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OPINIÓN // La Inversión Extranjera Directa Empieza a Retraerse

Por Heliodoro Gil Corona*

Con la apertura comercial iniciada por el gobierno mexicano a principios de los años noventa, enfatizada con el inicio del TLCAN en 1994, tanto las exportaciones manufactureras como la atracción de inversión extranjera directa (IED), poco a poco empezaron a delinear una tendencia expansiva en ambas variables hasta convertirse en motores externos clave para el crecimiento económico del país y de algunas entidades federativas.

En particular el comportamiento observado de la recepción de IED en México se fue robusteciendo. El nivel alcanzado previo a la crisis de 2009 paulatinamente repuntó. En 2008 la llegada de IED sumó 29 mil 526 millones de dólares, en 2009 cayó a 17 mil 853 millones de dólares, en 2010 se recupera hasta 27 mil 131 millones de dólares y a partir de 2011 vemos una moderada recuperación con relación al registro de 2008, con excepción de 2013 donde ocurre un reporte atípico de 48 mil 207 millones de dólares.

Puesto en perspectiva, la IED en México creció en promedio anual 2.8% durante el periodo 2011-2019, pasando el monto nacional de 25 mil 558 millones a 33 mil 728 millones de dólares en los años de referencia. En 2019 sorprendió que la recepción de remesas familiares por 36 mil 045 millones de pesos, superara al monto atraído de IED en ese año.

La caída de IED en el cuarto trimestre de 2012 se debió principalmente a la colocación de títulos del Grupo Santander Mexicano en las bolsas de México y Nueva York por 4 mil 106 millones de dólares, que pasaron de inversión productiva externa a inversión en cartera. En el año citado la inversión descendió (-) 15.0%.

El aumento observado en 2013 obedeció a la venta de activos del Grupo Modelo y Banamex por alrededor de 15 mil millones de dólares, que ocasionó elevar el nivel histórico de la IED en el país hasta 48 mil 207 millones de dólares.

El fenómeno de la concentración ha ocurrido en el tema de la atracción de IED. Los estados con un alto grado de industrialización han aglutinado el mayor monto de este tipo de inversión, en tanto que las entidades federativas rezagadas en los nuevos procesos manufactureros y en algunos casos con elevada participación rural, recibieron a cuenta gotas capitales externos para impulsar sus economías. El presente análisis considera este contexto.

En los seis estados más industrializados en 2019 concentraron el 58.0% de la IED total de México, como son los casos de la Ciudad de México (8 mil 012 millones de dólares), Nuevo León (3 mil 224 millones de dólares), Estado de México (2 mil 922 millones de dólares), Puebla (2 mil 066 millones de dólares), Tamaulipas (mil 617 millones de dólares) y Jalisco (mil 573 millones de dólares).

En cambio las seis entidades con incipiente grado de industrialización apenas participaron con el 2.3% del total de IED registrada en el país durante 2019, correspondiente al primer trimestre. Son los casos de los estados como Colima (51 millones de dólares), Oaxaca (57 millones de dólares), Campeche (146 millones de dólares), Yucatán (159 millones de dólares), Nayarit (174 millones de dólares) y Durango (180 millones de dólares).
En 2020 la atracción de capitales productivos en el país presagia un panorama sumamente complicado. De acuerdo a los informes oficiales de la Secretaría de Economía, la primera evidencia la tenemos en el primer trimestre. En este lapso la IED se retrajo de forma acentuada en (-) 26.3%, en términos anualizados, al pasar el registro de 14 mil 019 millones a 10 millones de dólares de 2019 a 2020, correspondiente al primer trimestre. Por cierto, cifra que no sucedía para un primer trimestre desde el año 2009 (año de crisis económica).
Este fuerte descenso de la inversión en el presente año, tiene su origen en dos componentes de contagio que es necesario destacar, por un lado, la inercia de una caída ocurrida en el cuarto trimestre del año pasado que reportó una tasa de (-) 27.2% y, por otro lado, los efectos parciales adversos de la parálisis económica provocada por el COVID-19, sobre todo en la mayor parte del mes de marzo.
Los estados que vieron fuertemente mermada la atracción de capitales productivos externos fueron: la Ciudad de México (-20.2%), Nuevo León (-22.1%), Estado de México (-42.0%), Jalisco (-12.3%), Coahuila (71.4%) y Puebla (-6.2%). Todos ellas entidades con procesos activos de industrialización desde 1994.
A nivel local se puede establecer que en términos históricos y estructurales la IED no ha sido un instrumento directo, complementario y estratégico para impulsar el desarrollo económico endógeno de Michoacán, más bien se puede considerar al estado como un nicho endeble para la atracción de inversiones debido a varios indicios, entre otros: los flujos escasos observados constantes, la concentración en tres municipios (Morelia, Lázaro Cárdenas y Uruapan), y muy aglutinada en cadenas industriales de bajo valor añadido.
En el caso de Michoacán la captación de IED en el primer trimestre la caída fue moderada, reportó un descenso de (-) 5.0%, al pasar el monto de inversión externa de 146 millones a 138 millones de dólares de 2019 a 2020. El reducido monto de inversión externa estatal hizo que en el ranking nacional ocupe el lugar 18 entre los estados del país. La posición de la entidad en el país no es casualidad, en realidad es una ubicación histórica que en promedio de 2014 a 2019 se instaló en el sitio 23.
Existen factores que explican la escasa recepción de IED en Michoacán, entre otros, la disminuida participación del sector industrial local en la economía mundial, la falta de políticas de apoyo, estímulos e incentivos a la actividad industrial y la apatía y pereza de núcleos empresariales locales por incursionar en actividades industriales de alto valor agregado, de mayor impacto y propensas a fortalecer el sector exportador michoacano.

Además de lo anterior, hay que agregar el enrarecido entorno que prevalece para atraer capitales a la entidad, por la alta percepción de inseguridad que se aprecia sobre el estado, en eventos como manifestaciones, paros, marchas y movilizaciones de organizaciones sociales y la elevada presencia de las actividades económicas y laborales informales que prevalecen en Michoacán.

Las expectativas sobre la atracción de inversiones productivas externas son muy poco favorables, se estima ocurra en este tipo de recursos un descenso de (-) 47.2% en el presente año, al bajar la cantidad de 318 millones de dólares en 2019 a 168 millones de dólares en 2020. Una variable que seguirá deprimida en el estado por dos razones: la marginal industrialización observada y los efectos de la parálisis económica ocasionada por el COVID-19.

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