-Violaciones al proceso otorgan elementos al exfuncionario para poder echar abajo las acciones legales en su contra
Redacción
El debido proceso y el fincamiento legal de responsabilidades está en riesgo debido al manejo político que el Gobierno Federal ha venido dando al caso de Emilio Lozoya, alertó el diputado Antonio Soto Sánchez, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática en la LXXIV Legislatura del Congreso del Estado.
El diputado local apuntó que la clara intencionalidad política en la filtración de los elementos de investigación en el caso Lozoya, vulneran el debido proceso y por tanto otorgan elementos al exfuncionario para poder echar abajo las acciones legales en su contra.
“Ahora resulta que nadie filtró a los medios de comunicación la denuncia presentada por Emilio Lozoya, pero esto no exime de responsabilidad a la Fiscalía General de la República, la cual legalmente es la responsable de proteger los expedientes de casos en proceso”.
Antonio Soto recalcó que no se puede hablar de legalidad cuando se actúa en contra de ésta, como se ha evidenciado en el proceso contra Lozoya, en donde el titular del Ejecutivo Federal es el principal instigador público para la violación del debido proceso, presionando desde las llamadas mañaneras a la Fiscalía General de la República para la filtración de información.
“Andrés Manuel López Obrador aplica hoy día desde el Poder Federal la estrategia que él mismo padeció en 2004 con el tema de los videoescándalos, está cobrando factura de lo que vivió sin importarle lo más mínimo, afectar con ello la legalidad y el debido proceso”.
El legislador lamentó que una vez más las y los mexicanos atestigüen la guerra de lodo que desde las instituciones públicas se emprende contra adversarios políticos, en donde se evidencia que lo menos importante de fondo es fincar responsabilidades, esclarecer hechos, y arribar a la justicia.
Consideró que este contexto abona aún más a la polarización en vísperas del arranque del proceso electoral 2020-2021, en donde nuevamente se observa que no serán las ideas, las propuestas, los proyectos lo que esté en el primer plano de la discusión pública, sino las descalificaciones, la guerra y la lógica del más poderoso.