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Fronteras, geopolítica, Dalai Lama: tres claves para comprender el conflicto entre China e India

Metapolítica

Morelia, Michoacán.- Dos gigantes enfrentados. Y lo que es peor: un conflicto que eventualmente afectaría al 36% de la humanidad, que es el porcentaje de población mundial que habita en China y la India.

En últimas semanas ambos países han mantenido una escalada de tensiones a raíz de la supuesta muerte de 20 soldados indios y un número indeterminado en el lado chino. Pero la pugna no es nueva. Ambas naciones, conscientes de su peso geopolítico en el escenario mundial, han sido terreno frecuente de escaramuzas e incluso guerras.

La historia las separa. Según analistas consultados por la BBC, en el caso específico del conflicto actual varios factores llevan a esta confrontación, pero la raíz es la rivalidad entre ambos por sus objetivos estratégicos.

Los datos duros pueden otorgar algunas luces al respecto. Tres factores principales pueden ayudar a comprender el conflicto:

Primero, las naturales disputas territoriales entre estados fronterizos.

Segundo, la importante posición geopolítica de ambos países en el mundo.

Y tercero, el tema del Dalai Lama y el Tíbet.

Una frontera difusa

Respecto del primero, India y China comparten una frontera de más de 3 mil 440 kilómetros, una de las más extensas del mundo, y tienen reclamaciones territoriales que se contraponen y que implican a gran parte de esa misma frontera.

Desde los años 50, cuando el ascenso al poder del comunismo implicó una revisión completa de todo lo que se había hecho hasta entonces, China se niega a reconocer las fronteras diseñadas durante los tiempos de la colonia británica. La crisis fue tal que en 1962 hubo una guerra que acabó con una categórica derrota de la India.

Desde entonces ambos países se acusan de ocupar territorio ajeno.

India dice que China invade 38 mil kilómetros cuadrados de su zona. Por su parte, China se atribuye la soberanía de todo el estado indio de Arunachal Pradesh, al que llama Tíbet del sur.

La geografía de la zona ayuda poco. La frontera entre ambas naciones está compuesta por ríos, lagos y montañas nevadas hace que la demarcación varíe.

La geopolítica

Sobre el segundo punto, Y sin embargo, la batalla es desigual. La economía china es casi cinco veces mayor que la de India, y en la actualidad rivaliza en el mundo con la de Estados Unidos. Muchos especialistas avizoran, incluso, que la era de la hegemonía de Estados Unidos ya terminó y ahora viene la de China.

Pero la India no se queda atrás. La nación alberga visiones de un orden mundial multipolar, y espera tener un papel importante en él.

Además hay un detalle estratégico: la India firma parte del “selecto” grupo de países que tiene armas nucleares.

Y ese detalle inmediatamente convierte a la India en un actor de peso en el concierto mundial. Y los indios lo saben.

El tema del Tíbet

Para comprender el rol que juega el tema del Tíbet en esta historia se debe retroceder algunas décadas.

En 1950 los comunistas chinos, con Mao Tse Tung a la cabeza, invadieron el Tíbet tras haberse deshecho exitosamente de sus rivales liderados o Chiang Kai Shek (quien se refugió en Lhasa, capital del Tíbet) un año antes. El triunfo de los comunistas supuso la fundación de una nueva república, mucho más estricta que la anterior y que declaró una guerra frontal a lo que consideró alejado del ideario comunista.

Uno de los territorios alejados de ese ideario era justamente la región del Tíbet, cuya forma de vida era una sociedad teocrática semifeudal liderada por los lamas. Es decir, todo lo contrario a lo que proponía Mao.

Los comunistas chinos intentaron conseguir la ayuda de los lamas para derrotar al refugiado Chiang Kai Shek. Pero ellos se negaron.

Fue el principio del fin.

En 1951 se firmó el “Acuerdo de los Diecisiete Puntos para la Liberación Pacífica del Tíbet” entre los líderes tibetanos y chinos. El pacto proponía una convivencia en paz, pero eso duro poco. En 1955 China creó un gobierno paralelo llamado “Comité Preparatorio para la Región Autónoma del Tíbet”, y al mismo tiempo comenzó una dura represión en las zonas de Amdo y Kham, étnicamente tibetanas: confiscación de bienes en monasterios budistas, reclutamiento de mano de obra forzada, reforma en la propiedad de la tierra y una campaña directa contra los monjes y la aristocracia tibetana, acusados de mantener un sistema contrario al comunismo.

Y aquí entra la India en la historia. En 1959 el Dalai Lama, temiendo por su vida, huyó del país e instaló un gobierno paralelo desde el exilio. Un gobierno paralelo hoy respetado ideológicamente, pero no reconocido de manera oficial por ningún país del mundo.

La sede de ese gobierno paralelo —es decir, el hogar del Dalai Lama— era, y aún es, la ciudad india de Dharamsala.

En la actualidad China e India mantienen reuniones para destrabar el conflicto. El pasado 6 de junio veteranos militares de ambas naciones se reunieron para acercar posiciones tras el incidente y los muertos. Hasta ahora se ven pocos visos de solución.

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