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#ES TIEMPO… // ¿Michoacán en la cuarta transformación?

Por Martín Equihua

El año nuevo será, entre otras cosas, el de la candidatura presidencial de la fuerza gobernante y el de dos elecciones estatales significativas. El que le seguirá podría resultar el año en que se elija a la primera presidenta de la historia de México, en una elección en la que también se renovarán 500 diputaciones federales y 128 senadurías; nueve gubernaturas y 30 de las 32 legislaturas locales. Es decir que la intensidad irá in crescendo a cargo de los dos grandes bloques que disputan el poder de la representación.

Las proyecciones demoscópicas instalan, hoy, a la cabeza de las preferencias electorales, a la fuerza política gobernante del partido Morena y sus aliados, pero, como se sabe, en política nada está escrito de una vez y para siempre. Y mientras que los opositores tendrían que consolidar su bloque y generar proyectos atractivos al electorado, los simpatizantes del proceso transformador liderado por el presidente López Obrador, tendrían que poner en el centro de sus preocupaciones la continuidad de la llamada 4° Transformación (4T), y actuar en consecuencia.

Por eso, en Michoacán, gobernador, ediles, diputados y diputadas; funcionarios de los tres niveles de gobierno emanados de la 4T, y dirigentes de Morena y aliados,  tienen que hacer más, mucho más, desde sus respectivos ámbitos de competencia legal, para levantar la simpatía popular con el proceso transformador, pues a juzgar por encuestas como la respectiva de Mitofsky sobre aprobación presidencial, la entidad está por debajo del 50 por ciento, a más de 10 puntos de la media nacional, y con ligera tendencia descendente; mientras que el gobernador, Alfredo Ramírez Bedolla, en el ranking nacional, se mantiene en los últimos sitios.

En esa lógica, poco se entiende que áreas claves del gobierno estatal como la atención al campo, hayan sido entregadas a fuerzas que, si algo han representado, es la corrupción y el ejercicio clientelar y corporativo del viejo régimen. Y menos aún se entiende que se designe a secretarias, al parecer, más por su bonita sonrisa y lealtad personal al gobernante, que por probados méritos en los ramos de gobierno que encabezan o por su lealtad al proceso transformador.

Tampoco se entiende que las denuncias contra el ex gobernador Silvano Aureoles, por presunto desvío de recursos públicos –publicitadas con sonrientes fotografías de Ramírez Bedolla y el Fiscal Gertz Manero–, hayan quedado ridiculizadas como denuncias de kermés, alimentando la sospecha de posibles pactos de impunidad que no terminan de salir del imaginario popular. De otra manera, no se entiende que tan evidente despilfarro no le quite el sueño al señor del banquito que se pasea con singular alegría con espíritu redentor por todo México.

Por otro lado, la llamada operación política entre grupos y dirigentes de la 4T michoacana, es evidente que ha sido deficitaria, como lo muestra la permanencia de la autoproclamada dirigencia estatal paralela, mientras que en algunas regiones se aprecian pleitos estériles que, más allá de eventual legitimidad, exhiben la pequeñez estratégica de sus protagonistas. Tal es el caso de Uruapan, entre el diputado federal Carlos Manzo y el edil Ignacio Campos. El legislador acusa al alcalde, por decir lo menos, de ser aliado del crimen organizado, sin prueba alguna; mientras que éste dice que aquél lo que quiere es una rebanada del pastel municipal, además de un lucimiento fácil, a costa de eventos protocolarios. El caso es que las bases sociales de unos y otros son necesarias al objetivo estratégico de la 4T para 2024 y más allá. Por eso, el líder estatal debe hacer algo más que sonreír y hablar bonito por aquí y por allá. ¿O hay tintes del mítico corcel ofrendado a Troya?

P.D. Un nuevo intento de descarrilar a la puntera en las preferencias para la candidatura presidencial de la 4T, debe alertar a sus seguidores para procurar extrema pulcritud legal en sus acciones, sin renunciar al derecho constitucional consagrado en el séptimo artículo de la Carta Magna, y que a la letra dice: “Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales…”.

Las opiniones emitidas por los colaboradores de Metapolítica son responsabilidad de quien las escribe y no representan una posición editorial de este medio.

Martín Equihua. Periodista, sociólogo, maestro en políticas públicas, exdiputado federal.

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