La semana recién pasada el gobierno de Donald Trump emprendió una nueva asonada contra Venezuela, esta vez acusando a prominentes líderes chavistas, entre ellos a Nicolás Maduro, de tráfico de drogas. Muchos no creen las acusaciones, y el largo historial de montajes de Estados Unidos llaman al menos a la cautela. Aquí, un compendio de los hechos principales de la ya larga pugna EU-Venezuela, para entender de mejor manera la crisis actual.
Por Eduardo Pérez Arroyo
Morelia, Michoacán.- La noticia cundió rápido durante la semana recién pasada: Estados Unidos acusó a parte de la elite política y militar de Venezuela, entre ellas al propio Nicolás Maduro, de ser parte de un cártel dedicado al tráfico de drogas y otros delitos.
La nota causó furor y desconfianza. “Bajo el liderazgo de Maduro y otros, el Cartel de los Soles no solo enriqueció a sus miembros y su poder, sino que también inundó a Estados Unidos con cocaína y ocasionó efectos dañinos y adictivos a los usuarios”, dijo el Departamento de Justicia ante la Corte del Distrito Sur de Nueva York.
Pocos le creyeron. Para los seguidores de la historia latinoamericana, se trataba apenas de otro de los múltiples intentos de Estados Unidos por inmiscuirse en la política local latinoamericana.
Eso hasta el domingo 29 de marzo, día en que la mismísima Organización de las Naciones Unidas (ONU) confirmó la existencia del “Cártel de los soles”, supuestamente dirigida por militares chavistas y de la que se habla incluso desde antes de la llegada al poder de Hugo Chávez.
La afirmación de la ONU logró enredar aún más la ya intricada madeja de la geopolítica americana.
Para muchos defensores del legado del régimen chavista, la ONU no es más que una dependencia concebida y utilizada para defender los intereses de Estados Unidos. Para los más moderados, un interlocutor válido que muchas veces ha sido el único vehículo confiable para transmitir al mundo los abusos políticos de las naciones más poderosas.
El hecho es que tras su intervención lo que aún podía ser visto como otra rabieta de los yanquis pasa inevitablemente a convertirse en un asunto que requiere la máxima seriedad.
Pero, ¿existe el supuesto Cártel de los Soles? ¿Tiene asidero la acusación de Estados Unidos? Sin pretender dar una sentencia categórica, este abordaje a la historia reciente de América Latina puede otorgar algunas luces al respecto.
LA HISTORIA
Según Estados Unidos (y ahora, también según la ONU) el “Cártel de los Soles” se compone de varios grupos que forman parte del ejército de Venezuela y trafican cocaína. Supone la existencia de células dentro de las ramas principales de las fuerzas armadas (Ejército, Marina, Fuerza Aérea y Guardia Nacional), que funcionarían como organizaciones de narcotráfico.
Los analistas sobre el tema admiten que no está claro cómo funciona la relación entre estas células.
El término “Cartel de los Soles” se habría utilizado por primera vez en 1993, cuando dos generales de la Guardia Nacional Ramón Guillén Dávila, entonces jefe antidrogas, y su sucesor Orlando Hernández Villegas, fueron investigados por tráfico de drogas y otros delitos relacionados.
Por ser comandantes de brigada, a cada uno le correspondía un sol como insignia en sus hombros. De ahí surgió el nombre de “Cartel del Sol”. Más tarde, cuando se acusó también a comandantes de división —que portan dos soles en su indumentaria— de ser parte del tráfico, el término pasó a ser “Cártel de los Soles”.
Durante los 90, en pleno intento de Estados Unidos por ayudar a limpiar el patio trasero tras décadas de dictaduras militares, hubo acusaciones sobre tropas de la Guardia Nacional que colaboraban con narcotraficantes. Sin embargo, fuera de sobornos menores no se llegó a hablar de una colaboración directa. Una década más tarde, supuestamente, elementos de la Guardia Nacional y otras ramas del ejército se habrían convertido en participantes mucho más activos en el tráfico de drogas.
“Las células de las fuerzas de seguridad comenzaron a comprar, almacenar, mover y vender cocaína ellos mismos, mientras que anteriormente su función principal había sido extorsionar a los narcotraficantes que transportaban cargamentos de cocaína. Una teoría es que los traficantes colombianos comenzaron a pagar al ejército con drogas en lugar de efectivo, lo que obligó a los venezolanos a encontrar sus propios mercados para los narcóticos”, dice la página insightcrime.org/.
La misma página —citada en Latinoamérica como la fuente principal que surte de información sobre el supuesto tráfico de drogas en Venezuela— señala tres hechos decisivos: el Plan Colombia, que permitió a las fuerzas de seguridad colombianas presionar a grupos guerrilleros que se vieron obligados a trasladar parte de sus operaciones Venezuela; el final del proceso de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno del presidente colombiano Andrés Pastrana, que implicó que los rebeldes perdieron su enorme refugio en el sur de Colombia y necesitaron otros; y el intento de golpe de estado contra Hugo Chávez, que lo llevó a concentrar el poder en un reducido círculo de su exclusiva confianza.
Y los próximos años, según la misma fuente, acarrearían nuevos datos sobre el tráfico venezolano.
Entre estos se cuentan las incautaciones récord de narcóticos dentro del país en 2004; la acusación de Hugo Chávez a la Administración de Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA) de espionaje, que detuvo los proyectos antinarcóticos respaldados por Estados Unidos; la “narcoavioneta” de 2011, un pequeño avión capturado en el estado norteño de Halcón que transportaba unos 1.400 kilos de cocaína y había despegado de la base militar de La Carlota en Caracas en agosto de 2011; y otro avión, esta vez de Air France, que aterrizó en París con 1.3 toneladas de cocaína a bordo en 31 maletas despegado del aeropuerto de Maiquetía en Caracas, controlado por la Guardia Nacional.
Todo lo anterior, y en medio de las pugnas políticas frecuentes entre Venezuela y Estados Unidos, llevó a que en 2014 la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) pidiera el arresto del ex jefe de inteligencia Hugo Armando Carvajal Barrios, más tarde liberado tras la intervención del gobierno holandés.
La situación explotó finalmente cuando en 2015 Leamsy Salazar, exjefe de seguridad presidencial de Chávez, acusó al presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello de ser un líder del “Cartel de los Soles”. Y empeoró cuando Nicolás Maduro nombro al exdirector general de la agencia antidrogas de Venezuela, Néstor Luis Reverol Torres, como nuevo jefe del Ministerio del Interior apenas un día después de que Estados Unidos lo acusara de estar implicado en el tráfico de drogas.
Una nueva guerra fría ya estaba desatada.
“Hay indicios de que en la República Bolivariana de Venezuela los grupos delictivos han logrado infiltrarse en las fuerzas de seguridad gubernamentales y han creado una red informal conocida como el cártel de los Soles para facilitar la entrada y salida de las drogas ilegales”, anunció en Ginebra la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, órgano integrado en la ONU, en su informe de febrero de 2020.
El nuevo capítulo no hacía más que empezar.
¿MITO O REALIDAD?
Los ataques contra la cúpula venezolana no provienen solo de Estados Unidos. Gustavo Tarre Briceño, exrepresentante especial de Venezuela ante la Organización de los Estados Americanos (encomendado por el líder del Gobierno Provisional de Transición Juan Guaidó) y opositor a Nicolás Maduro, afirma que “cuatro grupos delincuenciales controlan la política venezolana”:
- La Cúpula, liderada por Nicolás Maduro, Cilia Flores y los asesores cubanos;
- el “Cártel de los Soles”, compuesto por el Alto Mando Militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana;
- la Corporación Siria, liderada por el exviicepresidente Tareck Zaidan; y
- la Corporación familiar de Diosdado Cabello.
Pero esa supuesta lucha entre facciones es solo un lado de la historia. Es necesario recordar que desde el 10 de enero de 2019 el gobierno de Venezuela permanece en litigio, dado que algunos países reconocen a Nicolás Maduro y otros, entre ellos Estados Unidos, a Juan Guaidó como representante.
Y ese es un ingrediente fundamental en la actual nueva pugna entre el madurismo y Estados Unidos.
Los más fieles al chavismo esgrimen sus propias razones.
Según Juan Martorano, abogado y activista por los Derechos Humanos, autodefinido militante revolucionario y miembro de la la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas, “un directivo de una firma de análisis señala a (la agencia de prensa) EFE en Caracas que es muy poco lo que se conoce del supuesto ‘Cártel de los soles’, en vista de la opacidad del sector militar e indicó que, a su juicio, son más los mitos que las realidades acerca de ese grupo”.
Según el mismo Martorano, “la noticia y los argumentos (sobre el tráfico de drogas) han sido previamente reportados en los periódicos a nivel mundial desde que Hugo Chávez llegó al poder. Estos nuevos argumentos son una repetición de sospechas, alegatos, rumores y una que otra noticia real”.
Martorano pone incluso en entredicho la propia génesis de las noticias sobre la existencia de un supuesto cártel.
“Hasta las fuentes citadas como EFE e Insight Crimeaceptan que no hay nada sólido con hechos y pruebas sino rumores, indicios y relatos de prófugos y exilados venezolanos hoy en día trabajando para el gobierno de los Estados Unidos. Por otra parte, Insight Crime fue fundada por Steven Dudley, exjefe de la oficina del Miami Herald para la región andina, y por Jeremy McDermott, un ex-oficial de las fuerzas armadas británicas.
“La empresa”, continúa, “se vende como un think-tank y en sus productos principales están las investigaciones, reportes y evaluaciones de ciertas situaciones a nivel de país, todas hechas bajo contrato; sus artículos no tienen autores específicos sino un equipo; continúa manteniendo fuertes nexos con la gente que los ha empleado, como The Miami Herald; y usa testimonios de militares exilados o prófugos de la justicia venezolana que alegan saber de la existencia formal del Cartel de los Soles”.
Finalmente, Montarano afirma sentencia que “(la existencia del “Cártel de los Soles”) no es más una invención mediática usada para devaluar, desmoralizar y poner en contra al ciudadano venezolano con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Minar los valores, símbolos y entidades de un país tales como su sistema judicial, programas de gobierno, la fiscalía y la FANB, es un arma clave en las guerras hibridas y de 4ta generación”.
En conclusión, para la ONU y para los Estados Unidos la existencia de narcotráfico entre la cúpula venezolana es real.
Y para los defensores de la imagen y el legado de Hugo Chávez, solo una mentira más.
Cualquier duda es razonable. El largo historial de montajes de las administraciones estadounidenses en América Latina llama, al menos, a la prudencia. Sin embargo, en el continente también está largamente documentada (nunca comprobada) la relación de distintos gobiernos de cualquier tendencia política con el tráfico de drogas, desde la dictadura ultraderechista de Pinochet hasta la izquierdista de Fidel Castro.
Entre la nebulosa geopolítica es difícil saber realmente quién tiene la razón.
Por ahora, el nuevo capítulo de la ya añeja guerra fría entre Venezuela y Estados Unidos apenas inicia.
FUENTES:
https://www.americaeconomia.com/