Metapolítica
Morelia, Michoacán.- Donald Rumsfeld, el dos veces secretario de Defensa y ex candidato presidencial cuya reputación como hábil burócrata y visionario de un ejército estadounidense moderno se deshizo por la larga y costosa guerra de Irak, murió el martes. Tenía 88 años.
En un comunicado el miércoles, la familia de Rumsfeld dijo que “estaba rodeado de familiares en su amada Taos, Nuevo México”.
El presidente George W. Bush, bajo el cual Rumsfeld se desempeñó como jefe del Pentágono, elogió su “servicio constante como secretario de defensa en tiempos de guerra, un deber que cumplió con fuerza, habilidad y honor”.
Considerado por ex colegas como igualmente inteligente y combativo, patriótico y políticamente astuto, Rumsfeld tuvo una carrera histórica en el gobierno bajo cuatro presidentes y casi un cuarto de siglo en la América corporativa.
Después de jubilarse en 2008, dirigió la Fundación Rumsfeld para promover el servicio público y trabajar con organizaciones benéficas que brindan servicios y apoyo a familias de militares y veteranos heridos.
“Rummy”, como se le llamaba a menudo, era ambicioso, ingenioso, enérgico, atractivo y capaz de una gran calidez personal. Pero irritó a muchos con su estilo de confrontación. Luchador consumado en la universidad, Rumsfeld disfrutó del combate verbal y lo elevó a una forma de arte; el humor mordaz era su arma favorita.
Aún así, construyó una red de leales que admiraban su ética de trabajo, inteligencia e impaciencia con todos los que no compartían su sentido de urgencia.
Rumsfeld es la única persona que se desempeñó dos veces como jefe del Pentágono. La primera vez, en 1975-77, fue el más joven de la historia. La próxima vez, en 2001-06, fue el mayor.
Hizo una breve carrera para la nominación presidencial republicana de 1988, un fracaso espectacular que una vez describió como una lección de humildad para un hombre que solía tener éxito en los niveles más altos del gobierno, incluidos períodos como jefe de gabinete de la Casa Blanca, embajador de Estados Unidos y miembro del Congreso.
A pesar de todos los logros de Rumsfeld, fueron los reveses en Irak en el ocaso de su carrera los que probablemente marcarán las características más vívidas de su legado.
Nueve meses después de su segunda gira como secretario de Defensa, el 11 de septiembre de 2001, secuestradores suicidas atacaron el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono, empujando a la nación a guerras para las cuales el ejército estaba mal preparado. Rumsfeld supervisó la invasión estadounidense de Afganistán y el derrocamiento del régimen talibán. Presidiendo con frecuencia reuniones informativas televisadas sobre la guerra, Rumsfeld se convirtió en una especie de estrella de televisión, aplaudido por su discurso directo y su estilo intransigente.
En 2002, la atención de la administración Bush se centró en Irak, que no jugó ningún papel en los ataques del 11 de septiembre. El esfuerzo bélico en Afganistán quedó en segundo plano frente a Irak, abriendo el camino para que los talibanes regresaran e impidieran que Estados Unidos sellara el éxito de su invasión inicial.
Con información de AP