por Ar Mendoza
La construcción política con base en una historia
Los medios de comunicación en este siglo se han transformado, revolucionado y hecho mucho más influyentes en las actividades, ideas o acciones que la sociedad realiza día con día. Es decir, poniendo un ejemplo más claro, nuestros abuelos se criaron con la radio, nuestros padres con la televisión y nosotros, los millenials, hemos mutado en una especie multimedia un poco rara; ya que nuestro consumo ahora no se basa directamente en sintonizar un canal específico, por el contrario, podemos ser más selectivos en los contenidos que consumimos, pero ojo, no todo en los medios de comunicación es miel sobre hojuelas; hoy en día estamos mediatizados, “sobreinformados”, enmarañados, y esto sin duda es lo que muchos aprovechan para confundir a la opinión pública, para crear historias, personajes, protagonistas, antagonistas y escenarios…
Y es que hoy en día la información nos bombardea a cada segundo, las fake news son el pan nuestro de cada día, tenemos influencers que quieren ser políticos y políticos que quieren ser influencers; los likes, los seguidores y los suscriptores no representan un número más, son símbolos de poder, de audiencia, de manipulación, de ostentación para el aumento del ego. A los políticos de hoy no les interesan los titulares impresos, ni mucho menos las primeras planas, lo que quieren vender es su mensaje a través de las diversas plataformas existentes: Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, con el claro objetivo de cautivar a uno de los sectores más indecisos: los jóvenes, que además, pueden ser un factor decisivo dentro de una elección.
Pero no todo está perdido, un servidor, siempre ha creído que el verdadero político no se caracteriza por como mueva sus piezas dentro de los medios de comunicación, por el contrario, creo que un verdadero político con ideales firmes y con vocación de servicio es definido por sus actos, por su gestión y por su capacidad de afrontar los problemas de los ciudadanos, de los trabajadores, de la sociedad en general; al líder nato lo siguen los medios por su labor social, no por la construcción de su perfil en base al dinero, su trabajo es de años de lucha, no de meses de fabricación.
Sin embargo la otra cara de la moneda muestra a personajes que han gastado una fortuna en fabricar una imagen, no nos vayamos tan lejos, aquí en la ciudad de Morelia un ex presidente municipal pagó una fortuna a una empresa radicada en la Ciudad de México, que incluso si no mal recuerdo, siempre se equivocaba; confundían la Catedral de Morelia con la de Durango, o al Acueducto con los arcos que están a un costado del Jardín de las Rosas, parecía cómico y poco creíble pero a veces la política mexicana es así, una comedia… una triste comedia.
Con esto no pretendo referir que los políticos no requieran de la emisión de mensajes vía redes sociales o medios de comunicación tradicionales, por el contrario, creo que hoy en día las oficinas de comunicación social de cualquier organización juegan un papel fundamental, pero como ciudadanos debemos analizar el trabajo de aquellos que ejercen el poder y cómo han maquilado su imagen; a través del trabajo o a través de una estrategia mediática que los ha posicionado entre la mente de la ciudadanía, sin tener una trayectoria política en pro de la sociedad, lo que da como resultado una clásica jugada de los gobiernos de derecha, teniendo como meta transformar a un “empresario” en político en unos cuantos meses, implementando discursos a favor de las clases más privilegiadas, pagando bots, eliminando los mensajes en su contra y utilizando todas las artimañas mediáticas a su favor, así se han visto algunos gobernadores que su trabajo es reprobado por todos, pero que casualmente no tienen ningún comentario en contra en sus redes, algo triste pero sorprendente.
Así pues, en un mundo globalizado y “sobreinformado” los jóvenes tenemos la obligación de analizar los medios de comunicación, y de hacer política, y es aquí donde me permito citar la frase de un gran politólogo joven: Abraham Mendieta; “si no hacemos política, nos la hacen”.
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