.

Destaca, sin rubor alguno, el amor romántico y con ello la incondicionalidad de la esposa hacia el esposo, bajo un servilismo relacionado con la atención de las necesidades de este, aunado a la manutención y sostenibilidad de la familia por parte del hombre como único proveedor, reforzando una posición pasiva de las mujeres que esperan en casa sin preocupación alguna, ya que deben concentrarse sólo en mantenerse sexualmente disponible y cuidado de su imagen.

Hasta aquí tal vez haya coincidencias y probablemente sea intrascendente lo señalado, pero cuando observamos y analizamos de manera más crítica hacia quien está dirigida dicha estrategia constatamos que su población meta es la adolescente, y tal vez ese sea el motivo por el cual pasa desapercibida como muchas otras cosas que se muestran en redes sociales y que miran bajo una supuesta ingenuidad nuestras hijas, hijos e hijes.

Una estrategia que está cargada de reforzamientos de roles de género tradicionales que pretenden hacer una regresión no sólo ideológica sino política, así como un ataque directo y frontal al avance de los derechos humanos de las mujeres, como también hacia el lenguaje no sexista e incluyente y la diversidad sexual.

La estrategia diseñada por la ultraderecha tiene como finalidad la imposición de un capitalismo moral y profundamente violento, mucho más invasivo y destructor del ya establecido, que tienen como propósito la desafección, que “define el sentimiento subjetivo de ineficacia, cinismo y falta de confianza en el proceso político, en los políticos y en las instituciones democráticas; este sentimiento genera distanciamiento y alineación…” (Paramio, 2015).

Ahora bien, porque hacia la población adolescente transitando hacia la juventud, pues desde mi punto de vista hay dos razones, la primera es que esta población es táctica, ya que desincentivar el voto por primera vez repercutirá en las agendas progresistas presentes y futuras, como también en el fortalecimiento de la democracia, en sí lo que se intenta es generar las condiciones para establecer un orden oligárquico, neoliberal y fascista que busca instituirse en concordancia con el orden mundial que pretende imponer Estados Unidos con Donald Trump.

La segunda razón que destaco son las repercusiones que hemos enfrentado derivado de varios sucesos como la declaratoria de guerra hacia el crimen organizado y el narcotráfico y la pandemia del COVID-19, que delimitaron en el mejor de los casos pero que también destruyeron la posibilidad de hacer planeaciones futuras que impliquen centralmente el bienestar y la estabilidad que requiere cada integrante de un núcleo familiar.

Al menos dos generaciones recientes que en su niñez y adolescencia, en transición hacia la juventud, han visto afectada su salud emocional, imaginemos vivir sin estabilidad, certeza y arraigo, y para un escenario mucho peor enfrentar un aislamiento que imposibilitó la socialización, convivencia y comunicación entre pares, procesos fundamentales en el desarrollo humano y emocional de estas en donde la escuela es clave.

De por sí ya eran complicados los cuidados y la crianza presencial, así como la incompatibilidad de los horarios laborales discordes a la vida familiar, los bajos salarios, la búsqueda de trabajos distantes y trayectos que nos requieren muchas horas, entre muchas otras situaciones que se han ido naturalizando.

Dos generaciones en donde la crianza y los cuidados se enfrentaron con el abandono y el aislamiento, con duelos y perdidas; donde hubo mucha muerte, violencia, sangre, se perdieron amigos, amigas, familias enteras. Una desolación que posiblemente detonó diversos trastornos de índole emocional y de personalidad, sin caer en la psicopatologización.

Desafortunadamente, ante esta realidad pocas políticas públicas se han creado para hacer frente a esta situación y su atención integral, principalmente de aquellas dirigidas hacia la población adolescente, por lo que, ante la debilidad del Estado, la oportunidad para la ultraderecha pretende perversamente ser aprovechada.

Sanar emocionalmente tal vez no sea tan complejo, para ello la compasión sin subestimación, el problema es que no hay quien guie esas tareas y de forma profesional y en gratuidad como deben ser los derechos humanos. Esto es tarea del Estado indudablemente, pero aún falta comprensión y operación institucional sobre la importancia de los derechos sociales y colectivos, más allá del discurso que pretende ser progresista, pero que en el fondo están alienados tristemente a la racionalidad neoliberal.

Las opiniones emitidas por los colaboradores de Metapolítica son responsabilidad de quien las escribe y no representan una posición editorial de este medio.



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