Por José Irán Moreno Santos
Del 17 al 27 de octubre visitó México la comandante Mónica Baltodano quién formó parte del Estado Mayor que dirigió la insurrección en Managua y las tomas de Jinotepec y Granada. Fue nombrada comandante guerrillera sandinista en 1979, en el gobierno revolucionario en los años 80 ocupó cargo de viceministra de la presidencia y ministra de asuntos regionales, fue parte de la dirección Nacional del frente sandinista en 94, diputada por el mismo partido del 97 al 2002 y en 1999 siendo diputada rompe con el gobierno de Daniel Ortega al ver claramente que el gobierno se estaba derechizando, corrompiendo y olvidando de los valores principios y postulados de Sandino y Fonseca.
En esta disidencia que empieza en 1999 contra el gobierno nicaragüense es sujeta a persecución política e incluso a detención junto a su marido Julio López quien fue en los años 80 también director de relaciones internacionales del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Participó en el 2018 en la insurrección civil donde fueron asesinados más de 320 jóvenes estudiantes en Estelí, Masaya, Chinandega y Managua donde fue detenida y duró en prisión aproximadamente un año junto a su hija.
Para el año 2021 decide exiliarse en Costa Rica, ante la oleada de detenciones arbitrarias por parte del gobierno nicaragüense donde apresaron a Dora María Téllez también comandante, Ana María Vigil, comandante revolucionario Víctor Hugo Tinoco y candidatos a la presidencia de la República que estaban dispuestos a participar en elecciones a pesar del control de Daniel Ortega del órgano electoral nacional.
En su andar en la Ciudad de México el cual tuve la oportunidad de acompañar Mónica Baltodano explicó la actual situación que vive Nicaragua y cuestionó severamente el papel que organismos financieros internacionales tienen con Nicaragua, denuncio la doble cara de los Estados Unidos de cuestionar el régimen nicaragüense llamándolo dictadura y por el otro lado el comercio entre ambos países fluye más allá de la normalidad.
Entre las exposiciones pude escuchar que hoy los nicaragüenses no tienen derecho de asociación, manifestación, libertad expresión, derecho a huelga, a un salario digno, a vivienda digna, a una educación pública, laica gratuita y objetiva.
Escuché también que los medios de comunicación independientes no existen en el territorio nicaragüense todos están en el exilio.
También escuché que las cámaras empresariales tampoco existen fueron desaparecidas y sus bienes confiscados.
Escuché de la apropiación por parte del gobierno de universidades públicas en su invasión autonómica, pero también de universidades privadas de las cuales fueron confiscadas sus bienes y pasado por autoridades a los profesores y estudiantes.
También escuché que los dirigentes políticos, excandidatos y participantes en las movilizaciones de 2018 y la oposición detenida en el 2021 fueron enviados a Estados Unidos, están desterrados, fueron por decreto desnacionalizados, fueron confiscados sus bienes, fueron desaparecidos del registro civil, fueron retiradas sus pensiones en caso de las personas mayores de edad y a los jóvenes les fueron desaparecidos sus documentos universitarios, incluso si eres nicaragüense y quiere salir del país será muy difícil que pueda regresar y si no te dejan regresar en las embajadas y consulados de Nicaragua en el exterior no puedes renovar tu pasaporte ni mucho menos puedes solicitar tu ingreso al país.
Y todo esto que escuché se hace en nombre de la izquierda según Daniel Ortega y el grupo de dirigentes que solo enarbolan ahora una bandera rojinegra con las letras FSLN ya sin valores, principios y sin base social.
En estos años, esta izquierda a secas ha demostrado que no es democrática y existe en muchos países de América Latina, en el PT de Brasil que se niega a condenar lo que sucede en Nicaragua, en el PT de México, en Morena, en una parte del Frente Amplio de Uruguay, en la coalición gobernante en la Argentina, en algunos sectores del Pacto Patriótico de Colombia y obviamente en el partido del presidente Correa en Ecuador y en el Partido gobernante en Bolivia, sin mencionar Cuba y Venezuela.
La izquierda latinoamericana esa que aún cree que por la vía armada se puede llegar al socialismo, es cómplice de las atrocidades, masacres violaciones de Derechos humanos que comete Daniel Ortega y esa complicidad es condenable por la izquierda democrática de América Latina.
Me reafirma mi convicción socialdemócrata y me aleja de esa izquierda pseudo humanista y seudo revolucionaria que en aras de un proyecto revolucionario es incapaz de cuestionar las actitudes autoritarias de gobiernos que se dicen de izquierda en América Latina.
Es lamentable lo que Daniel Ortega hizo del Frente Sandinista y de esa heroica Revolución; y es igual de lamentable que las izquierdas en América Latina sigan creyendo que no importa el costo que signifique llegar al gobierno por la vía electoral, sino que mantenerlo por la vía autoritaria es el futuro.
Se reconoce el papel de Gustavo Petro, Gabriel Boris, Pepe Mujica y Cuauhtémoc Cárdenas en sus posicionamientos frente a la situación en Nicaragua, pero necesitamos más voces, porque la izquierda que hoy gobierna varios países de nuestra región se obliga a ser democrática, a ser respetuosa de los Derechos humanos, a ser respetuosa de las libertades logradas durante los últimos 50 años y no retroceder en ningún derecho logrado y conquistado.
Los populismos también son de izquierda y son tan crueles como las peores dictaduras de derecha en la región y aquella que se registraron en Moscú en el estalinismo, son condenables y son repugnantes.
Nicaragua tiene que encontrar una salida política y no revolucionaria y no por las armas porque ya tuvieron una Revolución, ya tuvieron una guerra y se hace necesario que las izquierdas democráticas aportemos en solidaridad y también en presión al régimen autoritario y dictatorial de Daniel Ortega, desde los partidos, desde los universitarios, desde los sindicatos, desde los movimientos sociales y desde el feminismo. Tenemos que aislar ese tipo de gobiernos porque predeterminan a la sociedad en no creer en un proyecto tal noble como es el socialismo democrático o la socialdemocracia, en un Estado de bienestar social, democrático y de derecho, esa es la apuesta en América Latina y esa es la apuesta en Nicaragua.
Tuvo muy buena recepción en México, incluso algunos medios de comunicación aceptaron entrevistas, esperemos que su visita en México haya generado grietas democráticas en esa Nicaragua que hoy tiene presa de sus ciudadanos, a sus santos, a sus medios de comunicación, a sus grupos religiosos, a sus jóvenes y a sus grupos empresariales.
La Nicaragua de hoy es una gran cárcel parafraseando a Molli Steimer que en 1924 escribió “La Rusia de hoy es una gran cárcel” tras su arribo a México como refugiada y que fue expulsada de la Unión de Repúblicas Socialista Soviética, una revolución que también traicionó sus valores y principios y que hoy no puede ser reivindicada por ningún sector de la izquierda, al igual que al régimen en Nicaragua, es momento de aprender las lecciones del pasado, asumir el socialismo democrático, la vía democrática, la construcción de un Estado Social Democrático y de Derecho o no hay futuro para la izquierda.