Por: Javier Lozano.
Es la misma gata, nomás revolcada.
En la lucha por la sobrevivencia política, algunos actores han unificado la incursión a través de la correlación y alianzas de organizaciones sociales, cuadros, liderazgos y personajes que han tenido un bagaje extenso en la función pública. Estas estructuras y su heterogeneidad ideológica, colocan nuevamente un bloque ensombrecido que haga contrapeso al nuevo gobierno que encabeza: Andrés Manuel López Obrador. Es lógico, el arrastre que tuvo el presidente, los dejo prácticamente en los “huesos”.
¿Pero este bloque puede constituir un peso importante?
Si, si Morena no cierra filas al interior del partido, y sobre todo, si comienza la división de bloques que pretendan adueñarse de las candidaturas: por la enorme incursión de aceptación que están teniendo. Independientemente de los matices de su crecimiento, PRI, PAN y PRD cavaron fuerte para que MORENA este en la cúspide del poder; sumado también, a los altos índices de popularidad que sigue gozando López Obrador.
Sin duda alguna este bloque que se comienza a gestar, trae interesantes directrices; una de ellas, es visualizar la fuerza que pueden amalgamar para las venideras elecciones intermedias del 2021; esto será un parámetro significativo; si cuaja, por supuesto que será nuevamente una sola fuerza similar al “Frente por México”, que le pueda competir hasta ahora: al todopoderoso partido del presidente.
Esta es la nueva versión de aquel bloque que constituyeron partidos de derecha y de izquierda; “que importa”, lo esencial es ser progresista y posicionarse en el radar político para buscar espacios; parece que eso es lo único que les interesa a algunos actores, al menos, eso es lo que demostraron cuando existían las llamadas “tribus”. La incongruencia y deslealtad que respaldaron en el pacto por México, y la coalición con el PAN apago las aspiraciones de un partido que había formado un peso importante en la transición democrática en nuestro país; esa, fue la punta del iceberg de aquella elección que dejo un saldo negativo, sobre todo para el PRD.
Moverse a la derecha y a la izquierda, ha sido una mala apuesta.
Es notable que a muchos no les interesen los proyectos progresistas, sino las prerrogativas y las candidaturas que devienen de estas alianzas; para eso se formulan: para negociar y posicionar espacios en el poder. La remembranza que envuelve este proyecto, se finca en un abanico extenso de hechos y relatorías que han marcado a muchos políticos, sobre todo en su credibilidad: como una expresión ética y social.
Pero no les queda de otra; tienen que desplazarse para mantenerse en la jugada política. Para muchos es inaceptable, pero para otros, es el renacimiento de una nueva oportunidad de aspirar primero a ganar terreno en el 2021: la primera evaluación importante que tendrán. Eso les dará oxígeno a posteriori, si es que esto logra permear en la sociedad.
Es curioso ver el discurso; me llamo mucho la atención las concepciones “demagógicas y clientelares” que con elocuencia, pronuncian con una nutrida narrativa. En nuestro sistema político nacional, estamos acostumbrados a la lingüística de este mismo calibre; con frecuencia se elaboran esos mensajes; todos abrazan a la democracia como si realmente fuese la bandera de la responsabilidad política.
No podemos olvidar, como algunos políticos han ofrecido la misma versión. Esto ha sido la herencia; el rostro de que ha desvirtuado el hartazgo de la sociedad; hay una larga experiencia de acciones, que han mostrado que muchos de esos actores, han simulado construir escenarios para el beneficio de nuestro País. Hablan mal de todos, pero no reconocen su accionar, y la ignorancia que le hicieron a sus bases; hay que insistir en esto, porque en su momento, fue el parteguas que desinflo a uno de los partidos más competitivos; me refiero al PRD, y los llamados “Chuchos”.
La fragilidad y el subyugante papel que jugaron con la administración de Enrique Peña Nieto, los coloco en un terreno de evidentes arreglos al margen de la ideología, de las bases, y de la toma de decisiones. La crisis de identidad que tuvieron estos personajes, es el resultado de la decadencia política del PRD; ellos son los arquitectos de ese cataclismo. Eso origino una estabilidad de sus principales estructuras, que se esparcieron a muchos de los Estados donde el partido tenía gran presencia y militancia.
Vino el “pacto por México y al Frente Por México”. De nada sirvió moverse y darle jugada a la derecha.
Hoy en día, el reto parece subsanar viejas heridas que han dejado en el pasado. Sin embargo ya existe una evidencia electoral, y una premisa que sustenta una decadencia política importante; la sociedad se cansó de eso. Esta oferta encierra matices interesantes, sobre todo por limpiar la mala imagen que han llevado a la intransigencia a muchos políticos, y sobre todo su ambigüedad y bipolaridad partidista.
De entrada el programa es abierto a todo aquel personaje que quiera construir nuevos escenarios. Insisto, la apuesta es mayúscula, recuerden la sacudida que recibieron en las elecciones pasadas por el bloque que edificaron con el PAN; la alianzas por supuesto que suman, pero hay algunas, que fragmentan, lastiman y naturalmente resultan atípicas. Avizorar un contrapeso, por lo menos ahorita me parece un terreno muy fértil; las trasformaciones profundas por supuesto que se dan a través de las coyunturas electorales; sin embargo, hay que subrayar que los tiempos y la dirección política, parecen soplar por una figura que a pesar de la ofensiva feroz que le han hecho por más de 30 años: ha sido perseverante.
Futuro 21 es lo mismo que “Por México al frente”, solo cambian algunos personajes; pero la consigna sigue siendo: contrarrestar el arrastre y la popularidad que goza el presidente; pero también: aprovechar la organización para relanzar una plataforma que tenga su primer parada en el 2021, y aceitar la maquinaria para el 2024 con una fuerza que pueda incluso aglutinar a todos los partidos contra MORENA. ¿Podrán?
Es un reto enigmático, casi imposible.